The Trump administration seems determined to subdue the mainstream press or at least corner it as much as possible.
When the Committee to Protect Journalists, Inc. issued a warning a few days ago to travelers — specifically reporters traveling to the United States — about the possibility of facing restrictions, additional questioning, or perhaps even being denied entry into the country, it simply put the concerns of many who are alarmed about freedom of expression in that country in black and white.
The issue is quite simple: President Donald Trump's administration seems determined to subdue the mainstream press or at least corner it as much as possible, and he is using the authority of the U.S. government to do so.
One of the main attacks, if not the main one, is an announcement by the Justice Department to end the shield law, currently considered a legal protection for journalists, and allow law enforcement authorities to demand that reporters identify their sources or face penalties.
In a country like the United States in general, and in a city like Washington, where information and leaks are part of the political game, this is a severe restriction on how the news media does its job.
In fact, a legendary journalistic investigation, the “Watergate scandal,” uncovered the criminal use of domestic espionage to support the reelection of President Richard Nixon, who ultimately resigned. And just like that one, anonymous sources led to uncovering and reporting on dozens of major scandals, although of lesser consequence.
But now the Trump administration seems determined to put an end to such “problems” and prevent the exposure of administration errors or internal disagreements from undermining his power or credibility.
The CPJ itself announced that, at the end of this month, it will release a report on “the incidence of targeted attacks against journalists and news organizations, regulatory abuse, and access issues for journalists reporting in the U.S.”
The report, it added, “will also examine whether the White House’s actions have created a chilling effect among local journalists around the nation.”
In real terms, many of the issues it will address are well known: from the multimillion-dollar lawsuits that seem to have intimidated news organizations such as ABC and CBS, to barring openly disobedient media outlets, such as the Associated Press, from covering presidential activities.
In return, Trump and his team have won over media outlets such as Fox News and social media such as X, owned by his aide, businessman Elon Musk, to their side, while they cozy up to Meta (Facebook) owner Mark Zuckerberg and Amazon and Washington Post owner Jeff Bezos
Ultimately, it is about using the resources and power of the state to pressure traditional media to toe the government line or move closer to what the regime and its supporters consider to be the truth.
El gobierno de Donald Trump parece determinado a reducir, o por lo menos arrinconar tanto como pueda, al periodismo tradicional
Cuando hace unos días el Comité de Protección a Periodistas (CPJ) emitió una advertencia a viajeros, específicamente reporteros que viajen a Estados Unidos, por la posibilidad de enfrentar restricciones, o interrogatorios adicionales o tal vez impedimentos para entrar al país, solo puso en blanco y negro las preocupaciones de muchos alarmados por la libertad de expresión en ese país.
El tema es más que simple: el gobierno del presidente Donald Trump parece determinado a reducir, o por lo menos arrinconar tanto como pueda, al periodismo tradicional y para ello, usa el poder del gobierno estadounidense.
Uno de los principales ataques, si no el principal, es la anunciada decisión del Departamento de Justicia de terminar con lo que hoy se toma como una excepción legal y permitir que las autoridades policiales demanden la identificación de fuentes de información, o enfrenten penalidades.
En un país como Estados Unidos en general, y en una ciudad como Washington, donde la información y las filtraciones son parte de las herramientas del juego político, es una severa limitación para el trabajo de los medios noticiosos.
De hecho, una legendaria investigación periodística, el llamado "Escándalo de Watergate", que descubrió el indebido uso de espionaje doméstico para tratar de apoyar la reelección del entonces presidente Richard Nixon, que finalmente renunció. Y como ese, decenas de escándalos importantes, aunque de menor consecuencia, fueron descubiertos y subrayados gracias a fuentes anónimas.
Pero ahora el gobierno Trump parece determinado a terminar con ese tipo de "problemas", y evitar que la exposición de los posibles errores de su gobierno o los desacuerdos internos expuestos, socaven su poder o su credibilidad.
El mismo CPJ anunció que al final de este mes, emitirá un reporte sobre "la incidencia de ataques dirigidos contra periodistas y organizaciones noticiosas, abusos regulatorios y problemas de acceso para periodistas que trabajan en Estados Unidos".
El informe, agregó, "examinará si las acciones de la Casa Blanca han creado un efecto paralizante entre periodistas locales en la nación".
En términos reales, muchos de los temas que abordará son bien conocidos: de las demandas multimillonarias que parecen haber atemorizado a los dueños de organizaciones como las cadenas ABC o CBS, a la exclusión de medios abiertamente desobedientes, como la agencia The Associated Press, de cubrir las actividades presidenciales.
A cambio, Trump y su equipo tienen a su lado a medios como la cadena Fox, a redes como "X" de su colaborador y empresario Elon Musk, mientras se acercan a Mark Zuckerberg, dueño de Meta (Facebook) y a Jeff Bezos, dueño de Amazon y del Washington Post.
A fin de cuentas, se trata de usar los recursos y el poder del Estado para presionar a que los medios tradicionales siguen la línea del gobierno o acercarse a lo que el régimen y sus partidarios consideran la verdad.
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