The uncertainties around U.S. economic recovery are forcing our political leaders and authorities to be cautious with financial policy.
Since the end of 2008, the U.S. Federal Reserve has embarked on three massive buying programs of public and private bonds as a way of combating the effects of the financial crisis. Buying public bonds had important implications for the financial markets, with steep drops in interest rates, a global devaluation of the dollar and higher prices of raw materials creating a particularly favorable climate for the economies that export those products.
This climate changed significantly in May of this year, when the president of the Fed stated that, in the case of economic recovery, the Fed would have to normalize the balance, first by softening and then reversing its policy. Higher dollar interest rates in recent months (nearly 150 basis points on a 10-year Treasury bond) reflected the expectation that the Fed’s announced plans would soon come into effect. In the case of emerging markets, against a backdrop of high capital outflows, the impact was particularly negative. Investment funds have withdrawn almost $66 billion since the end of May, equal to 10 percent of the total shares issued. Similarly, the cost of finance in developing countries moved away from the U.S. Treasury interest rate by 75 basis points, shares fell by six percent in local currency, and currencies depreciated by around five percent.
The idea of future deterioration in the external climate surrounding emerging countries was partially reverted last week, after the Fed indefinitely postponed the slowing of bond-buying. This calming message, together with the markets’ expectation of an imminent monetary adjustment, has allowed part of the value lost in emerging countries’ shares to be recovered, including those that are traded on the Chilean Stock Exchange. Strong market fluctuations and predicted changes in the course of U.S. monetary policy, however, confirm that this policy is of great importance in shaping the external climate for emerging economies, such as that of Chile.
Though the precise date of the withdrawal of monetary stimulus in the U.S. is uncertain, the consolidation of its economic recovery makes it very probable that monetary stimulus will soon come to an end. This prospect, positive for the United States and therefore the global economy, but challenging for the Chilean economy, requires our authorities and political leaders to have a cautious attitude in their proposals and policies. In particular, the government must lead the effort in moderating local expectations that cling to an unduly optimistic future climate, meaning that all pressure to spend excessively in the 2014 budget must be controlled. For their part, the ongoing presidential campaigns must take all the uncertainties in the external climate into account, being careful not to promise resources in excess of what is reasonably affordable in a difficult period like the one predicted.
Desafíos ante retiro de estímulos en EE.UU.
Las incertidumbres en torno a la recuperación de la economía estadounidense obligan a nuestros dirigentes políticos y autoridades a ser cautos en materia fiscal.
A partir de fines de 2008, y como forma de combatir los efectos de la crisis financiera, la Reserva Federal (Fed) de los EE.UU. se embarcó en tres programas de compras masivas de bonos públicos y privados. Lo anterior tuvo importantes implicancias para los mercados financieros, con fuertes caídas en tasas de interés, una devaluación global del dólar y mayores precios de materias primas, configurándose así un panorama particularmente favorable para las economías exportadoras de esos productos.
Dicho panorama cambió significativamente a partir de mayo de este año, cuando el presidente de la Fed indicó que, en un escenario de recuperación económica en EE.UU., la Fed tendría que normalizar el tamaño de su balance, primero suavizando y luego revirtiendo su política. Mayores tasas de interés en dólares en los meses recientes (cerca de 150 puntos básicos en un bono del Tesoro a 10 años plazo) reflejaron la expectativa de que lo anunciado por la Fed se materializaría pronto. En el caso de los mercados emergentes, en un contexto de fuertes salidas de capital, el impacto fue particularmente negativo. Fondos de inversión han retirado cerca de US$ 66 mil millones desde fines de mayo, lo que equivale a un 10% del total de activos administrados. Asimismo, el costo de financiamiento de los países en desarrollo se alejó en alrededor de 75 puntos básicos de la tasa de financiamiento del Tesoro de los EE.UU., las acciones cayeron cerca de un 6% en moneda local y las monedas se depreciaron sobre el 5%.
La percepción de un deterioro futuro del escenario externo relevante para los países emergentes se revirtió parcialmente durante la pasada semana, luego de que la Fed postergara indefinidamente la reducción en el ritmo de compra de activos. Este mensaje tranquilizador, frente a mercados que esperaban un ajuste monetario inminente, ha permitido recuperar parte del valor perdido en activos de países emergentes, incluidos los que transa la Bolsa chilena. Los fuertes vaivenes de mercado frente a cambios de expectativas sobre el curso de la política monetaria en EE.UU., sin embargo, ratifican que dicha política es de gran importancia para delinear el escenario externo relevante para economías emergentes como la chilena.
Si bien la fecha exacta de concreción del retiro de estímulos monetarios en EE.UU. es incierta, la consolidación de la recuperación de la economía de dicha potencia hace muy probable que estos lleguen pronto a su fin. La expectativa de que se consolide tal escenario, positivo para Estados Unidos y consecuentemente para la economía global, pero de mayor exigencia para la economía chilena, demanda de nuestras autoridades y dirigentes políticos una actitud cautelosa en sus propuestas y políticas. En particular, el gobierno debe liderar los esfuerzos para moderar expectativas locales ancladas a un escenario futuro indebidamente optimista, lo que requiere la contención de toda presión excesiva de gasto en el presupuesto fiscal 2014. Por su parte, las campañas presidenciales en marcha deben recoger las incertidumbres en el escenario externo, cuidándose de no comprometer recursos en exceso de lo que, razonablemente, puede financiarse en un período dificultoso como el que se anticipa.
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The madness lies in asserting something ... contrary to all evidence and intelligence. The method is doing it again and again, relentlessly, at full volume ... This is how Trump became president twice.
It wouldn’t have cost Trump anything to show a clear intent to deter in a strategically crucial moment; it wouldn’t even have undermined his efforts in Ukraine.