The American People Don’t Want a Free Trade Agreement Either

Published in Bolpress
(Bolivia) on 16 October 2010
by Recalca (link to originallink to original)
Translated from by Josh Jorgensen. Edited by Jessica Boesl.
The economic crisis of 2008 demonstrated what observers and analysts all over the world had been saying for years: Neoliberal globalization is a game where only a few win. In the case of the United States, its people have seen for nearly two decades how — because of free trade — their businesses have left the country, taking their jobs with them, to relocate in places with cheap labor. Without a doubt, this is good business for America’s multinational corporations, but not so for its own people.

Now, according to a survey carried out by the Wall Street Journal and NBC, 53 percent of Americans interviewed believe that globalization has hurt their country and feel that they are the losers in this global economic model (El Tiempo, Oct. 4, 2010).

Americans aren’t mistaken when they fault free trade for the deep economic crisis forged by their own leaders, who implemented a policy that provoked a rupture between corporate interests and the rest of American society. Even so, the proposal from the administration is a more concentrated dose of free trade. Obama has promised to double exports, which requires that American businesses become more “competitive.” This will encourage them to find cheaper manual labor inside or outside U.S. borders and further separate the location of labor from that of consumption. This is the situation the economist Nouriel Roubini warns about when he says that U.S. “job losses are greater than believed. There is no job growth in the private sector, consumption is weak, exports are weak, as is real estate” (Portafolio, Sept. 7, 2010), and the IMF managing director, Strauss-Khan, recognizes this when he declares that “the risk of a jobless recovery” is real (Portafolio, September 2010).

The scenario is complicated by the growing tension which, at a global level, is generating massive depreciation of the dollar, which could result in a “currency war” involving the U.S.' main trade partner, China. What’s more, a proposed law in Congress, called Currency Reform for Fair Trade, seeks to prevent the Asian country from “dumping” its currency, impeding the devaluation of the yuan relative to the dollar, which leads to another contradiction: The U.S. could end up “shooting itself in the foot, given that a large portion of Chinese exports to the U.S. are products that American businesses have relocated there.” (Amylkar Acosta, Oct. 4, 2010)

Meanwhile, the new Colombian government of Santos and Garzón, acting as if nothing had happened in the world, insists that the way forward is through free trade agreements. Fortunately, the American people are increasingly more conscious that this model will deepen the global economic crisis and are expected to be inclined to reject politicians who hope to arrive in Congress in November proposing that the solution is the same as what caused the problem: free trade.

Reflecting the same sentiment, the principal Colombian social organizations, forming Recalca* and assembling as a network on Oct. 2, have affirmed their commitment to deepen the effort to prevent the Colombian government from receiving support for a free trade agreement that would impact Colombians and, as we have seen, the American people, as well.

* Recalca is a group of the primary Colombian civic organizations and trade unions for coordinating educational strategies, information dissemination and mobilization against free trade agreements and the economic model that drives the national government. www.recalca.org.co recalca@etb.net.co


(Recalca).- La crisis económica del año 2008 demostró lo que observadores y analistas en todo el mundo habían repetido por años: la globalización neoliberal es un juego donde solo ganan unos pocos. En el caso estadounidense, su gente ha visto por cerca de dos décadas y por cuenta de los TLC, como sus empresas se han ido de su país y con ellas los trabajos, para localizarse en sitios donde la mano de obra es más barata. Sin lugar a dudas, un buen negocio para las transnacionales gringas, aunque no así para su propio pueblo.
En la actualidad, según una encuesta realizada por The Wall Street Journal y la NBC, el 53% de los estadounidenses entrevistados sostienen que la globalización ha perjudicado a su nación y se sienten perdedores de este modelo (El Tiempo, 4 oct 2010).
No se equivocan los estadounidenses cuando culpan al libre comercio de la profunda crisis económica que sus propios dirigentes forjaron, en una política que provocó un rompimiento entre los intereses de sus corporaciones y los del resto de la sociedad norteamericana. Aún así, la salida propuesta desde la administración es una dosis más concentrada de libre comercio. Obama ha prometido duplicar las exportaciones, que requiere que sus empresas sean más “competitivas”; esto quiere decir: buscar mano de obra más barata dentro o fuera de su territorio, es decir, golpear más el trabajo y el consumo. Situación sobre la que advierte el economista Nouriel Roubini, al afirmar que al interior de EE.UU. “las pérdidas de puestos de trabajo son mayores de lo que se cree. No hay crecimiento laboral en el sector privado, el consumo es débil, las exportaciones son débiles y el sector inmobiliario también” (Portafolio, 7 sept 2010) y que reconoce el propio director del FMI, Strauss-Khan, al declarar que es real “el riesgo de una recuperación sin empleos” (Portafolio, sept 2010).
El escenario se complica por la creciente tensión que a nivel mundial está generando la masiva depreciación del dólar, que podría terminar en una “guerra de divisas” que involucraría a su principal socio comercial, China. Actualmente cursa su trámite en el congreso estadounidense un proyecto de Ley (Currency Reform for Fair Trade) que busca -además- evitar que el país asiático pueda vender bajo la figura de ‘dumping’, impidiendo la devaluación del Yuan con respecto al dólar, lo que conlleva a otra contradicción: Estados Unidos podría terminar “propinándose un tiro en el pié, dado que buena parte de las exportaciones de China a los EEUU corresponde a productos de empresas estadounidenses que se relocalizaron allá” (Amylkar Acosta, 4 oct 2010).
Mientras todo esto ocurre, el nuevo gobierno de Santos y Garzón, como si no pasara nada en el mundo, insisten en que el camino a seguir es el de los Tratados de Libre Comercio. Por fortuna, el pueblo estadounidense es cada vez más consciente que esta fórmula profundizará la crisis económica global y es de esperar que estén más dispuestos a rechazar a quienes pretendan llegar en noviembre al congreso planteando que la solución es la misma que causó el problema: el libre comercio.
En este mismo sentido, las principales organizaciones sociales colombianas, que conformamos Recalca y realizamos la asamblea de la red el 2 de octubre, ratificamos nuestro compromiso de profundizar la lucha para evitar que el gobierno colombiano reciba la aprobación de un TLC que afecta a los colombianos y, como se ha visto, también al pueblo estadounidense.
* Recalca congrega a las principales organizaciones sociales y sindicales de Colombia para coordinar las estrategias de educación, divulgación y movilización frente a los Tratados de Libre Comercio y el modelo económico que impulsa el gobierno nacional.www.recalca.org.co recalca@etb.net.co
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