The Trump-Biden Race Is Underway

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Hoy se pone en marcha el largo proceso de primarias en Estados Unidos con las que celebra el Partido Republicano en el estado de Iowa, donde la intención de voto en favor de Donald Trump ronda el 80%. El martes, 23 será el Partido Demócrata el que pulse el botón de las primarias en el estado de New Hampshire, con Joe Biden como seguro vencedor. Y ambos partidos tienen subrayado en rojo en el calendario el supermartes, 5 de marzo, cuando se convocarán en diez estados, entre ellos California y Texas, dos caladeros importantes de votos en una jornada que seguramente despejará el camino hacia la nominación de los dos grandes favoritos para medir sus esfuerzas, por segunda vez, el 5 de noviembre.

Nunca antes unas primarias fueron menos necesarias desde que, en 1972, se estableció un sistema que coloca el voto popular por encima de la estrategia de la dirección de los dos grandes partidos y permite saber de antemano quiénes serán los candidatos nominados. Porque no hay duda de que ni en las filas demócratas ni en las republicanas aparecen nombres capaces de perturbar la carrera hacia la Casa Blanca de Trump y Biden, corredores ambos de una carrera sin oponentes.

El primer debate entre los teóricos adversarios de Trump, Ron DeSantis y Nikki Haley, evidenció la debilidad de ambos. Ni la guerra cultural del primero, gobernador de Florida, quiebra la adhesión multitudinaria de los votantes conservadores alrededor del expresidente, ni el discurso de la exembajadora de Trump en las Naciones Unidas se distancia en lo esencial del de su antiguo jefe. Por lo demás, resulta significativo que ninguno de los dos osara poner en duda el compromiso con la democracia de su teórico adversario, agitador del asalto al Congreso el 6 de enero de 2021 y con más de 90 acusaciones, de las que ha de responder en diferentes instancias judiciales. Se oponen a Trump, pero no lo combaten.

La situación en el campo demócrata no es muy diferente: el partido ha carecido de determinación para oponer a un candidato octogenario un político consolidado y capaz de movilizar cuanto sea necesario tres importantes caladeros de votos: las mujeres, las diferentes minorías, especialmente la afroamericana, y los jóvenes. No abundan los precedentes de un presidente privado de presentarse a la reelección, pero tampoco son muchos los casos en los que el presidente aspire a un segundo mandato a tan avanzada edad y con un índice de aceptación del 40%, fruto del estado de ánimo de un sector de los votantes liberales, defraudados con Biden, y de la marcha de la economía.

El porcentaje de apoyo a Biden es parecido al que tenía Trump en 2020, cuando encaró su último año de mandato, pero se atribuía al entonces presidente una capacidad de retener a sus votantes que se antoja menor en el caso de su sucesor. Aun así, su dinamismo para movilizar al electorado fue insuficiente para alcanzar la victoria y hubo de conformarse con ser el candidato perdedor más votado de la historia. La razón fue la decantación del lado demócrata de estados bisagra claves, aproximadamente los mismos que lo serán en noviembre. Y ahí se multiplican las dudas acerca de la habilidad de Biden para activar votantes. Una incógnita que no despejarán las primarias, de resultado tan previsible antes de empezar.

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