Otra rabieta machista de Trump
Una mujer como Rapinoe les resulta insoportable porque rompe todos sus esquemas.
Mientras la parte civilizada de la nación lamentaba la eliminación del campeonísimo equipo de futbol femenino de Estados Unidos de la Copa Mundial de 2023, Donal Trump hacía gala de su irremediable machismo regocijándose de la derrota y atacando a la capitana del equipo, Megan Rapinoe, por haber fallado un penalti.
Como todo buen buitre, el obeso Trump al que los juanetes le sirvieron de pretexto para evadir el servicio militar en Vietnam pero le hubieran impedido jugar futbol, ahora se autonombra experto en el balompié para indicarle a la capitana del equipo varias veces campeón cómo tirar un penalti.
‘Buen tiro Megan’, le tuitea reclamándole por haber fallado uno de los penaltis del juego. Y fiel a su costumbre de pintar escenarios esperpénticos para erigirse en el salvador de la patria, aprovecha la derrota para atacar al Presidente Biden.
A estas alturas, ya todos sabemos que la lógica no es su fuerte. Y que le importa un pepino que su argumento sea disparatado. Su obsesión es enlodar a quienes percibe como enemigos.
El fracaso de la selección, dice en su delirio, fue “emblemático de lo que le está sucediendo, bajo la administración de Joe Biden en nuestra alguna vez gran Nación”.
El berrinche de Trump tiene su origen en el desaire que Rapinoe, y del resto del equipo, le hicieron en 2019, cuando previo al Campeonato Mundial, Rapinoe declaró que ella no visitaría la Casa Blanca a ser felicitada por Trump si ganaban la Copa del Mundo de ese año en Francia. Y Rapinoe no estaba sola. Muchas de las principales jugadoras del equipo la apoyaron, y cuando la ganaron el equipo cumplió su promesa de no presentarse en la Casa Blanca mientras Trump fuera presidente.
El desaire sacó de sus casillas al energúmeno y a sus seguidores que la tacharon de traidora a la patria y de inmediato empezaron a insultarla. ¿Sus sinrazones? Rapinoe es una mujer lesbiana que lucha abiertamente por los derechos LGBTQ; también apoya el Movimiento Black Lives Matter; fue la primera atleta blanca que en solidaridad con el futbolista Colin Kapernick se arrodilló durante la ejecución del himno nacional y fue también una de las principales figuras en la exitosa batalla por lograr la igualdad salarial con el equipo nacional masculino. (Una pelea más que justa si consideramos que el récord del equipo femenino es infinitamente mejor que el de la selección masculina en competiciones mundiales).
En pocas palabras, Rapinoe representa un conjunto de ideales que contradicen la visión del mundo de Trump y sus seguidores, que siguen pensando, como dice el viejo refrán español, “mujer que sabe latín no tiene marido ni tiene buen fin”.
No debemos olvidar que la base de Trump está formada, en su inmensa mayoría, por hombre blancos sin educación universitaria y, como bien dijo Barack Obama en un momento de enorme sinceridad, “Son amagados que se aferran a sus armas o a la religión o a la antipatía por la gente que no es como ellos, o al sentimiento anti-inmigrante, o anti el comercio libre, todo esto como una forma de explicar sus frustraciones.”
Una mujer fuerte como Rapinoe amenaza su masculinidad y por eso a Trump y a sus seguidores se les señala como “puercos machistas”. El término no es nuevo, surgió por primera vez después de la Segunda Guerra Mundial cuando más mujeres ingresaron al empleo remunerado. Esto amenazó la autoestima que muchos hombres derivan de su dominio sobre las mujeres en la familia, la economía y la sociedad en general.
Y como los “puercos machistas trumpianos” piensan que las mujeres deben permanecer en la cocina o en la cama, una mujer como Rapinoe les resulta insoportable porque rompe todos sus esquemas.
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