An Error Reveals that USAID Is Meddling in Cuba

Published in Ahora
(Cuba) on 20 December 2013
by Manuel E. Yepe (link to originallink to original)
Translated from by Patricia O'Connor. Edited by Brent Landon.
Details of a $6 million U.S. Agency for International Development (USAID) plan to destabilize the Cuban government were discovered thanks to documents that were sent without a secret-level classification over an unencrypted line to the U.S. Interests Section in Havana.

This error clearly exposes that the amount budgeted in USAID initiative SOL-OAA-13-000110, launched on July 10, 2013, was destined for at least 20 counterrevolutionary organizations that had requested financing to carry out subversive activities that were to be entrusted to them with the intention of toppling the communist regime.

Details of the plan, which were inadvertently divulged, included proposed budgets, forms for monitoring and evaluating progress, organizational charts and past experience gained by implementing organizations through other destabilization projects as permitted under the Helms-Burton legislation approved by the U.S. Congress in 1996 to reinforce the embargo.

Section 109 of the law authorizes the U.S. government “to furnish assistance and provide other support for individuals and independent nongovernmental organizations to support democracy-building efforts for Cuba,” a euphemism that lays the foundations for and legalizes U.S. meddling in the internal affairs of Cuba — a flagrant violation of international law.

USAID, directly under the U.S. secretary of state, has official responsibilities for offering development credit, technical assistance, emergency funds and other forms of assistance to foreign countries. However, it is very well-known that the U.S. government, consistent with its international policies, uses the development agency as a vehicle to destabilize and interfere in the internal affairs of other countries.

As a result of USAID’s dark history of interference in Latin America and in defense of their national sovereignty, several countries have expelled USAID country representatives as personae non gratae.

As a government agency, USAID often uses nongovernmental organizations (NGOs) to implement activities. NGOs, in turn, may use other subcontractors whose directors and staff are not held to the same standards as USAID would be held to as a government agency.

A large portion of NGOs contracted by USAID to undertake activities are neither nongovernmental not independent; rather they are phantom organizations created to undertake the dirty work. This creates murky financial management.

This situation has exposed the conflicts between USAID and these NGOs that supposedly foment democracy in Cuba. The majority of the NGOs' ultimate beneficiaries are counterrevolutionary Cubans living on the island or in the United States who, because of their illegal or shadowy character, cannot meet appropriate financial controls.

The directors and spokespersons of the NGOs complain that their work is obstructed by USAID’s lack of security and its exaggerated reporting requirements.

In 2011, Washington-based Freedom House voluntarily returned $1.7 million in grant funds that had been destined to support activities against Cuba after complaining that USAID was asking for too much information regarding how the funds would be used, including the identities and itineraries of participants.

NGOs that are directly responsible for implementing terrorist actions overseas or actions that are prone to detection by their targets feel that USAID’s reporting requirements are too onerous and increase the risks of their operations. The aforementioned $6 million plan to destabilize the Cuban government which included such disadvantages was discovered because USAID did not exercise appropriate security measures, enabling the discovery of specific budget amounts as well as project objectives and activities.

It is indeed very curious that NGOs refuse to reveal the activities that their proposed envoys would undertake since the activities are supposedly directed toward fomenting democratic development in a country they say they are helping.


Detalles de un plan de la Agencia de Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID) con presupuesto de seis millones de dólares destinado a desestabilizar al gobierno de Cuba fueron descubiertos gracias a que los documentos contentivos de éste fueron enviados, por línea desprotegida y sin ser clasificados como secretos, a funcionarios de la Sección de Intereses de EE.UU. en La Habana.

Según pusieron de manifiesto las revelaciones a causa del error, la iniciativa SOL-OAA-13-000110 de la USAID lanzada el 10 de julio de 2013 estaba destinando esa suma al financiamiento del trabajo de al menos 20 organizaciones contrarrevolucionarias que habían solicitado esos fondos para llevar adelante las tareas subversivas que les habían sido encomendadas “para derribar al régimen comunista”.

Los detalles del plan involuntariamente divulgado incluyen propuestas de presupuesto, formularios para observar y evaluar el progreso del plan, organigramas y algunas experiencias derivadas de otros proyectos desestabilizadores diseñados para Cuba al calor de la ley Helms-Burton aprobada por el Congreso estadounidense en 1996 para reforzar el bloqueo.

La citada Ley, en su sección 109, autoriza al gobierno a “brindar asistencia y dar apoyo a personas y organizaciones no gubernamentales independientes en favor de los esfuerzos de democratización de Cuba”, eufemismo que fundamenta y legaliza la injerencia de Estados Unidos en los asuntos internos de Cuba en flagrante violación de la legalidad internacional.

La USAID se subordina directamente a la Secretaría de Estado del gobierno norteamericano y oficialmente tiene como principales tareas las de ofrecer créditos para el desarrollo, asistencia técnica, fondos para emergencias, y otras formas de ayuda a países extranjeros. Es harto conocido, sin embargo, el uso que hace el gobierno de Estados Unidos de esta agencia para sus acciones de injerencia en los asuntos internos y la desestabilización de otros países en función de los intereses de su política exterior.

La USAID ha tejido en América Latina una tenebrosa historia injerencista que ha traído como consecuencia que, en no pocas ocasiones, sus representantes en naciones del área hayan sido expulsados de sus territorios declarándolos personas no gratas en aras de la defensa de sus soberanías nacionales.

Por ser una agencia gubernamental, la USAID suele utilizar para el desempeño de sus tareas de base, a organizaciones no gubernamentales (ONGs) que a su vez pueden tener a otras sub-contratantes cuyos directivos y personal en general no es propenso a cumplir con ciertas formalidades que a ella le son exigibles por su carácter gubernamental.

Una buena parte de estas ONGs que asumen actividades por contratos con la USAID no son ni “no gubernamentales” ni independientes, sino ficciones creadas para la realización de tareas turbias que a su vez generan manejos turbios de los fondos.

Ello se ha puesto de manifiesto en conflictos entre las supuestas Organizaciones No Gubernamentales (ONGs) que fomentan la “democracia” en Cuba y la USAID. Sobre todo porque la mayor parte de los beneficiaros últimos de estas acciones son organizaciones contrarrevolucionarias cubanas radicadas en la isla o en Estados Unidos que, por su carácter ilegal y/o escabroso, no hacen practicable medidas apropiadas de control financiero.

Los dirigentes y voceros de las ONGs se quejan de la falta de “seguridad” con que se maneja la agencia norteamericana y los supuestamente exagerados pedidos de información sobre sus actividades que obstruyen sus trabajos.

La organización Freedom House, con sede en Washington, devolvió voluntariamente una “subvención” de 1,7 millones de dólares destinados a llevar a cabo acciones contra Cuba en 2011 luego de quejas de que la USAID estaba pidiendo “demasiada información” sobre cómo los fondos iban a ser usados, incluyendo las identidades y los planes de viaje de los participantes.

Las ONG que tienen a su cargo la ejecución directa en el terreno de las acciones terroristas o propensas a ser detectadas por los llamados a ser perjudicados, consideran que las peticiones de información de USAID las hacen más onerosas y “aumentan el riesgo de lo que hacemos”. Tales inconvenientes estuvieron presentes en el caso del plan arriba mencionado de 6 millones de dólares para desestabilizar al gobierno cubano que fue descubierto a causa de que la USAID no tomó las medidas de seguridad necesarias y dejó “al descubierto” las cantidades exactas y los objetivos de cada acción que formaban parte del plan.

Es, sin duda, muy curioso que una ONG se niegue a informar de las tareas que se proponen acometer sus enviados cuando ellas se suponen destinadas a “fomentar el desarrollo democrático” en un país al que dicen beneficiar.
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