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McCarthy sugirió los últimos días que la mayoría republicana podría buscar la impugnación constitucional de Biden “por actos de corrupción”

¿Impugnar o no impugnar? He ahí el dilema que enfrenta Kevin McCarthy, presidente de la Cámara baja del Congreso estadounidense y actor principal de un absurdo drama político-legislativo.

McCarthy sugirió los últimos días que la mayoría republicana podría buscar la impugnación constitucional del presidente Joe Biden, demócrata, por presuntos actos de corrupción.

Es ciertamente, un caso más de lo que en América Latina se ha bautizado como lawfare, o sea, el uso de procesos judiciales para tratar de desprestigiar, distraer o destruir a un enemigo político. En este caso es el empleo, por limitado que sea, del poder legislativo, pero el fin sería el mismo.

Que las presunciones de la corruptela de Biden estén vinculadas con algunas fechorías de su hijo Hunter, oveja negra de la familia, y presuntamente con negocios hechos por el joven Biden en Ucrania, alimenta las sospechas de los republicanos, especialmente los de derecha, ansiosos de vengarse por dos fracasados intentos demócratas de impugnar a Donald Trump y las actuales investigaciones y probables juicios en su contra en relación con sus reacciones a las elecciones de 2020.

Los legisladores proponen ahora que la Cámara baja elimine de sus registros las constancias de los intentos de impugnación contra Trump.

Pero mucho de la postura de McCarthy se debe a la necesidad política de satisfacer a los alrededor de 30 legisladores republicanos de ultraderecha que pueden retirarle su voto y cancelar su presidencia. Y se lo han hecho saber desde principios de año, cuando necesitó sus votos para ser electo presidente de la cámara.

Las condiciones impuestas por la derecha pusieron a McCarthy en una posición de debilidad: entre otras cosas, aceptó que con un legislador republicano que lo pida, deberá poner su presidencia a voto de nuevo.

El problema es que aún cuando la Cámara baja, con una raquítica mayoría republicana (222 a 213) hiciera las audiencias y trabajos necesarios, la impugnación de Biden no sería necesariamente el resultado. De entrada, porque implicaría la casi segura derrota electoral de por lo menos 18 diputados republicanos electos en distritos donde Biden tuvo mayorías de votos, y ellos también son necesarios para mantener la mayoría de su partido.

Paralelamente, hay demandas para que McCarthy exprese su lealtad a Trump, sujeto de cuatro indagaciones judiciales.

Esa consideración lleva a la otra parte del problema: el Senado está bajo control demócrata y varios senadores republicanos han expresado sus dudas sobre el caso de impugnación de Biden, lo que agrega a la impresión de que todo es simplemente parte de un circo político-electoral.

Después de todo, uno de los principios del lawfare es que “acusa que algo queda” y el cuestionamiento de la honradez y las capacidades del adversario siempre encontrarán oídos dispuestos en los partidarios propios, si no convencen a nadie más.

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