Deliberately Complicit

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Más de 150 países en la Asamblea General de las Naciones Unidas condenaron el genocidio que el régimen de Israel ejecuta contra el pueblo palestino en la Franja de Gaza y en los territorios ocupados; y millones de personas en prácticamente todo el mundo se manifiestan en las calles, rechazan y denuncian el crimen que vemos a diario.

En Estados Unidos se repiten una y otra vez estas protestas, lo mismo ante la Casa Blanca y el Congreso en Washington D.C. que en otras importantes urbes o instituciones. Incluso estadounidenses judíos están entre los más activos en la impugnación de esta incontestable violación del Derecho Internacional y humano. Crece el número de los estadounidenses que están contra el atropello realizado visiblemente y sin disimulo, y piden que se ponga fin al asedio de Gaza.

El domingo, The New York Times publicó que más de mil pastores afroamericanos se habían sumado al llamado generalizado para un alto el fuego en Gaza.

El mundo razona que es obligación impedir que continúe el genocidio. Pero…

La Corte Internacional de Justicia, el viernes 26 de enero, hizo un pronunciamiento sobre la acusación de genocidio hecha contra Israel por Sudáfrica. No pidió un alto el fuego, aunque sí mantuvo que debía seguirse investigando la imputación de genocidio. Justo luego de esta decisión, en conferencia de prensa de altos funcionarios de la Casa Blanca, el Coordinador de Comunicaciones Estratégicas del Consejo Nacional de Seguridad, John Kirby, fue varias veces interrogado por los periodistas sobre el tema, y estas fueron algunas de sus declaraciones:

«El Primer Ministro Netanyahu y el Gabinete de Guerra tienen una gran tarea por delante. Vamos a seguir asegurándonos de que se beneficien no sólo de la asistencia de seguridad estadounidense, sino también del asesoramiento estadounidense, asesoramiento que les hemos estado brindando desde el principio».

Días antes, Kirby había dicho que las acusaciones contra Israel eran «infundadas, contraproducentes y completamente carentes de base alguna». Ahora

reiteró: «y no tenemos indicios de que estén intentando deliberadamente exterminar al pueblo de Gaza».

El colmo de la ceguera voluntaria y la manipulación engañosa para «justificar» la complicidad de Estados Unidos con Netanyahu y su gabinete de guerra, lo aportó la representante demócrata californiana Nancy Pelosi —quien por muchos años encabezó la Cámara de Representantes, cuando su partido era mayoría. La Pelosi sugirió que la demanda del cese el fuego era «el mensaje de Putin» y el FBI debería investigar a los grupos que están hablando sobre las políticas proisraelíes de Biden.

Con certeza, hay complicidad de Estados Unidos con la brutal masacre y la limpieza étnica que tiene por escenario Gaza, y el viernes en la búsqueda de esa verdad y su revelación pública, miembros de los principales grupos palestinos de derechos humanos, residentes de Gaza y palestinos estadounidenses, expusieron ante el tribunal de distrito de Estados Unidos en Oakland, California, que la administración Biden debería detener su apoyo financiero y militar a Israel; y sostienen con mucha razón que el presidente Joseph Biden, el secretario de Estado, Antony Blinken, y el jefe del Pentágono Lloyd Austin, son responsables por no cumplir con sus obligaciones de prevenir el genocidio.

En Palestina, el horror se instaura de por vida en los corazones de su infancia. ¿Acaso puede vivirse sin alimentos, agua potable y cuidados médicos, sin un techo, huérfanos sin familia o padres que lloran a sus hijos? Desde el 7 de octubre hasta el día 115 de bombardeos y asedio, son 26 637 los asesinados, la mayoría niños y mujeres, y 65 387 los heridos, no pocos de ellos mutilados. Y Estados Unidos sigue proporcionando sustancial apoyo militar, financiero y diplomático a Israel.

El clamor de cese el fuego se expande; sin embargo, el holocausto palestino no cesa. ¿Cómo detenerlos?

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