Facing a Future Problem?

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¿Ante un problema a futuro?

La situación en el arbitraje comercial, establecido por el T-MEC, puede tomar un año y definirse en el segundo semestre de 2023 o principios de 2024

Una de las principales características de los diferendos aparentes entre el gobierno mexicano y algunos de sus socios, es que para los interlocutores externos lo que está en juego es su credibilidad y la confianza en los compromisos adquiridos, y que las eventuales consecuencias pueden ser resentidas por el presidente que siga a López Obrador.

La cuestión puede ser un tanto injusta, dado que la administración mexicana trata de asegurar que no hay problema en las condiciones de inversión ni en su comercio con sus mayores socios.

Pero el dilema es la percepción, creada en parte por la retórica del gobierno y por el actual toma y daca legal por las quejas de Estados Unidos y Canadá en torno a las reformas mexicanas en la industria de energía.

La situación, en términos de arbitraje comercial establecido por el T-MEC, puede tomar alrededor de un año y definirse por completo en el segundo semestre de 2023 o principios de 2024, durante el periodo de selección de candidatos y antes de las elecciones presidenciales, en julio de 2024.

En el peor de los casos, si no hay arreglo previo y los paneles de arbitraje resultan adversos al gobierno mexicano, el peso de las sanciones o tarifas de represalia caerán sobre el siguiente régimen.

Los posibles pagos, sea por multas, por tarifas o por reparaciones son estimados en 10 o 12 mil millones de dólares. Pero más preocupante sería un entusiasmo disminuido por invertir en México, como consecuencia de los diferendos comerciales y legales con EU, el principal destino de las exportaciones mexicanas.

El problema mayor es que si bien los temas con Washington son los más significativos por cercanía y tamaño, la situación es vista con cuidado por naciones e inversionistas extranjeros.

La cercanía geográfica de México con el principal mercado mundial de consumo y su acuerdo de libre comercio van a continuar, y tal vez esas condiciones sean con lo que cuenta el gobierno de López Obrador. Pero ahora está de moda hablar del nearshoring y del ally-shoring: en otras palabras, la diferencia entre el estar cerca y el ser de confianza.

Más aún, hay países en la región que tienen interés en establecer asociaciones económicas y geopolíticas cercanas con Estados Unidos y se convierten, a querer o no, en competidores por inversiones y ventajas comerciales.

Y tan justa o injustamente como se quiera, el problema principal es la certidumbre legal, como lo ha sido desde el principio del actual gobierno, que al igual que sus antecesores firmó documentos y tratados cuyo incumplimiento provoca sanciones establecidas, pero tal vez peor, desconfianza.

La pérdida o limitación de inversiones puede reflejarse en los próximos años. Los planes de expansión para 2025 y más allá están ya en elaboración y las empresas que las van a hacer ven tanto a mercados como a confianza en los regímenes legales.

¿Injusto? Tal vez. ¿Real? sin duda.

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