Lo que interesa a muchos demócratas es tener, ahora una candidata creíble, para tratar de evitar una segunda presidencia de Trump
La virtual candidatura de la vicepresidenta Kamala Harris parece haber inyectado a los demócratas un nuevo entusiasmo y la idea de que, a pesar de todo, tienen la oportunidad de ganar las elecciones presidenciales de noviembre.
Hace apenas una semana, los demócratas parecían en un estado depresivo y casi resignados a perder no sólo la votación presidencial sino escaños tanto en el Senado como en la Cámara de Representantes, había dudas en torno a la capacidad del portaestandarte del partido, el Presidente Joe Biden, con una imagen cada vez más generalizada de viejo y débil y consistentemente debajo en las encuestas frente al candidato republicano, el expresidente Donald Trump.
Hoy parecen en un estado de optimismo exagerado, euforia podría decirse, aunque no del todo irracional, pero parece que hubieran tomado dosis universales de Prozac. Hace una semana el presidente Biden se aferraba a mantener su campaña de reelección, a pesar de que un par de desastrosas apariciones públicas y un nuevo ataque de COVID-19 consolidaron la imagen de fragilidad pregonada por sus adversarios y temida por sus principales correligionarios, que veían señales de un desastre político para los demócratas en las elecciones de noviembre.
La presión de líderes y donantes de fondos para el Partido Demócrata, que veían la debilidad de Biden y sus 81 años de edad como lastre en unas elecciones que uno y otros consideran como vitales para el futuro de la democracia en Estados Unidos, fue determinante.
Biden cedió el domingo y ese mismo día surgió la candidatura de la vicepresidenta Harris, auspiciada por el propio Biden y por la realidad de que a pesar de tener un grupo de figuras emergentes, era la única figura a la que podrían recurrir de manera inmediata. Es ciertamente una gran apuesta, para ella y para los demócratas.
Pero en caso de ser confirmada por la Convención Nacional Demócrata en Chicago, como todo indica, será la primera mujer de color, de origen asiático, postulada por un partido mayor en la historia estadounidense.
Y sobre todo, un contraste absoluto, casi total, respecto al rubicundo candidato republicano, Donald Trump, líder ahora de un movimiento de derecha. O como plantea Harris, una exfiscal contra un delincuente conocido…
Pero sobre todo, es alguien alrededor de quien los demócratas pueden agruparse. Harris tal vez resulta más importante como portaestandarte que por sus posibilidades de victoria, cualesquiera que sean. Pero lo que interesa a muchos demócratas es tener, ahora, una candidata creíble, para tratar de evitar, o al menos acotar, una segunda presidencia de Trump.
Las primeras señales son de que Trump puede verse frente a una competencia mucho mayor de lo que esperaba. Los apoyos y los fondos se han desbordado en el lado demócrata, pero los estadounidenses viven el momento, y recuerdan más los problemas con Biden que la multiplicidad de razones por las que no reeligieron a Trump en 2020.
Leave a Reply
You must be logged in to post a comment.