Los republicanos se presentarán con una agenda que bien podría ser definida como de extrema derecha, la más extremista en más de medio siglo
Más y más, una parte de los estadounidenses parece extasiada por la posibilidad de que Donald Trump sea el candidato presidencial republicano en 2024.
Y más y más estadounidenses se preocupan por lo que eso pueda significar y más aún si llegara a ganar la votación del martes 5 de noviembre del próximo año.
No es tan simple, dado las negativas circunstancias que rodean a Trump, que enfrenta procesos judiciales por proceder ilegalmente para evitar su derrota electoral y de apropiarse indebidamente documentos secretos, y apuntan a que su presencia y sus propuestas preocupan, o incluso asustan, a un sector importante del electorado.
Sin embargo, una parte del dilema que hoy enfrentan los estadounidenses es que el octogenario presidente Joe Biden buscará la reelección aunque hasta sus propios correligionarios demócratas han manifestado preocupación por la edad y salud del gobernante.
Peor aún, desde hace meses se sabe que un nuevo choque entre los dos no provoca entusiasmo entre los votantes. Las más recientes encuestas indican que ambos tienen calificaciones negativas y los estadounidenses preferirían otros candidatos. Pero esos son los que hay, por lo pronto.
Trump cuenta con un núcleo fanático de seguidores que aseguran su dominio en el Partido Republicano, mientras el apoyo a Biden parece más condicionado, aunque el mandatario y su equipo usan los marcadores tradicionales de la política electoral, en concreto el comportamiento de la economía del país y la situación de sus instituciones. Pero Trump, según expertos, parece confiar más en los divisivos y coléricos argumentos del resentimiento que usó en su victoria de 2016.
Muchos analistas, historiadores y politólogos consideran que EU está atrapado en lo que un historiador, Alan Wolfe, describe como un “círculo vicioso” de creciente hostilidad ideológica y partidista en la que los líderes políticos, en especial los de derecha, ven “beneficio” en “alimentar aún más la ira”.
El magnate ha construido su estrategia política para ampliar las divisiones de la nación de formas que pueden ser difícil de revertir en el corto plazo. “No sé si (Trump) es un genio político o simplemente sabe algo instintivamente, pero seguro que ha exacerbado las conmociones y no sé cómo vamos a recuperarnos de él”, dijo Wolfe a la cadena CNN.
Trump y los republicanos, o estos aún sin aquel, se presentarán a los estadounidenses con una agenda que bien podría ser definida como de extrema derecha, la más extremista en más de medio siglo y una que, de acuerdo con sus críticos, amenaza con socavar principios fundamentales de la democracia estadounidense, tal como se conoce hasta ahora.
Pero la insatisfacción con el funcionamiento del gobierno no es exclusiva de los republicanos y los demócratas, enfrentan desafíos propios significados por el creciente distanciamiento entre sus sectores liberales y centristas. Y de paso, con su al parecer inevitable candidato presidencial.
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