Escuche señor Obama
Por Gerardo González Quesada
Sin el menor ánimo de ofenderlo, por el contrario con el debido respeto que merece un presidente, y más si ese presidente
es considerado por muchos una persona inteligente y de buena formación académica, pienso que no debe hacer oídos
sordos al reclamo de tantas prestigiosas figuras del mundo intelectual, incluidos 10 premios Nobel , quienes en Carta
Abierta a usted le solicitan la excarcelación de los cinco cubanos que hace 12 años cumplen largas e injustas condenas
en cárceles de los Estados Unidos de América.
Más allá de las diferencias políticas, entre La Habana y Washington está el problema humanitario y de justicia social, de
los derechos humanos y civiles y de las violaciones concretas y evidentes a la propia Constitución Norteamericana,
puestas de manifiesto en este proceso judicial desde el comienzo en el Tribunal Federal de Miami.
Acaso considera usted justo que sin pruebas ni evidencias sustentables estos cinco hombres hayan sido acusados de
espías. No le parece que sería oportuno revisar por usted y sus asesores, el análisis hecho por el panel de tres jueces del
Onceno Circuito de Atlanta, el más objetivo y claro a lo largo de estos años.
Considera adecuada la negación reiterada de visas a las esposas de Gerardo Hernández y de René González, y que este
último apenas conozca a su hija menor y que en el caso de Gerardo, no tenga la posibiidad de tener un hijo tan deseado.
Me aparto por un momento de las diferencias ideológicas y del sistema político, para apelar a los valores más universales y
por los que los hombres de buena voluntad luchan y lucharán siempre: justicia, honestidad, fraternidad.
Es en esos términos que el contenido de las cartas y mensajes que llegan a su oficina y le dirigen a su esposa, solicitan
de usted la liberación de estos cinco hombres. El mundo se lo agradecerá, aunque las ingratitudes probables de otros,
aquellos resentidos y faltos de condición humana tal vez le recriminen.
Piense en eso y le sugiero, a la sombra de la mejor humildad, lo haga desde la condición humana, esa que permite hacer
mejores personas a los seres humanos.
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