Every now and then, the United States reviews its military posture. This has been the case following recent orders from its commander in chief, Barack Obama. The Pentagon has unveiled a new war plan, and has been given the green light. They say that their motive is austerity, but the truth is something else entirely.
The plan is not simple, frugal, nor meager in cost. However, it is well-devised for current and future wars with two purposes: To enlist fewer men and to develop an armament built on robotics and advanced technology. Having fewer men implies fewer salaries to pay and doing away with billions of dollars paid to disabled veterans. Advanced technology will allow for a clear advantage over any adversary.
Obama’s statement “smaller conventional ground forces,” is a covert lie, because Washington is replacing its uniformed soldiers with private armies. These armies, which will be protected by the drones’ bombings, will be made up of mercenaries acting as conventional ground forces.
The plan was revealed — as far as its confession of multiple secrets, dirty tactics, and war crimes — in the first week of this year. It reaffirmed the intentions of a nation built on a world police force.
The spending cuts are an optical illusion made to mislead the exhausted taxpayers, who this year will go back to the polls to vote for their next White House representative. Obama’s speech was proof of this illusion and of the false promises in respect to the Department of Defense’s budget, which will be approximately $523 billion. The budget does not include the ongoing wars, nuclear arsenal, and subsidies on arms exports to countries like Israel.
An article on the website Other Words has revealed that the U.S. military budget is greater than those of the next 14 countries combined. According to experts, the declared spending cuts will be hardly 4 percent. Bear in mind how Obama contradicted himself when he said that the budget would “still grow, because we have global responsibilities that demand our leadership.” “Responsibilities” and “leadership” are self-serving euphemisms for achieving world domination at the U.S.’s pleasure and convenience.
Even when the Republican legislators and presidential nominees accuse Obama of being weak in terms of defense, it has nothing to do with reality, but everything to do with their election campaigns. More than a few of them have promised everything from bringing Syria to “democracy” at gunpoint, to returning troops to Iraq.
In the shadow of World War II and above all, the Cold War, the United States has militarized its economy and politics. It has done absolutely nothing to divert the course of what President Dwight Eisenhower called “the military-industrial complex.” It has no logic other than war, war, and war, despite the words of the one seeking re-election. He may condemn the years of his predecessor, but he does not dare, nor can he, cut this Gordian knot.
De vez en cuando revisan su postura militar y este ha sido el caso siguiendo las órdenes de su máximo comandante, el presidente Barack Obama. El Pentágono presentó un nuevo plan guerrero, y obtuvo el visto bueno, según dicen porque ha sido austero, pero la realidad es otra.
Ni sobrio, ni frugal, ni muy parco en los gastos; pero sí bien estudiado para sus guerras actuales y futuras, con dos propósitos: emplear menos hombres —lo que implica menos paga regular y también quitarse de encima los multibillonarios pagos a los veteranos, sobre todo los de la atención a mutilados y discapacitados física o mentalmente— y fomentar un desarrollo de armamentos robóticos y de técnicas muy avanzadas que les den superioridad evidente sobre los adversarios.
Y en lo referido a «menos efectivos militares» hay una mentirita solapada, porque Washington está suplantando a sus uniformados por los ejércitos privados conformados por mercenarios que hacen ahora las veces de las fuerzas de tierra convencionales, a las que amparan los bombardeos de los drones.
El plan fue revelado —hasta donde lo admite sus múltiples secretos, crímenes y suciedades de guerra— en la primera semana de este 2012, y reafirma las intenciones de una nación erigida en policía del mundo.
La reducción en gastos es una ilusión óptica para obnubilar a los desangrados contribuyentes, que este año acuden a las urnas para votar por quien debiera representarlos en la Casa Blanca. El propio discurso de Obama daba prueba de ese espejismo y de las promesas falsas respecto al presupuesto del Departamento de Defensa, que será aproximadamente de 523 000 millones de dólares, y esto no incluye las guerras actuales que siempre han ido por un presupuesto adicional, el armamento nuclear, los subsidios en ventas de armas al exterior —a Israel, por ejemplo.
Un artículo en el sitio Other Words revela que el presupuesto estadounidense es simplemente mayor que los 14 que le siguen sumados todos juntos. Según los entendidos, apenas será del cuatro por ciento la proclamada reducción de gastos y téngase en cuenta la contradicción expresada por el propio Obama cuando en su discurso dijo: «Continuaremos creciendo, porque tenemos las responsabilidades globales que demandan nuestro liderazgo». «Responsabilidades» y »liderazgo» que se han autoadjudicado en su interés por dominar al planeta y hacerlo a su gusto y conveniencia.
Aun cuando los precandidatos republicanos y los legisladores de ese partido acusan a Obama de debilidad en el capítulo de la defensa, nada tiene que ver con el mundo real y mucho con la campaña electoral en la que no pocos de ellos han prometido desde bombardear y llevar en la punta de los cañones la «democracia» a Siria, hasta que regresarán las fuerzas ocupantes a Iraq…
Estados Unidos, que a la sombra de la Segunda Guerra Mundial y sobre todo de la Guerra Fría militarizó su economía y su política, no ha movido ni un ápice esa dirección que fomentó lo que el entonces presidente Dwight Eisenhower llamó «el complejo militar-industrial». No tienen otra lógica que la guerra, la guerra, la guerra, a pesar de que quien aspira a la reelección exprese de boca para afuera que repudia los años de su predecesor, pero no se atreve, ni puede, cortar ese nudo gordiano.
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Elon Musk’s recent push to launch a new nationwide party ... not only comes off as pretentious but also sets a fundamentally new trend in U.S. politics.
Right now, Japan faces challenges unprecedented in recent years. Its alliance with the U.S., which has been the measuring stick for diplomacy, has been shaken.
Elon Musk’s recent push to launch a new nationwide party ... not only comes off as pretentious but also sets a fundamentally new trend in U.S. politics.
[T]he letter’s inconsistent capitalization, randomly emphasizing words like “TRADE,” “Great Honor,” “Tariff,” and “Non Tariff”, undermines the formality expected in high-level diplomatic correspondence.