Una polémica inútil
Una inútil polémica sacude a México: ¿intervino la Agencia Antinarcóticos estadounidense (DEA) en la captura de Rafael Caro Quintero?
Tal vez, aunque no necesariamente de forma directa, o sea con agentes en el lugar de los hechos.
Lo más probable, que no descarta otros métodos, con información de inteligencia obtenida quizá por la intercepción y rastreo de llamadas telefónicas, una capacidad posible para el aparato de espionaje estadounidense y su equipo electrónico.
Y por supuesto, no podría faltar la probabilidad de datos obtenidos de forma directa, a través de confidentes o de infiltrados, si no de presuntos delincuentes detenidos en EU y que buscaron un trato judicial menos duro, a cambio de revelar el paradero de uno de los hombres más odiados por la DEA.
Caro Quintero, después de todo, fue responsable del secuestro, tortura y asesinato en Guadalajara del agente estadounidense Enrique Kiki Camarena, en febrero-marzo de 1985. El hecho causó una crisis en la relación bilateral, amén de haber creado resentimientos y desconfianzas que han durado décadas porque Quintero, y muchos de los que se dice lo ayudaron, están todavía fuera del alcance directo de las autoridades de EU, ya que el sentido de justicia en el país vecino se basa en un antiguo principio: ojo por ojo y diente por diente.
Pero eso no quiere decir que la DEA y sus agencias hermanas, de la Central de Inteligencia (CIA) a la de Seguridad Nacional (NSA), no tengan las herramientas y los métodos para mantenerse atentos a lo que pasa en temas que les interesan, como la ubicación y las acciones de narcotraficantes importantes en México, especialmente aquellos que como Caro Quintero les “deben” algo.
El espionaje estadounidense de México es antiguo. Tanto que, de acuerdo con algunos historiadores, ya en 1914 los predecesores de las actuales organizaciones de vigilancia hacían intercepciones de comunicaciones telegráficas entre jefes militares mexicanos.
Y hoy en día, la capacidad de EU para interceptar comunicaciones es enorme, tanto que se asegura tienen problemas para identificar lo que les interesa entre el extraordinario volumen de datos obtenidos de esa forma.
¿Agradable? Ciertamente no. Pero es la realidad: después de todo, las organizaciones mexicanas de narcotráfico han sido señaladas como un peligro para la seguridad nacional de Estados Unidos, sobre la base de las más de 100 mil muertes atribuidas al consumo de drogas en 2021.
Y al margen de los recursos que tengan o puedan tener en territorio mexicano, tienen suficientes equipos de intercepción de comunicaciones y la paciencia para buscar su venganza.
El Estado mexicano ha luchado con esa realidad por décadas, sin llegar mucho más allá que a declaraciones de sensibilidad nacional ofendida o desarrollar sus propias capacidades, sin ceder a la tentación de usarlas contra enemigos políticos domésticos.
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