Trump, Indicted

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Trump, imputado

La imputación al exmandatario es un hecho inédito, además de complejo jurídica y políticamente.

Es un hecho inédito y de muchas implicaciones. Por primera vez en casi 250 años de historia republicana, un expresidente de Estados Unidos deberá responder ante la justicia por cargos criminales. Y no solo un expresidente, sino un candidato. El polémico exmandatario Donald Trump, que lidera las encuestas para representar al Partido Republicano en las elecciones de 2024, fue imputado el jueves pasado por un gran jurado de Nueva York por presuntamente sobornar a una actriz porno para que ocultara la relación que habría sostenido con él en 2006, poco después de su matrimonio con la ex primera dama Melania Trump.

La imputación cayó como un meteorito en el ámbito político estadounidense, en donde no existen precedentes de una acusación de esta naturaleza. Un halo de respetabilidad e invulnerabilidad suele rodear a los expresidentes de ese país. Iniciar contra ellos un proceso penal es una línea roja de su cultura política que nunca se había cruzado.

Si bien los detalles de la imputación aún no se conocen, se sabe que estará vinculada al pago de 130.000 dólares que Trump le habría hecho a la actriz de películas para adultos Stormy Daniels, a fin de evitar que vendiera su historia a un tabloide. El dinero lo habría entregado un abogado de Trump, Michael Cohen, y habría sido reembolsado después por el mandatario. La Fiscalía probablemente aducirá que el pago de Cohen constituyó una contribución indebida a la campaña de Trump en 2016, puesto que las revelaciones de Daniels habrían perjudicado su aspiración presidencial. Se especula también que la Fiscalía añadirá cargos adicionales en relación con los negocios del magnate inmobiliario. El expresidente se entregaría el martes para comparecer ante un juzgado presidido por Juan Manuel Merchán, un juez de origen colombiano.

La imputación es compleja por varios motivos. Primero, por la ya señalada ausencia de precedentes para una acusación de este tipo. Estados Unidos ingresa en territorio inexplorado, tanto jurídica como políticamente. Segundo, porque el proceso se convertirá, sin duda, en un juicio-espectáculo que dominará la agenda mediática estadounidense por los próximos meses. El expresidente insistirá en que se trata de una persecución política en su contra. Tercero, porque, según el concepto de reconocidos expertos jurídicos de ese país, la condena dista de ser un caso fácil para los fiscales. Si no se demuestra más allá de toda duda razonable que Trump cometió un delito grave, el fallo podría volverse en contra de los acusadores, con repercusiones políticas para las elecciones de 2026.

La igualdad ante la ley es el ideal más sagrado de la república estadounidense. Nadie está por encima de ese principio, así haya ostentado las más altas dignidades. Por eso, a pesar de lo inédito de esta situación, lo importante es que la justicia actúe a cabalidad, sin motivaciones políticas. Si el expresidente cometió una falta seria, debe ser sancionado como corresponde. Y exonerado, en caso contrario. Una justicia que actúa sin miramientos en las situaciones excepcionales es una justicia en la que la ciudadanía puede confiar en las situaciones cotidianas.

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