Mexico and the US: Linked Interests

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México y EU: intereses enlazados

El punto es que ambos sean capaces de reconocer sus límites, comunicarse y actuar de acuerdo con los intereses comunes y reconocer los del otro

Un suspiro de alivio saludó el anuncio del presidente Andrés Manuel López Obrador de que su discurso del 16 de septiembre ya no incluiría el tema de la situación de energía, en reconocimiento a una carta del mandatario estadounidense Joe Biden sobre la relación bilateral.

El temor y la preocupación, era que el Presidente mexicano se envolviera en la bandera nacional para definir lo que es efectivamente un pleito de abogados y de interpretaciones del Tratado México-Estados Unidos-Canadá.

El contenido de la carta no se ha divulgado, pero parece haber sido suficiente para acallar las preocupaciones de López Obrador, que en su habitual charla mañanera aseguró que hay una buena relación entre los dos países y que una pelea sería en detrimento del pueblo.

Y al margen de cómo se piense de cualquiera de los dos gobiernos, esa es la realidad: un distanciamiento sería desastroso para México y gravísimo para Estados Unidos. Las dos naciones tienen interés en el bienestar y el progreso del otro.

Los números dicen mucho: tres mil km de frontera, más de 600 mil millones de dólares anuales de comercio, 11 millones de mexicanos radicados en EU, hasta tres millones de estadounidenses pasan 10 meses del año o más en nuestro país. Y las tendencias indican que las economías y las poblaciones están cada vez más entrelazadas.

Estratégicamente, México está en la situación ideal para beneficiarse de nuevas tendencias de inversión y producción en el mundo, específicamente el nearshoring o el allyshoring, pero para ello necesita resolver problemas que inciden en la relación y preocupan a inversionistas mexicanos y extranjeros en general, como  seguridad y certidumbre legal.

México, le guste o no a sus dirigentes, está en la órbita geopolítica estadounidense con todos sus problemas, pero también con ventajas. En otras palabras, debe medir acercamientos y elegir sus peleas. No es nuevo y, de hecho, el gobierno estadounidense lo hace, no por generosidad o porque tengan un súbito amor por México sino porque es en su interés y el de su país: ¿por qué o para qué escalar un choque con una nación vecina y crearse problemas innecesarios?

La atención de EU es tener sólidos socios/aliados en su frontera. Canadá lo es, no sólo por identificaciones históricas y culturales. México lo puede ser y eso rebasa actitudes.

En ese marco, pueden quedar las cartas de legisladores estadounidenses o las peticiones para liberar a Assange. Son importantes en el momento, pero anecdóticas a fin de cuentas.

El problema no es que México pudiera tener un gobierno de izquierda o EU uno de derecha. El punto es que ambos sean capaces de reconocer sus límites, comunicarse y actuar de acuerdo con los intereses comunes y reconocer los del otro.

En una relación tan vasta, tan amplia y tan profunda como la que existe entre México y Estados Unidos hay sitio para peleas y complicaciones, pero también para entendimientos, arreglos y soluciones. 

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