El impacto político de las redes sociales está fuera de toda duda. Si serán las que conocemos o serán otras en formas que no sabemos, está por verse
WASHINGTON. En cierta forma, el anuncio de postulación hecho el miércoles por Ron DeSantis, el gobernador de Florida que aspira a ser candidato presidencial republicano y quizá Presidente, fue también una señal del futuro que viene, a pesar de todos los pesares.
No es que DeSantis tenga asegurado el camino a la candidatura presidencial de su partido, a pesar de un fondo de campaña que ya alcanza los 200 millones de dólares. De hecho, con todo y los recursos que lo apoyan, sus posibilidades de éxito parecen, como mínimo, limitadas por la fuerza del expresidente Donald Trump, convertido no sólo en su competidor sino en un enemigo “a muerte”.
El punto interesante, importante incluso, es que haya escogido usar Twitter como plataforma para el anuncio, en lo que se ve como una demostración del potencial de las redes sociales y el nuevo papel que juegan en la sociedad.
Es cierto que el lanzamiento sufrió problemas. Según la empresa, cerca de 500 mil personas se enlazaron en un momento dado y la plataforma enfrentó dificultades, incluso se “cayó”.
Pero al final, el diálogo de una hora con los empresarios Elon Musk, dueño de Twitter y la compañía automotriz Tesla, y David Saks, se desarrolló y DeSantis hizo su anuncio.
Con todo, mucho de la prensa política y los presuntos adversarios del gobernador de Florida se enfocaron en los problemas técnicos de Twitter. Después de todo, DeSantis se precia de ser un político eficiente y las redes sociales se presentan como una alternativa a los medios tradicionales, sean prensa escrita, radio o televisión.
La cadena Fox, hasta ahora el principal rostro de los medios conservadores en Estados Unidos, presentó su propia entrevista con DeSantis la noche del miércoles y lo anunció en Twitter con la promesa de que “Fox no se cae”.
Es también un choque entre viejos y nuevos medios, y empresarios: Fox pertenece al multimillonario Rupert Murdoch, un nonagenario dueño de un imperio que incluye diarios en Australia, Gran Bretaña y EU; Twitter fue adquirido en octubre por Musk, un empresario calificado como audaz, que lanzó la empresa de autos eléctricos Tesla, una aventura espacial.
Su pretensión es convertir a Twitter en algo más que una simple plataforma de 240 caracteres y pronto podrá, o eso dice, usarse para llamadas de voz y video. Y al parecer más: con todo y sus problemas, la conversación con DeSantis duró una hora.
Para marzo de este año, Twitter tenía poco más de 396 millones de usuarios en todo el mundo, incluso 73 millones en Estados Unidos (y 12 millones en México). Musk espera llegar a más de 930 millones en 2030, y eventualmente convertirla en una plataforma que sirva lo mismo para entretenimiento que para mensajes, para enviar dinero o para consumo de noticias.
El impacto político de las redes sociales está fuera de toda duda. Si serán las que conocemos o serán otras en formas que no sabemos, está por verse.
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