Trump, from Idol to Scapegoat

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Hace dos meses parecía encontrarse en el camino de retorno a la Casa Blanca, con una oposición temerosa dentro del partido y, fuera de él

Por los últimos dos años Donald Trump pareció el rostro definitorio de la derecha estadounidense y en particular del Partido Republicano, su líder máximo, indiscutible. Hoy sin embargo, hay un número creciente de personas, dentro y fuera del Partido Republicano, que se preguntan si es una historia que está en sus etapas finales.

Tanto, dicen las usualmente bien informadas malas lenguas, que los propios demócratas desearían que el candidato presidencial republicano fuera Trump. Hasta hace dos meses parecía encontrarse en el camino de retorno a la Casa Blanca, con una oposición temerosa dentro del partido y, fuera de él, con un presidente Biden evidentemente vulnerable, enfrentado con una economía atribulada por la inflación, altos precios de la gasolina, crisis simultáneas en varias partes del mundo, en especial Ucrania y Taiwán. Biden, ya en sus 80 años, parecía un mandatario débil y cansado, condenado a ser visto simplemente como un buen hombre al que le vino grande el puesto.

Trump tuvo la posibilidad, y la aprovechó, de imponer candidatos a su gusto para puestos de elección como representantes (diputados) y senadores. Y ahí, puede decirse, empezó su caída. Porque en su deseo de ser agradables al nuevo cacique, los aspirantes elegidos por Trump resultaron más extremos y estridentes que él mismo, tanto en sus denuncias sobre la honradez de la elección de 2020 como en sus posturas sobre temas como el aborto. Y de hecho fueron demasiado lejos y se convirtieron en irritantes. El resultado de los comicios del 8 de noviembre último fue como un vaticinio cumplido de la famosa novela Il Gatopardo.

En otras palabras, hubo cambios para que todo siguiera igual: en vez de una victoria abrumadora, los republicanos consiguieron una raquítica mayoría en la Cámara baja y como máximo un empate en el Senado, como en los dos años anteriores. Fue un semifracaso electoral, pero políticamente fue una brutal derrota, que abrió la puerta a un torrente de acusaciones sobre Trump, que había sido denunciado ya por entrometerse en el proceso electoral republicano y robarle atención a los candidatos al adelantarse a lanzar su propia candidatura, con un discurso considerado como la oratoria apática de un candidato viejo y cansado.

Trump parece disfrutar en complicar las cosas, y recientemente recibió en su casa a Nick Fuentes, un personaje de la extrema derecha conocido por sus simpatías nazis y racistas, así como por el rapero Ye (antes Kanye West), autor de polémicas declaraciones antijudías.

Paralelamente, aspirantes que hasta hace unas semanas estaban al acecho en caso de que se presentara la oportunidad, hoy sienten que hay un espacio para ellos en la competencia por la candidatura presidencial republicana. Y peor aún, financieros y antiguos colaboradores abandonan a Trump, en búsqueda de nuevos rostros, que sin las complicaciones personales del exmandatario despierten menos antipatías.

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