Abbott’s War

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La guerra de Abbott

El gobernador de Texas lanza medidas que buscan empujar a migrantes a lugares más inóspitos y difíciles de cruzar

“Creo que hemos traspasado una línea hacia lo inhumano.”

Nicholas Wingate, médico y soldado

del Departamento de Seguridad Pública de Texas

El 3 de julio pasado, el médico y soldado Nicholas Wingate envió un correo electrónico a sus superiores para informar lo que estaba atestiguando en el Río Grande, en el estado de Texas, frontera con México: había visto a una migrante, de 19 años, embarazada, herida por rollos de alambre, “con un dolor evidente”, y sufriendo un aborto espontáneo, así como a un padre tratando de liberar a su hijo atrapado por alambres de púas en el agua.

Relataba también que él y sus compañeros se toparon con un grupo de 120 migrantes y cuando reportaron el hecho, recibieron la orden de empujar a todos hacia el Río “para que se devolvieran a México”. Los soldados se negaron y como respuesta les ordenaron que se alejaran del lugar.

Agregaba Wingate un hecho atroz: una madre y sus dos hijos fueron vistos intentando sobrevivir en el agua. La madre y un niño fueron sacados sin vida. El segundo niño nunca fue encontrado. ¿Cuántos sucesos más de esta índole habrán sucedido que no trascendieron porque no tuvieron quien los denunciara?

Una vez divulgado por la prensa el correo electrónico, las autoridades de Texas han negado que la policía estatal o la Guardia Nacional tengan órdenes de devolver a los migrantes al río y aseguran que protegen la integridad física de quienes intentan cruzarlo.

Pero fue el propio Gregg Abott, gobernador de Texas, quien anunció que se instalaría una barrera de boyas para evitar que los migrantes crucen a nado hacia su país.

La intervención se llama Operation Lone Star, Operación Estrella Solitaria, en alusión a la estrella que, ciertamente sola, ondea en la bandera de Texas. Entre otras acciones, la operación consiste ahora, además de la barrera de boyas, en el despliegue de 88 millas de alambre de púas a lo largo del Río Grande.

Recuerda las operaciones Hot Line y Guardián, puestas en marcha hace 30 años. En el fondo se trata de lo mismo: empujar a los migrantes a sitios más inhóspitos y difíciles para cruzar.

La operación se lanzó en 2021 y ha incluido desde entonces diversas acciones, acompañadas de un discurso político con intenciones electorales:

“Tenemos que entrarle (como héroes) porque la política de Biden es de puertas abiertas.”

Gregg Abbot ha recurrido a acciones polémicas: declarar “desastre” en 53 condados fronterizos o cercanos, para poder asignar militares a esas zonas.

Allí hay más de 5 mil elementos de la Guardia Nacional, muchos de ellos enviados por gobernadores republicanos. Asimismo, ha enviado autobuses con 16 mil migrantes a estados gobernados por demócratas: Washington, Nueva York, Chicago y Filadelfia, de acuerdo con cifras del gobierno texano.

Aunque la migración es competencia federal, las autoridades estatales arrestan a migrantes sin formalizar los cargos y retardan cuanto pueden la asignación de un abogado.

Abbott quiere ser candidato republicano a la presidencia de Estados Unidos y, como Donald Trump, busca hacer de la dureza contra migrantes su plataforma política. Las aspiraciones de Abbott tienen víctimas inocentes.

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