Ni a Washington le conviene perder la amistad con Colombia que, como lo dijo Biden, ha sido piedra angular para EE. UU. en la región; ni a Colombia le conviene tener una relación avinagrada con Washington”.
No deja de ser curiosa la manera cómo los seguidores del presidente Gustavo Petro celebraron su visita oficial a Estados Unidos, y en particular al presidente Joseph Biden.
Por supuesto es motivo de celebración que se ratifiquen las buenas relaciones entre los dos países y desde aquí aplaudimos no solo la cumbre, sino la manera cómo se llevó a cabo y la altura que mostraron los mandatarios: se trata, sin duda, de una reunión de gran importancia para los dos países.
Sin embargo, decimos que llama la atención por el hecho de que Gustavo Petro construyó su carrera política (y también la subversiva) sobre la base de denostar de todo lo que tuviera que ver con lo que las guerrillas de los 70 llamaban el imperialismo yanqui. Podríamos decir que es una paradoja, que estén tan contentos por el estrechón de manos y las palmaditas en la espalda del hombre que representa ese país al que la izquierda colombiana por décadas dibujó como un demonio.
Pero eso ya es historia. Y más que mirar hacia atrás, lo mejor será ver ese apretón de manos como un símbolo positivo del cambio de los tiempos. Y, ojalá, un pronóstico de un buen futuro para la región. Ni a Washington le conviene perder la amistad con Colombia que, como bien lo dijo Biden ha sido piedra angular para Estados Unidos en la región; ni a Colombia le conviene tener una relación avinagrada con Washington.
La visita se desarrolló dentro del marco de la cordialidad y el respeto que han caracterizado las relaciones entre los dos gobiernos. Los presidentes han tratado de destacar los puntos en los que están de acuerdo, pero también quedaron planteadas importantes diferencias. Entre los propósitos que comparten están los relacionados con el cambio climático, las políticas energéticas y el candente tema de la migración. Mientras que las dos más grandes diferencias que evidenciaron tienen que ver con las políticas antidrogas y con Venezuela.
En cuanto a la lucha antidrogas, Petro ha sido muy crítico de la prohibición, no ha dado mayores resultados en interdicción y defiende la idea de no hacer nada contra el campesino que cultiva la coca. Planteamientos que no acaban de calar entre oficiales estadounidenses que llevan años defendiendo la teoría de la erradicación con el fin de menoscabar la capacidad de producción de los carteles. Otro punto que los distancia es el de aquellos capos que Estados Unidos pide en extradición y que en principio Petro no quiere entregar porque busca negociar con ellos lo que él ha llamado la Paz Total.
El otro punto es Venezuela. Petro aboga ante Biden no aislar a Maduro y que se retiren las sanciones de manera gradual y progresiva para que los venezolanos decidan su propio destino sin la presión de estas. Pero Biden le contesta que de eso nada, que puede llegar a hacer alguna revisión si ve que hay pasos sinceros hacia un regreso de la democracia en Venezuela.
El martes próximo, tendrá lugar en Bogotá una cumbre entre la oposición y el gobierno de Venezuela, mediada por el gobierno Petro, con la participación de dos altos funcionarios y un congresista de Estados Unidos y representantes de otro buen número de países. El proceso apenas comienza y de llegar a algún puerto podremos ver si se trata de un interés de Petro de lavarle la cara a una dictadura como la de Maduro o si de verdad se logra que Maduro acepte elecciones libres y transparentes y acate los designios de las urnas.
Con respecto a los asuntos en común, destaca el de la migración. Biden le agradeció a Petro “la hospitalidad y el apoyo que Colombia le sigue dando a los refugiados venezolanos.” Y ha pasado a la acción anunciando una campaña en la que Estados Unidos, Panamá y Venezuela pretenden frenar la inmigración ilegal a través de las peligrosas trochas de las selvas del Tapón del Darién, donde el flujo de inmigrantes se multiplica mes a mes a pesar de todas las tragedias que se dan allí. Ojalá esta cooperación entre los tres países dé resultados porque el costo en vidas es muy alto. Aunque, las últimas noticias muestran que sí se tapa el Darién, de todas maneras los migrantes buscan, por ejemplo, el mar vía San Andrés y otras rutas.
Se podría afirmar que Biden es uno de los presidentes estadounidenses que más conocimiento tiene sobre nuestro país. No en vano ha estado de visita en varias oportunidades y como senador fue uno de los grandes apoyos del Plan Colombia al votar a favor de él. La cortesía desplegada durante este encuentro con Petro, no debe sorprender. Era la que se esperaba de un líder político que considera que Colombia es un país cuyo progreso y estabilidad pueden irradiarse en bien de todo el continente. Su mensaje central fue que los dos países buscan “un hemisferio occidental unido, igualitario, democrático y económicamente próspero”. A lo que Petro añadió que hay muchas cosas de esa agenda en común que requieren poner manos a la obra ya.
¿Cuánto de todo este intercambio cortés se va a convertir en acción? Por lo pronto Petro ha pedido y Biden ha sonreído. De aquí en adelante, veremos.
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