A Country in Crisis

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La situación es más complicada, ya que no hay un candidato claro a ocupar el puesto que McCarthy mantuvo hasta el martes, y mucho menos, a enfrentar la que parece la cuestión fundamental para los estadounidenses

Estados Unidos enfrenta una crisis política sin precedentes en su historia.

La destitución del republicano Kevin McCarthy, presidente de la Cámara baja puede ser vista, por un lado, como consecuencia lógica de lo que pasa a un político que hace promesas contradictorias que no puede cumplir.

Pero también, como síntoma de un problema mayor.

“El gobierno estadounidense está diseñado para no marchar muy bien. Dados todos los contrapesos y divisiones de autoridad, requiere de compromiso y negociación. Pero cuando una parte se rehusa a comprometerse o negociar, el sistema no funciona. En este caso, un pequeño grupo de extremistas de derecha rechazaron aceptar el compromiso y cerraron el sistema”, comentó el politólogo Bill Schneider, que en 2016 publicó el libro “Standoff: How America became Ungovernable” (Estancado: cómo Estados Unidos se volvió ingobernable”).

En el caso de la Cámara baja, es la que autoriza el presupuesto y su ejercicio; su estancamiento implica la parálisis del gobierno. El presidente de ella está además en el tercer puesto en caso de sucesión presidencial.

La situación es más complicada, ya que no hay un candidato claro a ocupar el puesto que McCarthy mantuvo hasta el martes, y mucho menos, a enfrentar la que parece la cuestión fundamental para los estadounidenses: ¿cómo lidiar con una banda de extremistas del propio partido, presuntos guardianes de la pureza ideológica, y al mismo tiempo, negociar con la bancada opuesta?

Pero con una mayoría de 221 a 212 está obligado a negociar para lograr algo.

McCarthy encontró que a pesar de ser un sólido conservador, las concesiones que hizo a su extrema derecha para ser electo presidente de la cámara fueron insuficientes para aplacarla.

Al contrario, en la negociación que puso fin a 15 rondas de votación internas republicanas para elegir a su líder en enero de este año, les dio un poder muy superior a su tamaño, incluso, la posibilidad de someter su jefatura a referendo. Y la usaron.

McCarthy cosechó también la desconfianza que sembró en sus tratos con los demócratas a lo largo del año, que culminaron en la decisión de iniciar el proceso para la impugnación constitucional del presidente Joe Biden, sin mayor base aparente que la sospecha de que posibles actos de corruptela de su hijo Hunter podrían alcanzarlo.

Los demócratas pudieron haber salvado a McCarthy y evitado el caos actual, pero, ¿porqué habrían de hacerlo? La desconfianza en una mínima mayoría que parece empeñada en el suicidio político por sus acciones y que, por otra parte, se acerca al expresidente y aspirante presidencial Donald Trump, con posiciones cada vez más extremas, no alienta al diálogo.

Qué sigue ahora nadie está seguro. El presidente provisional, Patrick McHenry de Carolina del Norte, un consevador, tiene relativamente poco poder y sólo se quedará hasta que alguien sea electo formalmente. Pero eso no parece cercano y sus primeras acciones han sido de hostigar a los demócratas.

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