Mexico and the US Elections

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México y EU en elecciones

El presidente Andrés Manuel López Obrador se queja del injerencismo estadounidense, y legisladores republicanos deploran y critican el injerencismo del mexicano

La relación entre México y Estados Unidos no pinta bien.

Se puede atribuir la culpa a quien se quiera. Pero parece no haber un deseo de comunicación ni de conversación. Al menos por ahora.

El presidente Andrés Manuel López Obrador se queja del injerencismo estadounidense, y legisladores republicanos deploran y critican el injerencismo del mexicano.

El hecho es que por décadas, una parte de la relación se fundó en la creación de vínculos personales y la capacidad de hablar con franqueza “en corto” y mantener la fachada de un al menos correcto ambiente público, aun en momentos difíciles.

Eran los tiempos de “estar de acuerdo en estar en desacuerdo” y de “aislar problemas para evitar que contaminen el resto de la relación”.

Hoy, se afirma en algunos círculos de gobierno de la capital estadounidense, el gobierno mexicano tiene pocos amigos, si acaso, en la estructura política de ese país.

Es en alguna medida una cuestión de confianza, o al menos eso dicen fuentes estadounidenses. La colaboración entre los dos países es obligadamente enorme, a todos los niveles y en todos los órdenes, como obliga la vecindad.

Pero hoy, partes de esa cooperación están limitadas.

Puede parecer poco importante dado el tamaño de la relación económica y el interés estadounidense en alentar el nearshoring, o sea la instalación en México de plantas para el proceso de fabricación.

Pero algunos creen que podría ser mucho más y mejor que lo registrado actualmente. Es, dicen ellos, una cuestión de oportunidades perdidas por determinaciones impredecibles y confianza en la situación legal.

El punto es que pese a esfuerzos de funcionarios de ambos gobiernos por mantener canales abiertos, el planteamiento de un día puede verse cuestionado al siguiente por un señalamiento o una determinación súbitamente anunciada en la conferencia “mañanera”.

De hecho, la actitud en Washington hacia México parece ser “nadar de muertito” en tanto que el gobierno mexicano ayude a controlar los flujos migratorios y continúe la recepción de no-mexicanos deportados, al menos mientras termina el periodo electoral estadounidense, o sea hasta noviembre del año próximo.

Después…

Hay preocupación por el posible tono de las campañas. En los dos países el próximo año será ocupado principalmente por pronunciamientos electorales; en Estados Unidos el proceso de selección de candidatos (elecciones primarias) se iniciará en enero y culminará en julio, en el caso de los republicanos, y en agosto, el de los demócratas. La campaña presidencial en sí ocupará septiembre y octubre.

En el lado mexicano el primer semestre será de campañas y las elecciones están programadas para el dos de junio.

El hecho es que la relación nunca ha sido fácil y que si bien es una cuestión de dos partes, a veces resulta que los dirigentes de un país se vean obligados a “torear” más al otro: ocurrió con el gobierno mexicano en tiempos de Donald Trump y ahora, toca al estadounidense.

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