‘Paris Is Well Worth a Mass’

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Será importante ver lo que haga Biden para superar las percepciones de debilidad y vejez; más interesante será el desafío que enfrenta Trump

El llamado supermartes estadounidense, cuando los militantes demócratas o republicanos de 15 o 16 estados, según la cuenta, votan o hacen pública sus preferencias por tal o cual candidato, dejaron un resultado previsible, pero también sorpresivo.

Previsible porque tanto el presidente Joe Biden, por los demócratas, y el exmandatario Donald Trump, por los republicanos, barrieron literalmente en el proceso.

Pero en el juego de las expectativas, se revelaron debilidades serias, especialmente en el caso de Trump. Y un hecho: su problema será menos el ganar votos que como evitar perderlos.

Cierto: Biden sólo perdió en una votación, en la Samoa Americana, un territorio del Pacífico donde compitió con un político local de nombre Jason Palmer y cayó por 51 votos a 40.

Lo grave es el número de votos, en especial de grupos izquierdistas y árabe-estadounidenses, que lo abandonaron por su apoyo a Israel en la invasión de Gaza para perseguir al grupo palestino Hamas. Se estima que unos 100 mil demócratas, especialmente en Michigan, se abstuvieron de votar.

Por lo demás, fue solo todo el camino, acompañado de las preocupaciones por su edad, salud y debilidades políticas.

Trump ganó todo, excepto Vermont, donde fue derrotado por Nikki Haley, que se retiró el miércoles de la contienda. Pero al hacerlo, la exgobernadora y exembajadora hizo visibles los problemas de Trump.

De acuerdo con una estimación, algo más de 2.2 millones de militantes republicanos han participado en las primarias hasta ahora. Pero mientras Trump ganó casi todo, con algo más de 1.5 millones de votos, su rival obtuvo más de 700 mil sufragios, lo que implica un tercio de republicanos que no votaron por él y en algunos casos jamás lo harán.

Al margen de eso, enfrenta además problemas por las posiciones republicanas en cuanto al aborto, su situación legal, sus posturas frente a minorías y sus problemas de dinero.

Para ambos, virtualmente seguros candidatos, la unidad de su partido es importante, pero no la tienen.

Esa lealtad es de la mayor importancia. Basta con recordar los márgenes de victoria de Biden sobre Trump hace cuatro años: Arizona, por 10,457 votos, Georgia por 12,670, Nevada por 33,500 y Wisconsin por 28,882.

Lo cierto es que los dos candidatos deben iniciar ahora esfuerzos ya no sólo para consolidar sus bases sino comenzar a ganarse a los electores que se consideran independientes y son la fuerza que dará el triunfo a uno u otro.

Será importante ver lo que haga Biden para superar las percepciones de debilidad, vejez y las decisiones; más interesante, quizá, será el desafío que enfrenta Trump: moderar su retórica, superar su imagen de tramposo y defraudador, marginar sus actuales problemas legales y recaudar fondos.

Hacer ajustes tendrá costos para los dos. Pero después de todo, como dijo el rey hugonote, Enrique III de Navarra, en 1593 al convertirse al catolicismo para transformarse en Enrique IV de Francia: ‘París bien vale una misa’.

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