A Complicated Process

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Un proceso complicado

China parecería el nuevo eje de competencia para Estados Unidos, tanto en lo económico como en lo militar, y en la lucha por influencia geopolítica

De que el mundo está en un proceso de cambio nadie tiene dudas.

Pero nadie, tampoco, tiene idea del rumbo que tomará esa transición y mucho menos que situaciones provocará.

Lo cierto es que el orden internacional, como se conoció después de la Segunda Guerra Mundial y, quizá hasta la era de la hegemonía europea, está en flujo y nuevos y antiguos poderes tratan de hacerse de un lugar, mientras inicia una regionalización.

Gran Bretaña fue durante más de 200 años uno de los mayores imperios que haya conocido el mundo, y en alguna medida, se podría decir que encontró en Estados Unidos un heredero y continuador para la hegemonía anglosajona.

Hoy, ambos países están en crisis de manufactura propia. Unos, EU, se preocupan por el futuro de su sistema político, que parece comprometido por el surgimiento de una figura del molde cesarista que aprovecha las crecientes frustraciones sociales y económicas de un sector de población que se siente amenazado, además por el crecimiento de minorías étnicas.

Desde afuera, Gran Bretaña parece un cascarón de lo que fue. El gobernante Partido Conservador está en medio de una lucha de poder sin resolución a la vista, luego de arrastrar a su nación a una ruptura con la Unión Europea –que por su parte tiene problemas internos–.

En ese marco están ciertamente los que creen que el actual hegemón, Estados Unidos, tiene que abandonar su papel de árbitro universal y retraerse ante los nuevos poderes en surgimiento. Hoy por hoy, sin embargo, es la única potencia con capacidad para involucrarse en cualquier región del mundo.

Están quienes quieren ver a la República Popular China como el nuevo polo de atracción. Ahora considerada como el segundo poder económico mundial, y se cree que el primero en un futuro previsible, Beijing vive un momento peculiar con la segunda reelección de Xi Jinping y su llamado a prepararse para momentos difíciles y de confrontación.

China parecería el nuevo eje de competencia para Estados Unidos, tanto en lo económico como en lo militar, y en la lucha por influencia geopolítica y suministro de materias primas. Pero está en un pulso económico con Washington, la desconfianza de sus vecinos y lo que bien podría ser un punto de inflexión en su desarrollo.

Rusia, pese a su imagen de potencia militar, parece ahora relegada a un segundo plano, ante los evidentes problemas creados por su semi-fallida invasión en Ucrania y a pesar de su impacto de desestabilización en Europa.

Ciertamente, el juego geopolítico está al máximo, con coaliciones momentáneas y la creación de nuevas alianzas.

Algunos creen que es el canto de cisne para modelos hegemónicos mundiales, pero también el momento de una globalización protagonizada por regiones: la UE, Oceanía, la comunidad túrquica, los países del Golfo y América del Norte.

Lo cierto es que no hay certidumbres, pero también alianzas obligadas.

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