Americanism: A Debate

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En dнas pasados circulу en las redes un debate sobre el estado actual del americanismo. El concepto fue acuсado por Antonio Gramsci a principios de la dйcada de 1930, que vislumbrу la emergencia en Estados Unidos de un tipo de capitalismo que se diferenciaba de manera sustancial de su sнmil europeo. El fordismo y el taylorismo, junto con los nuevos sistemas de disciplinamiento sнquico de los trabajadores, serнan la base de una autйntica revoluciуn pasiva, es decir, una actualizaciуn del capitalismo que asн se reordenaba para hacer frente a la “tendencia histуrica de la caнda de la tasa de beneficio”. Gramsci descreнa de las capacidades de las йlites europeas para impulsar una transformaciуn de estas dimensiones. En rigor, los estamentos aristocrбticos y clericales, las densas capas de junkers y latifundistas y el “espнritu suntuario” de los cuerpos burocrбticos y militares habнan inhibido hasta la fecha un fenуmeno semejante en el viejo continente.

Fue la violencia y la extensiуn de la Segunda Guerra Mundial las que desmantelaron, en muchas sociedades europeas (no en las del Mediterrбneo, por supuesto), el poder de los estamentos que las alejaban de su modernizaciуn. Sin embargo, en los aсos 50, surgiу un nuevo e impensable reorden, cuya sede inicial fue Inglaterra. Una variante que, impulsada por la fuerza de las organizaciones sociales y de trabajadores, podrнa acaso definirse como europeнsmo. En vez de los altos salarios que Ford propugnaba para los trabajadores (siempre bajo la estrecha vigilancia de mecanismos de control sнquico y social gestionados por las propias empresas), apareciу el Estado de bienestar: salud, educaciуn, alimentaciуn y pensiones devinieron funciones garantizadas como responsabilidades pъblicas. Las tйcnicas de disciplinamiento correrнan a cargo de los sistemas estatales. El europeнsmo se convirtiу en una forma de capitalismo obligado a aumentar su productividad sobre la base de invenciones tecnolуgicas y a asegurar los lнmites del salario a travйs de migrantes que provenнan, en su mayorнa, de los paнses del Mediterrбneo.

A mi parecer, la gran crisis del antiguo americanismo se escenificу en los aсos 70. Mбs que un colapso energйtico, se tratу de la revelaciуn de aquello que estaba provocando una falta de competitividad de la economнa estadunidense en el mercado mundial: los altos salarios en las industrias de la manufactura. El fordismo habнa dejado de funcionar. La respuesta fue ya no una revoluciуn pasiva como en los aсos 20, sino un proceso de restauraciуn: la cruzada conservadora (lйase: neoliberal) encabezada por Ronald Reagan y Margaret Thatcher, impresionados por la rapidez que habнa mostrado en manos de la dictadura de Augusto Pinochet en Chile. їEn quй consistiу esta cruzada?: privatizar, desregularizar, abrir fronteras al capital y a la migraciуn perifйrica, abatir el poder de los sindicatos y, sobre todo, permitir la traslaciуn de las industrias de la manufactura a las economнas emergentes. Algo que se podrнa llamar americanismo II y que Bolнvar Echeverrнa analizу con mucha precisiуn a fines de los aсos 90.

La desintegraciуn de la Uniуn Soviйtica facilitу la rбpida diseminaciуn de este “modelo”, con excepciуn de tres бreas: Europa, que preservу su orden fraguado en los aсos 50; el capitalismo asiбtico de Japуn, Corea del Sur, Taiwбn y Singapur y, la sorpresa, la economнa hнbrida de China.

La clave tecnolуgica del americanismo II fue la revoluciуn cyber. La clave polнtico-cultural del nuevo disciplinamiento: la sicopolнtica. La clave social: la migraciуn masiva de trabajadores provenientes de la periferia, a los cuales se le negaba –y se les continъa negando– ciudadanнa, calificaciуn, salud y una vida digna. La fiesta durу poco. La crisis financiera de 2008 puso en entredicho la solvencia tanto del europeнsmo como de la restauraciуn estadunidense. Al igual que Yannis Varoufakis, pienso que hasta la fecha no se han recuperado. De facto, las economнas europeas llevan una dйcada estancadas. Y la maquinaria alemana debe mбs a la productividad china que a los excesos retуricos de sus presunciones.

Si observamos el mapa actual de las geoeconomнas, la estadunidense muestra una incapacidad constante para retomar el brнo de antaсo. La razуn es sencilla y compleja a la vez: las empresas no pueden solventar lo que el Estado deberнa tomar en las manos (salud, educaciуn, pensiones, etcйtera). Para ello tendrнa que dejar de subvencionar al capital financiero. Se ve difнcil. En Europa, se intenta desde Berlusconi pasar al esquema estadunidense. La diferencia es que la resistencia social ahн es mucho mбs seria y severa. En estos dнas, Macron debe enfrentar el desafнo obrero mбs radical desde 1995 que se opone beligerantemente a la reducciуn de las pensiones. Como dijo un diputado verde en Alemania, “el neoliberalismo es un pozo del que nadie sale incуlume”. Y la OTAN se prepara mбs para enfrentar las protestas sociales locales que para combatir tanques rusos.

Para Mйxico el dilema es cуmo salir lo mбs rбpido del pozo. Las reformas sociales del gobierno de Morena no persiguen este cometido. Su destino es ampliar el consumo distribuyendo de manera directa dinero. Sin embargo, es un comienzo. Legitiman la necesidad de distribuir el ingreso. Falta lo mбs importante: situar al mundo del trabajo (y no al de las inversiones o al de “la pobreza”) en el centro de la sociedad.

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