In the words of Barack Obama, the war ended in December 2011, when he allegedly withdrew all troops in combat; however, the real picture is harsher from what was virtually manipulated. In Iraq, on February 14, a car bomb exploded near a restaurant in Mosul and killed at least three people and wounded 20. Though the Pentagon budget shows a slight reduction of expenditure — laughably, at 0.9 percent, especially in the realm of staff and some arms purchases — other figures remain virtually unchanged, ultimately ensuring the empire’s war strategy.
In the reductions, the issue is a change in priorities, which now are targeting Asia-Pacific and the Middle East, thereby decreasing costs in the Americas, Europe and sub-Saharan Africa. There is also a kind of castle of expenses, as the State Department, which supposedly creates diplomacy, looks now to put dollars into Iraq. Perhaps this would become part of the secret CIA budget, with special operations in the spotlight…
However, Leon Panetta, U.S. Secretary of Defense, is begging Congress, as informed by EFE, to leave aside automatic budget cuts estimated at $500 million over 10 years, because he ensures that it will cause “serious damage” to his country’s military power. He was accompanied in that request by the chairman of the Joint Chiefs of Staff, Martin Dempsey.
Anyone who hears this without paying much attention would believe the explanation and groans, but the Obama project for fiscal year 2013 would amount to $613.9 million if they add additional costs recognized by the two wars, with a large sum of $88.5 million for combat troops on operations in Afghanistan and Iraq, because apparently they still have “to do something” there. The reality is that the U.S. military budget accounts for over 40 percent of military expenditures worldwide, and the U.S. does not give even a small step to show its power in that scenario.
Specifically, the Department of Defense still thinks $2.9 billion would be needed to cover the costs of post-operations in Iraq, as stated on Wired.com, so that the “transition would be completed.”
When new wars seem to be just around the corner, Panetta argues that the budget plan “represents a historic change for the future by recognizing that, after a decade of wars, we are in a strategic point.… The adjustments reflect strategic priorities that we have identified to protect the United States, as well in order to maintain the most powerful military influence in the world.”
In practice, the defense budget will not grow in the proportions that were calculated years ago, but it will continue to progress slowly over the next five years, little by little, unnoticeably and below what Panetta called “a disciplined use” of the money.
These new priorities and that discipline designate $10.4 billion to special forces; $3.8 billion or a little less for drones and unmanned aircraft; $3.4 billion for cyber defense; $9.7 billion for missile defense; $8 billion for space; and a substantial amount for aircraft carriers, destroyers, attack submarines and a future long-range bomber, among the “trifles.”
There’s nothing else to say; we will continue assisting the never-ending war.
Al decir de Barack Obama, la guerra se acabó en diciembre de 2011, cuando supuestamente retiró todas sus tropas de combate; pero es más fuerte la realidad que la manipulación desde lo virtual. En Iraq, el martes 14, explotó un coche bomba en las cercanías de un restaurante de Mosul y causó al menos tres muertos y 20 heridos, y aunque el presupuesto del Pentágono presenta una ligera reducción de gastos —risiblemente del 0,9 por ciento—, sobre todo en el acápite de personal y algunas compras de armas; otras cifras se mantienen prácticamente estables, porque se trata de garantizar la estrategia bélica del imperio.
En las reducciones, el tema es un cambio de prioridades, que ahora hacen blanco en Asia-Pacífico y Medio Oriente, por lo que disminuye gastos en las Américas, Europa y el África subsahariana; y también hay una especie de enroque con los gastos, pues el Departamento de Estado, supuestamente el que hace la diplomacia, se ocuparía ahora de poner los dólares de Iraq, por ejemplo, o este pasaría a formar parte del presupuesto secreto de la CIA, con operaciones especiales en el estrellato…
De todas formas, Leon Panetta, el secretario de guerra estadounidense, le está rogando al Congreso —dijo EFE— que deje a un lado los recortes automáticos de presupuesto, estimados en 500 000 millones de dólares en un plazo de diez años, porque asegura causarán «graves daños» al poderío militar de su país. Lo acompañó en ese petitorio el jefe del Estado Mayor Conjunto, general Martin Dempsey.
Cualquiera que los oiga sin prestar mucha atención se creería la explicación y los gemidos, pero el proyecto obamaniano para el año fiscal 2013 suma 613 900 millones de dólares, si se les agregan los gastos adicionales por las dos guerras reconocidas, con la buena suma de 88 500 millones de dólares para las tropas de combate en las operaciones en Afganistán e Iraq, porque al parecer todavía tienen que «hacer algo» por allá. La realidad es que el presupuesto militar estadounidense representa más del 40 por ciento de los gastos bélicos en todo el mundo y no ceden ni un pasito a mostrar su poderío en ese escenario.
Específicamente, DoD (como nombran al Departamento de Defensa) piensa todavía en 2 900 millones de dólares para cubrir los costos de las posoperaciones en Iraq, según decía el sitio web Wired.com, de manera que pueda entonces «finalizar la transición».
Cuando nuevas guerras parecen estar a la vuelta de la esquina, Panetta argumentó: Este plan de presupuesto «representa un cambio histórico hacia el futuro al reconocer que, después de una década de guerras, estamos en un punto estratégico» (…) «se ajusta a las prioridades estratégicas que hemos identificado para proteger a Estados Unidos y mantener la fuerza militar más poderosa del mundo».
En la práctica, el presupuesto de Defensa no crecerá en las proporciones que estaban calculadas desde hace años, pero continuará lentamente su avance en los próximos cinco años, de a poquito, para que no se note mucho y bajo lo que Panetta calificó como «una utilización disciplinada» de los dineros.
Esas nuevas prioridades y esa disciplina designan a las fuerzas especiales 10 400 millones de dólares; los drones o aviones no tripulados se llevan una tajada de 3 800 millones y un poquito menos, 3 400 millones para la ciber defensa, completando las suplencias con 9 700 millones para la defensa antimisil, 8 000 millones de dólares para el espacio, y una cantidad sustanciosa para portaaviones, destroyers, submarinos de ataque y un futuro bombardero de largo alcance, entre las «menudencias».
Y no hay más que decir, seguiremos asistiendo a la Guerra de nunca acabar.
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