EU vs China: confrontación insensata
La embajada de China en México expresó un enérgico desacuerdo con las sanciones impuestas por Estados Unidos a 17 entidades e individuos chinos y mexicanos presuntamente involucrados en la proliferación internacional de equipos utilizados para fabricar drogas ilícitas, en particular fentanilo. La legación asiática sostuvo que los castigos irracionales impuestos por Washington perjudican los derechos e intereses de los sancionados, además de crear obstáculos a la cooperación bilateral para abordar el problema del tráfico de estupefacientes, un reto en el que Pekín afirma estar comprometido de manera total y patente.
Más allá de si la empresa y los sujetos señalados son culpables de la colaboración con el narcotráfico de que se les acusa, está claro que el problema de fondo no reside en las máquinas para producir pastillas, instrumentos que cumplen funciones legales y de obvia necesidad, y que no es posible sacar del mercado. El verdadero asunto, siempre evadido por las autoridades estadunidenses, radica en el ciclo de ganancias generadas por el narco en la economía de ese país, en las inocultables facilidades provistas por su sistema financiero para el lavado de capitales del crimen organizado, en la todopoderosa industria armamentista que se nutre de la violencia y obtiene pingües beneficios multiplicándola, así como en la profunda crisis moral de esa sociedad. Como es sabido, la actividad de los narcotraficantes nace de la enorme demanda de sustancias ilícitas entre los habitantes de Estados Unidos, y dicha demanda se origina en la pérdida de cohesión social, en un individualismo exacerbado que condena a las personas a una búsqueda infructuosa y exasperada de soluciones personales a graves problemas sociales, en un fundamentalismo de libre mercado que permite a las grandes farmacéuticas promocionar de manera irresponsable medicamentos opiáceos altamente adictivos.
Mientras Washington no despliegue estrategias serias para atajar la demanda y los factores que la animan, todo esfuerzo por acabar la oferta será fútil y se convertirá, como lo hace ahora, en fuente de males adicionales como la violencia o la expansión del crimen organizado a cada vez más ámbitos de la economía. El afán estadunidense de responsabilizar a China por sus propios padecimientos sociales deja a México en medio de un pleito que no le atañe, pero lo condena a pagar un precio altísimo en términos de violencia armada, corrupción y distracción por el combate a la delincuencia de recursos públicos que podrían emplearse en el fomento del bienestar.
Además de ser inservible para los propósitos que Estados Unidos dice buscar contra la producción de fentanilo, la apertura de otro frente de choque con China es una insensatez que puede conducir a una confrontación de consecuencias inimaginables. En vez de crear un nuevo conflicto internacional, la superpotencia debiera concentrarse en resolver mediante el diálogo y la diplomacia los diferendos existentes en torno a Taiwán, el control del Pacífico oriental, el comercio y los avances tecnológicos del gigante asiático.
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