United States: A Soft Landing with China in the Pilot Seat

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Estados Unidos: el aterrizaje suave, piloteado por China

En esta ocasión, la enorme economía China está ayudando, con su triste desempeño, a la Reserva Federal en su política monetaria contra la inflación.

Cada día que pasa, con cada dato nuevo que se publica, parece que la economía de los Estados Unidos, capitaneada aparentemente por la Reserva Federal (la Fed), se acerca a lograr algo extremadamente inusual: lo que se conoce como un aterrizaje suave, caracterizada por una transición de una economía demasiado fuerte que provoca inflación, a una economía menos dinámica, en donde la inflación se encuentra bajo control, y en donde el desempleo no se dispara. Lograr tal transición ha sido históricamente muy complicado, pero los mercados financieros están apostando a que esta vez, será posible, aunque sea debido al infortunio de un inesperado aliado: China.

Le Fed debe perpetuamente encontrar un balance entre la menor tasa de desempleo posible y mantener la inflación bajo control. Esto significa que busca conseguir el mayor crecimiento factible al tiempo que mantiene la inflación dentro de su objetivo límite de dos por ciento.

De 2021 a la fecha la inflación se ha encontrado muy por encima del dos por ciento objetivo, alimentada por el aumento en costos derivado de la pandemia, pero también por un crecimiento económico sobre estimulado.

Ante el escenario anterior la Fed se ha embarcado en el alza de tasas más agresiva de los últimos cuarenta años, con el fin de moderar el exceso de demanda y lograr enfriar la inflación, pero sin provocar una recesión económica que dispare el desempleo.

Los datos diversos de la semana pasada mostraron que dicho objetivo parecería estar al alcance: las cifras de inflación de los diversos sectores mostraron los menores niveles de los últimos dos años, mientras que las cifras provenientes de los mercados laborales lo muestran robusto aún y con presiones de costos contenidos.

La creciente probabilidad de que este escenario se concrete tiene a las bolsas de valores boyantes, estableciendo récords en lo que va del año, y registrando rachas ganadoras históricas, elevando el optimismo de los inversionistas respecto de un crecimiento acelerado de las ganancias y los dividendos corporativos. El principal índice de Wall Street, el S&P 500 se ha anotado un incremento asombroso, por encima del veinte por ciento, uno de los mejores para el período de enero a esta fecha en la historia.

La avalancha de buenas noticias ha sido seguida de una euforia creciente y desbordante de los mercados de valores en donde los precios han subido hasta alcanzar valuaciones que implican que todo será perfecto, y que nada saldrá mal, que nada va a descuadrar este escenario fantástico de alto crecimiento y baja inflación, que será acompañada, pronto, por reducciones en las tasas de interés de la Fed.

Es normal que los mercados financieros se adelanten a los hechos. Los inversionistas siempre buscan anticiparse para poder sacar provecho. Pero ¿Qué podría salir mal en este escenario de perfección?

En primer lugar, la inflación misma. Dado que la economía sigue firme y la demanda muy fuerte, los motores de la desinflación son dos: la mejoría de la logística global, y la alta base de comparación. El primero está claro. Por ejemplo, el mercado de semiconductores, crítico para múltiples industrias en el mundo, ha pasado de una escasez alarmante, a un exceso de inventarios. Los precios de los chips se han derrumbado debido a varios factores, entre los cuales quizá el más importante sea el muy débil desempeño de la economía china.

El decepcionante crecimiento de la segunda mayor economía del mundo se encuentra detrás también del desempeño aplatanado de la mayoría de las materias primas, las cuales han llevado a los precios al productor en varios países a presentar tasas de crecimiento incluso negativas, convirtiéndose en un factor de presiones a la baja para la inflación mundial.

Pero el segundo de los motores merece un comentario de cautela. Como la inflación suele medirse usando los doce meses más recientes, los cálculos actuales incorporan los datos del verano del año pasado, cuando la inflación se encontraba inusualmente alta. Al arrastrar en el cálculo móvil los picos del 2022, es normal que los datos anuales salgan reducidos. ¿Pero que ocurrirá cuando, por ejemplo, en un año estemos usando como base de comparación las bajas inflaciones de estos meses?

Si la economía estadounidense permanece tan fuerte, con mercados laborales tan estrechos y un exceso de demanda abultado, como hasta ahora, a pesar del alza tan agresiva de tasas de interés que hemos visto, entonces la base de comparación, que en estos momentos está ayudando, se puede voltear en contra y a ser un factor de presión de la inflación.

Pero como lo saben los fans del futbol, no hay portero sin suerte. Tampoco hay una Fed sin suerte. Justo cuando le economía de Estados Unidos se encuentra en la encrucijada de seguir subiendo o no tasas de interés para enfriar más a la economía para controlar la inflación, su principal rival, China, le está ayudando a hacer parte del trabajo sucio, creciendo muy por debajo de las expectativas y desinflando las presiones sobre múltiples mercados de insumos que son clave en la formación de precios globales.

En la economía mundial, como en la vida diaria, aplica un principio: nadie sabe para quien trabaja, y en esta ocasión, la enorme economía China está ayudando, con su triste desempeño, a traer alegría a la Fed, quien se encuentra muy cerca de lograr el milagro de un aterrizaje suave, con una pequeña ayuda de sus amigos chinos.

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