Trump, A Nasty Piece of Work

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Al paso de seis años, ya no todos los que lo favorecieron con su voto creen en la propuesta del magnate. Razones hay de sobra

El expresidente de Estados Unidos Donald Trump dio arranque a su precampaña electoral para tratar de regresar a la Casa Blanca. El pasado 17 de marzo, montó todo un guion para lanzar un llamado a sus seguidores, buscando que eviten su detención y con ello proteger el movimiento “pacífico” que lo llevó a la presidencia en 2017.

Ya sabe usted que Trump nunca pierde, y antes de que hipotéticamente pueda ser detenido, se adelantó para movilizar a sus seguidores. Se refiere a los 74 millones de estadounidenses que lo favorecieron con su voto, pero al paso de seis años, ya no todos esos sufragantes creen en la propuesta del magnate. Razones hay de sobra.

Trump advirtió que espera ser arrestado –algo sin precedentes para un expresidente de EU– en un caso relacionado con un pago para comprar el silencio de la actriz porno Stormy Daniels, en 2006, pues ella asegura que pasaron la noche juntos cuando él tenía 60 años y ella 27. Su silencio costó 130 mil dólares.

Puede ser que el trumpismo hoy sea más fuerte que cuando Trump llegó a la Presidencia, pero hay nuevas figuras que se han sumado a ese movimiento y podrían tener mejores resultados electorales, incluso más radicales y frescas que el propio magnate, como es el caso del gobernador de Florida, Ron DeSantis.

Por eso, para las elecciones de 2024, los republicanos deben de elegir bien a su candidato si es que quieren retomar la Casa Blanca y mantener su mínima mayoría en la Cámara baja, porque el magnate tiene mucha cola acumulada que le pisen durante y posterior a su mandato.

Unos días antes de dejar la Casa Blanca, Trump arengó una turba contra el Capitolio, el 6 de enero de 2021, con el fin de evitar la confirmación de su derrota electoral y, por consecuencia, el triunfo del demócrata Joe Biden, bajo el argumento de que en esos comicios hubo fraude, pero nunca presentó pruebas.

Tampoco se puede olvidar su desdeñosa postura ante la llegada de la COVID-19, dijo que era una gripita, que por cierto a él también lo tumbó de salud y del poder. Eso sí, antes de irse fue de los primeros que se vacunó de la supuesta gripita que mató a más de un millón 113 mil estadounidenses.

Sólo al cruzar la puerta de la Casa Blanca, sacó a EU del Acuerdo de París; retiró el apoyo económico a la OMS; llevó al límite la relación con sus aliados de la OTAN; le dio voz a las locuras de su homólogo norcoreano y endureció las medidas antiinmigrantes. Luego estuvo en la antesala de dos impeachment durante su mandato, fue sacado de las redes sociales masivas como Facebook y Twitter. Ya fuera del poder, el FBI tuvo que allanar su mansión en Florida porque se llevó miles de documentos clasificados.

Como colofón, dos de sus empresas fueron condenadas por fraude y evasión fiscal. Con ese amplio récord buscará otra vez el voto estadounidense, pero hoy ya no lo acompañará Steve Bannon, ideólogo de su primera campaña.

La verdad, es que el supuesto enredo amoroso con la actriz porno le da a Trump la posibilidad de colocarse en el foco de la atención de Estados Unidos y del mundo, porque –desde el pasado fin de semana– ha estado arengando a sus seguidores a movilizarse en Nueva York para defender su “intachable” reputación sexual, política y fiscal.

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