Joe Biden is living a personal drama to which everyone is entitled to an opinion. Literally, everyone.
He is an old man who shows unmistakable signs of senility. It's natural, it can happen to anyone. Well, not to him. He is the president of the United States and is planning to stay another four years in the Oval Office. Even if he wins, the decline of his faculties sets off warning bells. His condition will not heal; in fact, it will become more serious as time goes by. The bottom line.
What is most worrisome is that his condition generates poor performance in important moments, such as during his debate with Donald Trump last week. The debate opened up a broad avenue for the return of the Republican to the White House. This is what really has everyone invoking Jesus: Trump is a dangerous man. He is a convicted felon who orchestrated a coup not too long ago. Yes, that sounds harsh, but that's just what he did. He staged a coup against American democracy. A trial concluded a few days ago which dealt with his paying for sexual services with public funds. He was found guilty, but against all logic he is in the battle for the U.S. presidency and is winning. How did we fall so low?
The crisis of political leadership in the United States is embarrassing. That the presidency is being decided between Biden and Trump is pathetic. Hours after the debate, someone who knows about this, a teacher, Ms. Uribe, told me that it looked like a bad animated movie of Geppetto vs. Pinocchio. An old man who doesn't realize he is no longer part of the solution but part of the problem versus a compulsive liar who falsifies just like he breathes: naturally.
Many in America think that the only option is for the Democrats to offer a different candidate for the November election to try to prevent Trump's return. Biden needs that. President Biden is the top representative of the American establishment. He began holding political office in 1970 as a county councilor in his home state. Two years later, he came to the Senate as a representative of Delaware. So he has been in the big leagues for more than half a century. He has been a good president, but the decline of his faculties will soon lead him to retirement, when he can then go to Palm Beach to rest.
The deep concern generated by the situation was reflected in an unusual statement made by the editorial board of The New York Times, a newspaper with Democratic leanings. It asked Biden to put an end to his candidacy for the sake of American democracy. The New York newspaper said that Trump has proven to be a significant danger to democracy, an erratic and self-serving figure who is unworthy of public trust. He has systematically undermined the integrity of elections. In last week's debate, Biden needed to offer clear assurance that he is up to the extraordinary demands of the office of president of the United States; however, what was clear to all was that Biden is not the man he was four years ago. He no longer is. In the debate, he struggled to string sentences together, to formulate ideas.
Back to the iconic newspaper: Calling for a new Democratic nominee at this point in the campaign is not to be taken lightly. It reflects the magnitude and gravity of Trump's challenge to the values and institutions of this country and the apparent inadequacy of Biden to meet it.
Joe Biden vive un drama íntimo del que todo mundo tiene derecho de opinar. Literalmente, todo el mundo.
Es un hombre mayor que muestra señales inequívocas de senilidad. Es algo natural, a todos le puede pasar. Bueno, a él no. Es el presidente de Estados Unidos y está buscando quedarse otros cuatro años en el Despacho Oval. Incluso si gana, el declive de sus facultades prende los focos de alerta. Su padecimiento no sanará, de hecho, será más grave conforme pase el tiempo. Así las cosas.
Lo que más preocupa es que su padecimiento genera un pobre desempeño en momentos importantes como en el debate que tuvo con Donald Trump la semana pasada. El debate le abrió al republicano una ancha avenida para regresar a la Casa Blanca. Esto es lo realmente tiene a todos con el Jesús en la boca.Trump es un hombre peligroso. Es un delincuente condenado que no hace mucho promovió un golpe de Estado. Sí, suena fuerte, pero eso fue justo lo que hizo: dar un golpe a la democracia norteamericana. Hace unos días terminó un juicio en su contra por pagar con fondos públicos servicios sexuales. Fe declarado culpable, pero contra toda lógica está en la batalla por la Presidencia de EU y va ganando. ¿Cómo caímos tan bajo?
La crisis de liderazgo político en Estados Unidos es de pena ajena. Que la Presidencia se esté dirimiendo entre Biden y Trump es patético. Horas después del debate, alguien que sabe de esto, la maestra Uribe, me dijo que parecía una mala película animada de Geppeto vs Pinocho. Un anciano que no se da cuenta de ya no es parte de la solución sino del problema, en contra de un mentiroso compulsivo que falsea como respira, de manera natural.
Muchos en Estados Unidos piensan que la única opción es que los demócratas presenten para la elección de noviembre un candidato diferente para tratar de impedir el regreso de Trump. Biden necea. El presidente Biden es el máximo representante del establishment norteamericano. Comenzó a tener cargos políticos en el año 1970 como consejero en su condado natal. Dos años después llegó al Senado como representante de Delaware. De forma que tiene más de medio siglo en las grandes ligas. Ha sido un buen presidente, pero la declinación de sus facultades lo llevarán dentro de poco al retiro, para que se vaya a descansar a Palm Beach.
La situación genera honda preocupación que se reflejó en el inusitado texto del Comité Editorial del New York Times, un diario de perfil demócrata que pidió a Biden poner fin a su candidatura por bien de la democracia estadounidense. Dice el rotativo neoyorkino que Donald Trump ha demostrado ser un peligro significativo para la democracia, una figura errática e interesada que es indigna de la confianza pública. Ha atentado de manera sistemática contra la integridad de las elecciones. En el debate de la semana pasada Biden necesitaba convencer de que está a la altura de exigencias extraordinarias de un cargo como el de presidente de los Estados Un dios, pero fue evidente para todos que Biden no es el hombre que era hace cuatro años. Ya no lo es. En el debate le costaba hilar frases, redondear ideas.
Volvamos al emblemático diario que apuntó que pedir un nuevo candidato demócrata a estas alturas de la campaña es una decisión que no se toma a la ligera, pero refleja la magnitud y la gravedad del desafío que implica Trump a los valores y las instituciones de este país y lo inadecuado que parece ser Biden para enfrentarlo.
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