De migración, ni la menor idea
Gregg Abbott, gobernador de Texas, y Andrés Manuel López Obrador, presidente de México
Gregg Abbott, gobernador de Texas, y Andrés Manuel López Obrador, presidente de México, tienen una cosa en común: respecto a migración, no tienen la menor idea. Dos enfoques diferentes, pero ambos muestran el nulo entendimiento de los problemas asociados al fenómeno y cómo atenderlos.
Tienen también la cuestión intrínseca de recibir migrantes (México asimismo los expulsa) y el compartir más de 1,500 km de frontera. Estados Unidos tiene una frontera total de 3,152 km.
Ante la promulgación de la Ley SB4, que permite al gobierno texano expulsar a los migrantes de manera inmediata por el punto que entren a su estado, López Obrador dijo que no aceptará a los deportados…
Imposible defender dicha ley; de hecho, una corte federal de apelaciones en los Estados Unidos emitió el martes 19 de marzo una orden que deja sin efecto temporalmente la normatividad. La razón: los defensores de esta “no supieron explicar cómo ni cuáles serían las repercusiones de la Ley SB4”. Y por supuesto que las tendría; desde la violación a los derechos humanos de los deportados, hasta una merma en la oferta laboral para Texas y otros estados de la Unión Americana.
Pero más allá de lo inhumana de la Ley o que se encuentre temporalmente suspendida, ¿qué hará López Obrador al respecto si envían migrantes a nuestro país?
Ya con Trump quedó patente que la Guardia Nacional funcionó como un muro de contención para que los migrantes no pudieran pasar a nuestro país vecino del norte.
Ha quedado patente también que, en México, hay “niveles” en la atención de los migrantes. Basta recordar el incendio en Ciudad Juárez donde murieron 40 de ellos.
A casi un año de la negligencia tornada en tragedia (fue el 27 de marzo de 2023), Francisco Garduño, titular del Instituto Nacional de Migración de México, continúa en su puesto. No hay justicia para los migrantes muertos; además que, con este evento como en el trato diario que reciben, nuestro país no tiene ninguna autoridad moral.
Las condiciones adversas que enfrenta la mayoría de migrantes que quieren cruzar el Río Bravo están resultando diametralmente opuestas si se trata de migrantes venezolanos. López Obrador les regalará el dinero de nuestros impuestos a quienes deseen regresar a Venezuela, gracias a un convenio firmado con Nicolás Maduro. $110 dólares al mes por persona durante todo un semestre.
¿A cuántos migrantes venezolanos se les dará este regalo? No se sabe ni se sabrá. Dinero que bien se podría utilizar en nuestro país para muchas necesidades. Más allá de esto último, no deja de ser patético (y muestra el cinismo de Maduro y de López Obrador) que el dinero se les entregará en dólares estadounidenses. No en pesos mexicanos o en bolívares.
En lo que se refiere a Abbott y su ley antiinmigrante, cuando vuelva a entrar en vigor: ¿qué hará? o ¿qué puede hacer López Obrador al respecto? Sí se sabe: nada. Sus dichos son solo palabrería y aunque dice que no se quedará de brazos cruzados, ya sabemos que el ganso se cansa.
Mientras tanto ya comunicó que el gobierno de México está en contra de esa ley porque “es contraria a los derechos humanos, al derecho internacional y a la Biblia”. Se sabe, la Biblia no es ningún ordenamiento jurídico en nuestro país, y tampoco habla de migrantes, pero poco importa, porque en temas de migración, nuestro Presidente no tiene ni la menor idea.
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