Act of Political Violence Marks Turning Point in US Presidential Race

<--

El intento de asesinato de Donald Trump llega en un clima extremo de polarización que mina las bases de la democracia

El intento de asesinato del que ha sido víctima Donald Trump, además de un acto de violencia que agrava el clima de polarización extrema que arrastra EEUU, supone un punto de inflexión en la carrera de las presidenciales que se celebran el próximo noviembre. Desde que en 1981 Ronald Reagan fue objeto de varios disparos, ningún presidente o ex presidente de EEUU había sufrido un tiroteo. El suceso, que se investiga como un atentado, dejó herido leve a Trump -fue herido en su oreja derecha- durante un mitin en la ciudad de Butler, Pensilvania. Su vida no corre peligro dado que ninguno de sus órganos vitales se vio dañado y fue evacuado con rapidez. Sin embargo, las impactantes imágenes en las que puede observarse al ex mandatario yéndose al suelo después de que el atacante abriera fuego para después, con el rostro ensangrentado, levantar el puño en señal de resistencia, suponen un refuerzo de su candidatura.

El atentado fallido, que no puede considerarse un hecho aislado teniendo en cuenta los precedentes de violencia política en EEUU, fue consecuencia de un grave fallo de seguridad del servicio secreto, que presta servicio a Trump en su calidad de ex presidente. El Congreso ya ha abierto los trámites para depurar responsabilidades, mientras que el FBI identificó al autor de los disparos como Thomas Matthew Crooks, un joven de 20 años, portador de un fusil AR-15 y registrado como votante republicano.

Al margen de la vertiente que atañe a la seguridad, estamos ante un gravísimo episodio de violencia que arroja una lectura política de efectos imprevisibles. Primero, porque llega en vísperas de que Trump sea este lunes nominado oficialmente candidato del Partido Republicano a la Casa Blanca en una convención en la que también se dilucidará el ticket que acompañará al magnate como aspirante a la Vicepresidencia. Y, segundo, porquela imagen de un Trump superviviente de un magnicidio frustrado redobla la adhesión de sus enfervorizados seguidores. Y ello en un contexto en el que Joe Biden se ve cuestionado por su imagen de senilidad tras su fiasco en el reciente debate en la CNN. Frente a la contestación interna que mina las opciones de un Biden que transmite debilidad, Trump no dudará en explotar el suceso en su favor.

El tiroteo recibió la condena unánime de los principales líderes de la comunidad internacional, incluido Biden. Pese a ello, tanto la familia de Trump como el núcleo más duro de los republicanos responsabilizan de lo sucedido al dirigente demócrata y a «la izquierda radical».

El intento de atentado a Trump se suma al que en mayo sufrió el primer ministro eslovaco Robert Fico y a la secuencia de agresiones físicas a dirigentes políticos en varios países europeos, incluido Alemania. Además de sumir en el caos la campaña de EEUU, este episodio deja una inquietante sensación de incertidumbre y de desasosiego que impacta no solo en este país, sino en la geopolítica global. Alimentar el odio al adversario conduce al fin de la democracia, cuya naturaleza deliberativa resulta radicalmente incompatible con cualquier forma de violencia.

About this publication