Immigration Reform and the Diaspora

Published in El Tiempo
(Colombia) on 22 June 2010
by Elizabeth Mora-Mass (link to originallink to original)
Translated from by Deonca Williams. Edited by Celeste Hansen.
What a hard time for illegal immigrants. Attacks are coming from everywhere. This week, Tom Mullis, a New Mexico politician, proposed putting land mines along the New Mexico-Mexico border. In Washington, a group of House Republicans proposed a draft law that would take away American citizenship from children of undocumented immigrants. This country supposedly defends human rights!

President Barack Obama’s immigration reform proposals have become a great dilemma. During this election year (2010), about 150 towns in the United States have passed local laws similar to the laws in Long Island that allow the police to prosecute undocumented immigrants. States such as Texas, Colorado, North Carolina and Pennsylvania, located near metropolitan areas such as New York, are considering the passage of laws similar to the so-called Arizona Act, which allow law enforcement personnel to stop all persons who appear to be undocumented.

On the other hand, Anglo-American analysts argue that Hispanics agree there must be some type of reform. However, the biggest problem is that most congressional Democrats and Republicans cannot afford to approve an "amnesty" to legalize the 11 million illegal immigrants living in Uncle Sam’s land.

According to television networks, about 70 percent of Americans oppose amnesty, but over 60 percent agree with legal immigration. For these reasons, politicians cannot commit to Obama’s plan, at least this year, and no one knows which Republican will dare introduce immigration reform. A good example is Senator John McCain of Arizona, who suffered for supporting immigration reform along with Ted Kennedy. McCain was the Republican candidate who ran against Obama in the presidential elections, and he faces re-election this year. After that and the immigration reform under George W. Bush, all Republicans must think three times before they commit to any type of immigration reform, since the Republicans hope to gain control of Congress, in both the Senate and the House.

Immigration has become the heart of relations between the U.S. and Latin America, due to the economic, political and social effects it produces from the money sent by immigrants to their countries of origin. In El Salvador, Honduras, Nicaragua and the Dominican Republic, these monies are the first source of income for their citizens, while in Mexico, Colombia and Ecuador, these money transfers are an essential part of the nation’s economy.

Therefore, after the tough questioning of President Felipe Calderon last month, there will be a meeting of Central American presidents. This meeting is a timely opportunity to “lobby” Congress for immigration reform, or at least, to make the White House agree not to support a mass deportation of undocumented Central Americans in this time of global economic crisis.

The government of Colombia should be present at this meeting and the Internet blog session from Colombia should be bidding for Alvaro Uribe, Juan Manuel Santos and Antanas Mockus to encourage the Diaspora and meet with Obama in defense of the undocumented.

With all due respect, I must say that the Colombian leadership crisis abroad is much more severe than in the United States, which has a thriving community with average income of $43,450, and is among the most educated of immigrant groups. Those who appoint themselves as leaders spend their time fighting to appear important, insulting, slandering and destroying others, while ignoring important issues. Whatever happened to the guarantees to elect a congressional representative from outside is a true collective shame, as this embarrassment became widely known around the world due to Colombian old gossip. Luckily, Jaime Buenahora was selected as the representative of the Diaspora.

Our lack of unity in not complaining and demanding that the Colombian government work for us cost us the temporary work permit in 2000. The TPS for undocumented Colombians en mass was not approved because then-President Andres Pastrana refused to apply for it. According to the explanation provided by the presidential spokesman, it would have been fatal for investments to declare Colombia a war-torn state.

If it is true that they want to do something, for the Diaspora and the undocumented, it is long overdue for us to do something in a coordinated manner and present it to the new government.



Nueva York. Qué época más dura para los indocumentados. Los ataques vienen de todos los lados. Esta semana, Tom Mullis, un político de Nuevo México, ha propuesto que minen -es decir, que pongan minas antipersonales- a lo largo de la frontera con México, mientras que, en Washington, un grupo de congresistas republicanos ha propuesto un proyecto de ley que les quita la nacionalidad estadounidense a los hijos de los indocumentados. Y eso que este país dizque defiende los DD.HH.

Ese es el gran dilema de Barack Obama para proponer una reforma migratoria. Además de lo anterior, en este año electoral cerca de 150 localidades de los Estados Unidos han aprobado leyes locales para que la Policía persiga a los indocumentados -aquí mismo en Long Island esta práctica es común-. Estados como Texas, Colorado, Carolina del Norte y Pensilvania -localizado junto al área metropolitana de Nueva York- estudian aprobar leyes similares a la denominada Ley Arizona, que permite parar a todas las personas que parezcan indocumentadas.

Por otro lado, para los analistas estadounidenses de origen anglo -los de origen hispano alegan que "hay que hacer la reforma"- el problema más grave radica en que la mayoría de los congresistas demócratas y republicanos no pueden darse el lujo de aprobar lo que aquí llaman "una amnistía", con el fin de legalizar a los 11 millones de indocumentados que viven en tierras del 'Tío Sam'.

Según las cadenas de televisión, cerca del 70 por ciento de los estadounidenses se opone a una amnistía, aunque mas del 60 por ciento está de acuerdo con la inmigración legal. Por estas razones, los políticos no pueden comprometerse con Obama -por lo menos este año- y tampoco se sabe cuál republicano se va a atrever a presentar la reforma migratoria. El ejemplo de lo que ha sufrido el senador John McCain, de Arizona, quien fue el candidato republicano frente a Obama, para su reelección este año -debido a que fue el ponente, junto con Ted Kennedy, de la reforma migratoria de George W. Bush- hace que todos los republicanos lo piensen tres veces antes de comprometerse. Los republicanos aspiran a controlar el próximo Congreso, tanto en el Senado como en la Cámara.

La inmigración se ha convertido en el corazón de las relaciones entre Estados Unidos y América Latina, por los efectos económicos, políticos y sociales que produce el dinero enviado por los indocumentados a sus países de origen. En El Salvador, Honduras, Nicaragua y República Dominicana, son el primer renglón de ingresos, mientras que en México, Colombia y Ecuador son parte esencial de la economía.

Así las cosas, a los duros cuestionamientos del presidente Felipe Calderón hace un mes, siguío una reunión de los presidentes de América Central, con el fin de venir al Congreso estadounidense para hacer 'lobby' por la reforma migratoria. O, por lo menos, a que la Casa Blanca se comprometa a no apoyar una deportación masiva de indocumentados centroamericanos, en estos momentos de crisis económica global.

El Gobierno de Colombia debería estar presente en esa reunión y los blog de Internet de origen colombiano deberían estar pujando para que tanto Álvaro Uribe como Juan Manuel Santos y Antanas Mockus se comprometan con la diáspora y acudan al encuentro con Obama para defender a los indocumentados.

Con el debido respeto, tengo que decir que la crisis del liderazgo colombiano en el exterior es mucho más grave en Estados Unidos, porque teniendo una comunidad pujante, con ingresos promedios de 43.450 dólares, la cual se encuentra entre las más educadas entre los inmigrantes, aquellos que se designan a sí mismos como líderes se la pasan peleando por figurar, insultando, difamando y destruyéndose, mientras dejan a un lado los temas importantes. Lo que pasó con los avales para elegir al congresista por el exterior es una verdadera vergüenza colectiva. Conocidos colombianos se convirtieron en viejas chismosas que despotricaban de todo el mundo. Menos mal que Jaime Buenahora fue elegido como el representante de la diáspora.

Esa falta de unidad para reclamarle y exigirle al Ejecutivo colombiano fue lo que nos costó la no aprobación del TPS (permiso temporal de trabajo) en el 2000, cuando el entonces presidente, Andrés Pastrana, se negó a solicitar el TPS para los indocumentados colombianos que ya estaban en masa, "porque habría que declarar a Colombia en guerra y eso sería fatal para las inversiones", fue la explicación que nos dieron los voceros presidenciales.

Pero si es cierto que se quiere hacer algo, tanto por la diáspara como por los indocumentados, estamos retrasados para hacer algo en forma coordinada, con el fin de presentarlo al nuevo gobierno.
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