The US Midterm Elections

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Chicago, Illinois. – El próximo 8 de noviembre los estadounidenses iremos a las urnas para determinar quién comanda la mayoría legislativa federal, elemento que definirá el avance o estancamiento de la agenda del presidente Joe Biden. A pesar de la efectividad del presidente para aprobar legislación relevante, los eventos recientes anticipan problemas para el partido gobernante y, por tanto, para el futuro de esta presidencia.

Primero, lo que mejor entienden los estadounidenses es la buena salud de su bolsillo, por lo que el desempeño de la economía nacional es siempre un punto vital para sufragar y determinar el sentido del voto. Por tanto, es preocupante que, a pesar de las intensas intervenciones del banco central (FED), la inflación sigue en niveles muy altos, 8.2%, en el reporte de septiembre.

La necesidad de parar el aumento de precios significa que habrá medidas aún más severas para desacelerar la economía, cuya posible consecuencia sea una fuerte recesión. Tan sólo el pasado jueves, analistas de Bank of America dijeron que Estados Unidos podría estar perdiendo 175,000 empleos al mes para inicios del 2023. Por ello, es razonable pensar que habrá más incertidumbre que confianza entre los consumidores.

Por otro lado, los precios de los energéticos —la gasolina en particular— mueve la aprobación del líder en turno en el sentido contrario a dónde van los precios. En este contexto, la noticia de que la coalición de países encabezada por Rusia y Arabia Saudita recortará la producción de petróleo en 2 millones de barriles podría ser la antesala de gasolinas más caras, igual que cuentas más elevadas de gas natural justo ahora que nos acercamos al frio del invierno.

En su mayoría estas tendencias económicas no son responsabilidad de Biden o de su equipo, sin embargo, los ciudadanos resienten cuando sus bolsillos sufren y reaccionan en disgusto castigando a los líderes en turno, culpables o no.

Una prueba irrefutable del nerviosismo que hay en la economía son los resultados de varias encuestas que revelan que los latinos, un grupo tradicionalmente fiel a los demócratas, sí favorecen al partido en el poder, pero en niveles menores al que les dieron en 2018, según The Washington Post. ¿Y a qué se debe? Un estudio de Florida Atlantic University Business and Economics relata que la confianza de los consumidores latinos se ha desplomado del 92 por ciento a principios de este año, a 74.3 en la actualidad.

Siguiendo con las reacciones viscerales del electorado, los demócratas están invirtiendo tiempo y millones de dólares para que sus simpatizantes voten por ellos con base en la derogación de la Corte Suprema al derecho al aborto. Sin duda, se trata de un tema relevante utilizado con fines políticos para presentar la situación como una pérdida de derechos fundamentales de las mujeres. La estrategia es que la gente salga iracunda, no reflexiva, a votar en contra de los conservadores y así mejorar las posibilidades demócratas para mantener el control político.

En términos generales, el contexto no favorece que el partido demócrata conserve la mayoría en el legislativo, y anticipa un tiempo de vacas flacas para la nación debido a las proyecciones financieras. Pero esto es igualmente válido para la economía mundial y, en particular, para los socios integrados comercialmente como México, que deben prepararse para una menor vitalidad económica y para algunas turbulencias políticas aquí en la primera potencia.

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