Preocupa que el expresidente acabe por dejar a los republicanos y se postule como candidato independiente donde atraería a sus votantes
Más y más, la idea de un trumpismo sin Donald Trump a la cabeza parece una posibilidad real y preocupante en el Partido Republicano.
Hay cada vez más reportes sobre republicanos ideológicamente opuestos al magnate, o en abierta competencia con él por sus propias ambiciones, o simple y llanamente lo que la prensa de EU define como “fatiga”, si no hartazgo de Trump.
Algunos comienzan a considerarlo como “un perdedor” cuyo liderazgo ha tenido costos negativos para su partido.
“Muchos todavía aprueban firmemente la mayoría de las políticas de sus cuatro años en la Casa Blanca, (pero) se han cansado cada vez más de sus payasadas e insultos juveniles. Peor aún, para Trump, muchos ahora lo culpan de que el Partido Republicano haya perdido la oportunidad de tomar el control del Senado, no sólo en las elecciones intermedias de noviembre, cuando obligó a los candidatos marginales a ingresar al partido con su apoyo, sino también en 2021, cuando reprimió la participación de votantes republicanos con comentarios negativos y ataques en la segunda vuelta de las elecciones de Georgia”.
El análisis de Douglas McKinnon, un veterano consultor político republicano, refleja el actual sentir de un partido comprometido con muchas de las propuestas del exmandatario, pero también partidarios a quienes el estilo personal de Trump ha llevado ya dos veces a perder victorias que parecían seguras.
Sin embargo, al mismo tiempo, no es seguro que puedan atraer a los votantes que Trump pudo “amarrar” con los republicanos, una masa electoral compuesta, sobre todo, por blancos de zonas rurales y con educación limitada.
Es en ese ámbito, donde algunos aspirantes republicanos tratan ahora de rebasar al expresidente por la derecha.
Según el politólogo William Schneider, “a los republicanos se les solía llamar “el partido estúpido” por su antiintelectualismo. Hoy, los conservadores de la derecha radical expresan su resentimiento por ser gobernados por una “élite educada” con valores liberales o “woke” (políticamente correctos)”.
El gobernador de Florida, Ron DeSantis, es el aparente favorito de los Trumpistas opuestos a Trump. Según el propio funcionario, la Florida que él gobierna es “el estado donde (la corrección política) va a morir”.
Pero si la personalidad de Trump es un factor, no parece haber mucho análisis sobre sus políticas y de hecho DeSantis basa su popularidad tanto en posiciones de dureza contra inmigrantes y peticionarios de asilo como en su oposición a la vacunación y uso de mascarillas durante la pandemia.
Al mismo tiempo, hay preocupación por otra posibilidad: la de que Trump acabe por dejar a los republicanos y se postule como candidato independiente o a la cabeza de un tercer partido donde trataría de atraer a sus votantes.
Normalmente eso implicaría una división del voto de derecha y una derrota republicana
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