In spite of being viewed as multitudes hoping to find any job possible and looked upon with suspicion by Americans, Latino immigrants have become a key electoral factor in campaign success. They are particularly important in determining whether Obama, who aspires to re-election, obtains another term in the White House.
It is unclear whether the current president will have the support of the Latino vote. In order to make it happen, Obama has swiftly moved his entire political apparatus and his money to pour millions into an election that is, comparatively, the most expensive in the world.
Seen as “undesirable,” Latino immigrants have become a powerful organized sector, with skilled negotiators who have taken advantage of the new situation and managed to decrease the pressure of American authorities against thousands of people who came to America looking to redeem the precarious existence they led in their former countries.
Obama is a Democrat with liberal tendencies and has gained acceptance in Democratic Party circles. That sector voted for him in the past presidential election. It is not unreasonable to think that, in the next election, he would again get a significant contribution from his party.
Obama’s re-election, after the era of white presidents, faces no major obstacles. We must assume that Obama will continue to lead the world's largest democracy, and for now, all forecasts and surveys are in his favor.
For decades, Latin America has been a forgotten continent by presidents and high-ranking officials in Washington. Obama has shown a modest interest in Latin America, and that is something when one looks at U.S. foreign policy on the whole. Anyway, with or without Obama, not much will change in the relationship between this part of the world and the world’s superpower. Latin American countries have always been regarded as second-tier partners. The two exceptions are Mexico, the favored partner, and Brazil, a big and important country. The United States approaches these two countries with a different sort of strategy.
With electoral power, Latino immigrants may end the discriminatory treatment given to them and achieve immigration reform, which was an issue at the start of Obama’s term, a very positive reality.
De ser una legión en busca de cualquier empleo para subsistir, mirados con recelo por los norteamericanos, los inmigrantes de América Latina se han convertido en Estados Unidos en fuerza electoral clave para el éxito de las campañas y –en particular- para definir si Obama, que aspira a la reelección, logra un nuevo periódo en la Casa Blanca.
No está muy claro si el actual Presidente tendrá el apoyo del voto latino. Para lograrlo, Obama ha movido con celeridad todo su aparato político y su tesorería ha comenzado a gastar millones en una elección que –en términos comparativos –es la más costosa del planeta.
De ser indeseables los inmigrantes latinos se han constituido en poderoso sector organizado. Con hábiles negociadores que le han sacado provecho a la nueva situación y logrado que disminuya la presión de autoridades norteamerianas contra miles de personas que entraron a Norteamérica, en busca de redimir la precaria existencia en sus países.
Obama es demócrata, con cierta tendencia liberal y ha logrado aceptación en círculos del partido demócrata. Que ya había votado en parte por él, en la pasada elección presidencial. No es aventurado pensar que en la próxima elección, si se lanza de nuevo, obtendría un significativo aporte de ese partido.
La reelección, después del período inicial de los presidentes gringos, no tiene mayores obstáculos. Hay que suponer que Obama seguirá al frente de la democracia más importante del mundo, por ahora, todos los pronósticos y encuestas siguen favoreciéndolo.
América Latina ha sido por décadas el continente olvidado por presidentes y altos jerarcas de Washington. Obama ha mostrado un modesto interés en América Latina y eso es algo en el conjunto de la política exterior de EE.UU. De todas maneras, con Obama –o sin él- no cambiará mucho la relación entre esta parte del mundo y la primera potencia del planeta. Que siempre ha considerado los países latinoamericanos como asociados de segundo nivel. A excepción de México –su socio-, o Brasil, que es una nación tan grande e importante que Estados Unidos tiene para el un trato distinto.
Con poder electoral, los inmigrantes latinos pueden acabar con el trato discriminatorio que se les otorga y hacer que la reforma migratoria, que se frustró al inicio del gobierno de Obama, sea una realidad muy positiva.
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