While the European Union opens a new era of relations with Cuba and begins a permanent process of cooperation and investment on the island, the U.S. administration takes a step in the opposite direction, arbitrarily passing legislation that casts a shadow over the historic agreements reached by Presidents Raul Castro and Barack Obama re-establishing relations after six decades of rupture. The latest obstacle is the supposed "acoustic attacks" on U.S. embassy personnel in Havana — vibrations with a frequency of the speed of sound, which, it is claimed, cause deafness, dizziness and nausea. Is Cuba now so technologically advanced that they are using cyber warfare tactics? A few days ago, the Associated Press revealed that it had access to a report from the FBI's Operational Technology branch confirming no proof was found of any aggression on Cuba's part. In response, Washington expelled Cuban diplomats from the U.S. and indefinitely canceled the granting of visas.
Since June of last year, President Trump has made his intentions clear to reverse the agreements reached by Castro and Obama, stating as a condition "religious and political freedom for the Cuban people. And the freeing of political prisoners." Trump also expressed his disposition in negotiating a new agreement. "We will not lift sanctions on Cuba until it releases all political prisoners and respects the Cuban people's right to freedom of assembly and expression."* The stage for this occasion was chosen deliberately: the theater in the Little Havana section of Miami. Cuba's reaction to this has been a refusal to backtrack on bilateral relations, a refusal to reinstate the blockade and a refusal to tolerate the interference of its internal affairs, the confrontational rhetoric, and the systematic manipulation of human rights issues.
In a counter to this sort of club-thumping politics, Cuba has expressed its intention to the U.S. to actively implement the agreements on both sides through a series of concrete actions by different Cuban entities that will advance cooperation in areas of mutual benefit. The international community has also expressed its condemnation of the Trump administration's decision to rip up the agreements that reestablished relations between the island and the U.S.
Amidst the turbulence caused by the real estate magnate, Cuba, no stranger to name-calling — its people even referred to as "true savages" in the past — the EU's decision to vamp up relations with the island is certainly comforting. At the beginning of this year, the High Representative of the EU for Foreign Affairs and Security Policy, Frederica Mogherini, announced that the EU would now be Cuba's top trade partner, investor and collaborator in the island's development. This included the signing of a series of political agreements and three new investment projects totaling 49 million euros. "In a meeting with Chancellor Bruno Rodriguez, we called on our departments to move forward with as many issues as possible between now and February, when we'll organize the first council. We're going to explore issues of common interest and we're open to debate," said Mogherini.** She had reiterated that, while some try to isolate Cuba, the Europeans feel closer to Cubans and won't leave them alone in the face of U.S. sanctions. Latin American leaders have also restated their support for Cuba. Even the American people condemn their president over the unjust, fickle actions of his administration. American visitors to Cuba tripled in 2017. According to official numbers, 2017 saw 1,172,428 Americans (including Cuban residents of the U.S.) enter Cuba, an increase of 191 percent.
*Editor's Note: Though accurately translated, this quote could not be sourced.
**Editor's Note: Though accurately translated, this quote could not be sourced.
Mientras la Unión Europea (UE) abre una nueva etapa de relaciones con Cuba e inicia un irreversible proceso de cooperación e inversión en la isla, la administración de los EE. UU. avanza en sentido contrario, aprobando arbitrariamente medidas que ensombrecen los históricos acuerdos alcanzados entre los presidentes Raúl Castro y Barack Obama, que levó al restablecimiento de las relaciones entre ambos países tras seis décadas de ruptura. El último obstáculo son los supuestos “ataques acústicos” al personal de la embajada estadounidense en La Habana, es decir, vibraciones con una frecuencia a la velocidad del sonido que a muchos les provocó, según se dijo, sordera, mareos y náuseas. ¿Tanto desarrollo tiene Cuba como para utilizar este tipo de avances tecnológicos en una especie de guerra cibernética? Hace pocos días, la Associated Press reveló que tuvo acceso a un informe de la División de Operaciones Tecnológica del FBI en el que afirma que no había encontrado pruebas de tales agresiones. En repuesta, Washington expulsó a diplomáticos cubanos acreditados en la capital norteamericana y canceló indefinidamente la emisión de visas.
Desde junio del año pasado, el presidente Donald Trump dejó bien claras sus intenciones de revertir los acuerdos logrados entre los presidentes Castro y Obama, condicionando los mismos a “la liberación de presos políticos y la celebración de elecciones libres”. Incluso, Trump afirmó su disposición a negociar un nuevo acuerdo. En aquella fecha manifestó: “No levantaremos las sanciones a Cuba hasta que todos los prisioneros políticos sean libres, todos los partidos políticos estén legalizados y se programen elecciones libres y supervisadas internacionalmente” . El escenario para tal ocasión había sido escogido a propósito. El teatro de la denominada Pequeña Habana en Miami. La reacción de Cuba ha sido de rechazo al retroceso de las relaciones bilaterales, al recrudecimiento del bloqueo y de injerencia en los asuntos internos y a la retórica de confrontación, así como a la manipulación sistemática en el asunto de los derechos humanos.
En contraposición a la actitud de la política del “garrote”, Cuba ha trasladado a los representantes de una comisión estadounidense su disposición a impulsar activamente los acuerdos entre ambas partes y una serie de acciones concretas de varias entidades cubanas para avanzar en la cooperación en áreas de beneficio mutuo. La comunidad internacional ha expresado también su rechazo a la actitud de la administración Trump en su empeño por hacer trizas los acuerdos que permitieron el restablecimiento de las relaciones entre la isla y EE. UU.
En medio de la turbulencia fabricada por el magnate inmobiliario en torno a Cuba, acostumbrado a expresiones salidas de tono y calificadas a veces por algunos como “verdaderas salvajadas”, la decisión de la UE de elevar sus relaciones con la isla a un nuevo nivel no dejan de ser reconfortantes. A principios de este año, la Alta Representante de la UE, Federica Mogherini, anunciaba que el bloque regional se había convertido en el primer socio comercial, el primer inversor y el primer socio de cooperación para el desarrollo de Cuba. En ese sentido informó sobre la firma de una serie de acuerdos políticos y de tres nuevos proyectos de inversión por 49 millones de euros. “Durante una reunión con el canciller Bruno Rodríguez, convocamos a nuestros equipos a generar todos los asuntos posibles que se puedan tratar desde hoy hasta febrero, cuando desarrollaremos el primer Consejo. Vamos a explorar los temas de interés común y estamos abiertos al debate”, dijo entre otras cosas Mogherini. Antes había reiterado que, mientras algunos intentan aislar a Cuba, los europeos están más cerca de los cubanos que no se quedarán solos frente al bloque de los EE. UU. Líderes latinoamericanos también han remarcado su apoyo a Cuba. El pueblo de EE. UU. también reprocha a su presidente sobre las injustas y caprichosas declaraciones y acciones de la administración Trump hacia la isla. La llegada a Cuba de visitantes de EE. UU. se triplicó en 2017. Según cifras oficiales, el año pasado llegaron un millón 173 mil 428 entre estadounidenses y cubanos residentes en ese país, para un crecimiento del 191 por ciento.
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