Great Speech: Not Anti-European, but Anti-Woke

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En el Trípode de hoy domingo, es oportuno -por su contenido, auditorio, y su cualificado protagonista- comentar la intervención del recién elegido vicepresidente de los EEUU, J.D. Vance. El lugar ha sido la capital bávara Múnich; el foro la Conferencia Internacional de Seguridad en su 66ª edición; y el auditorio una cualificada representación de las élites políticas y militares occidentales.

Para interpretar debidamente su discurso sin papeles y de unos 20 minutos, es preciso conocer el perfil del personaje, de 40 años, hijo de una mujer divorciada, que padeció maltrato de hombres que la visitaban y criado por una tía abuela que le inculcó la religión evangelista. Ingresó en la prestigiosa Universidad de Yale y se doctoró en Derecho, pero con contradicciones personales entre su religión y su razón se incorporó al ejército en los Marines y participó en la guerra de Irak en 2005. Allí quedó desencantado de los valores que promovía su país observando el trato dado a las diversas minorías cristianas. La publicación de un profundo libro suyo le convirtió en un joven candidato político y accedió al Senado federal por Ohio con el partido republicano.

Las contradicciones entre la doctrina evangelista con su razón y su conciencia culminaron en 2019 con su conversión al catolicismo. Fue con la lectura de «Las Confesiones» y «La Ciudad de Dios», la dos extraordinarias obras de san Agustín, anterior hereje maniqueo y entregado a los placeres, y convertido -por la oración y las lágrimas de su madre Santa Mónica- en el gran santo y doctor de la Iglesia. Y que sigue siendo su referencia como modelo de conversión. En Múnich hizo un discurso nada convencional ni políticamente correcto, sino todo contrario.

Hablando de la seguridad de Europa afirmó que el principal enemigo de ella no son ni Rusia ni China o cualquier otro peligro exterior, sino que está en su interior y es la pérdida de los valores y principios sobre los que se construyó, y que de ese enemigo no le pueden ayudar ni EEUU ni la OTAN. Hizo un canto a la democracia defendiendo que no puede basarse en la censura de las opiniones discrepantes del discurso que se considera como el único aceptado por la cultura «woke» actualmente dominante en Occidente, y en especial en el mundo digital. El reciente atentado masivo cometido en Múnich por un inmigrante afgano irregular solicitante de asilo le sirvió como ejemplo para oponerse a la masiva inmigración de personas con valores opuestos a los occidentales y compartidos por Europa y EEUU. No habló de Ucrania ni de las elecciones alemanas del próximo domingo. Pero contrarió al gobierno socialista de Scholz.

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