Obama’s lucky streak depends on the time he has left to restore the country’s economy.
If the U.S. presidential elections were held today, survey results indicate that Barack Obama’s reelection could be in jeopardy. The approval rating of his administration has fallen from 66 percent in January 2009 to 43 percent in August of this year. The good news for Obama is that there are still 15 months left until the next election and for politics this is an extensive period of time — an eternity, even.
We must consider that, since Harry Truman, no U.S. president has decreased his own salary when the country was facing economical instability. The president's compensation remains privileged despite the anemic state of the country's economy. Furthermore, it should be stressed that Obama’s approval rating is slightly higher than those previously in office — George W. Bush, Jimmy Carter, Richard Nixon, Harry Truman and Gerald Ford — who were able to attain reelection.
However, Obama’s chief concern remains the dissatisfaction toward his administration coming from the, more or less, 27 demographic groups identified by Gallup as key for his re-election. Moreover, dissatisfaction has been even greater (reaching almost negative 10 points) among Hispanics, Independents, and conservative Democrats. These three very important groups are crucial to determining the balance in the struggle between Democrats and Republicans in some states. Among general voters over 65 years old, the less educated and the poor have also shown signs of disappointment with Obama. Additionally, to the surprise of many, the approval of African-American voters has decreased by seven points so far this year.
The reasons for the general discontent vary, but it is undeniable that the constant unemployment rate has hurt Obama the most. This has directly affected the economy’s performance, raising questions regarding his leadership and causing uncertainty about the direction of the country.
It’s interesting that moderate voters complain about Obama’s inability to negotiate with the Republicans, while liberal radicals complain about Obama going too far in attempting to negotiate with them.
Obama defenders say that the underlying problem is a crisis that Obama inherited from his predecessor George W. Bush. That the underlying problem has been prolonged due to the interference in the legislative process by Congressional Republicans. Despite the obstacles, the president has obtained Congressional approval for his economic stimulus program, the implementation of a universal health system and the expansion of financial sector regulations that don’t risk the collapse of the banking system.
Barack Obama’s achievements are real and so are the difficulties he has faced. However, I criticize him for his unfulfilled promises, for his political inexperience in dealing with moderate Republicans, and for his lack of imagination in creating new jobs through encouraging the private sector.
Obama’s lucky streak depends on the time he still has left to make amends and to lead the economy’s recovery. It’s important to consider that all national polls show that Americans’ support of the so-called Tea Party is quickly declining (recently 20 percent approval and 40 percent disapproval), which implies that their influence over the moderate wing of the Republican Party will vanish in the near future, giving Obama the opportunity to deal with the reasonable ones, and leave behind the right-wing fundamentalists in Congress.
As Nov. 6, 2012 approaches, independent voters, Hispanics, those over 65, and the poor, who are the most disappointed, will not vote for the Republican representatives. If Obama manages to reduce the unemployment rate and revitalize the economy, it’s more likely that we may have him as president for another four years.
La suerte de Obama
Por: SERGIO MUñOZ BATA | 5:15 p.m. | 22 de Agosto del 2011
La suerte de Obama es que aún tiene tiempo de dirigir la recuperación económica del país.
Si la elección presidencial en Estados Unidos fuera hoy, los datos de las encuestas indican que la reelección de Barack Obama podría peligrar. El índice de aprobación de su gestión ha bajado de un 66 por ciento en enero del 2009 a un 43 por ciento en agosto de este año. Lo bueno, para él, es que todavía faltan 15 meses para la elección, y en la política ese lapso es una eternidad.
Además, debemos considerar que desde Harry Truman no ha habido un presidente estadounidense que no haya visto disminuir sus bonos al llegar a esta etapa de su gobierno. Inclusive, habría que resaltar que el grado de aprobación de Obama es ligeramente mayor que el que tenían en su momento George W. Bush, Jimmy Carter, Richard Nixon, Harry Truman y Gerald Ford, y que tres de ellos lograron la reelección.
Lo preocupante para Obama, sin embargo, es que el desencanto con su gestión abarca, en mayor o menor medida, a los 27 grupos demográficos que Gallup ha identificado como claves para su reelección. Más aún, el descontento ha sido mayor (ronda los 10 puntos menos) entre los independientes, los hispanos y los demócratas conservadores. Tres grupos fundamentales para inclinar el fiel de la balanza en la disputa entre demócratas y republicanos en ciertos estados. También se han mostrado decepcionados los votantes mayores de 65 años, los pobres menos educados y, para sorpresa de muchos, entre los votantes negros su aprobación ha descendido siete puntos en lo que va del año.
Las razones del descontento son varias, pero sin duda lo que más lo ha dañado es el persistente índice de desempleo, que afecta directamente el funcionamiento de la economía, genera cuestionamientos sobre su capacidad de liderazgo y causa incertidumbre sobre el rumbo que lleva el país.
Curiosamente, los votantes moderados le reclaman su incapacidad para negociar con los republicanos, mientras que el reclamo de los liberales radicales es que se ha extralimitado en su intento por negociar con ellos.
Los defensores de Obama dicen que el problema de fondo es que la crisis que Obama heredó de su antecesor, George W. Bush, se ha prolongado porque los republicanos en el Congreso obstaculizan el proceso legislativo de todas las maneras posibles, y añaden que, a pesar de las trabas, el Presidente ha logrado la aprobación en el Congreso de un programa de estímulo económico, una expansión de las regulaciones del sector financiero que no arriesga la quiebra del sistema bancario y de un sistema universal de salud.
Los logros de Barack Obama son reales y las dificultades que ha enfrentado, también. Yo lo critico, sin embargo, por las promesas incumplidas, por su impericia política en el trato con los republicanos moderados y por su falta de imaginación para incentivar el sector privado para que genere nuevos empleos.
La suerte de Obama es que, a 15 meses de la elección, todavía tiene tiempo para enmendar la plana y dirigir la recuperación económica del país. Sobre todo si consideramos que todas las encuestas nacionales muestran que el apoyo de los estadounidenses al llamado Tea Party va en caída libre (20 por ciento de aprobación y 40 por ciento de desaprobación), y eso implica que su influencia sobre el ala moderada del Partido Republicano se desvanecerá en un futuro próximo, lo que le da oportunidad a Obama de lidiar con los razonables y no con los fundamentalistas de derecha en el Congreso.
Además, llegado el 6 de noviembre del 2012, ni los votantes independientes, ni los hispanos, ni los mayores de 65 años, ni los pobres van a votar por los representantes de los ayatolás republicanos, por más decepcionados que estén. Si Obama logra disminuir las cifras del desempleo y reactivar la economía, lo más probable es que lo tendremos de presidente por otros cuatro años.
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It wouldn’t have cost Trump anything to show a clear intent to deter in a strategically crucial moment; it wouldn’t even have undermined his efforts in Ukraine.