What benefits has Peru received from the free trade agreement with the United States?
We just passed the five-year anniversary since the launch (in February 2009) of the free trade agreement (FTA) with the United States. It is a good time to evaluate the benefits that the FTA has brought to Peru in terms of foreign trade. Data from the U.S. Department of Commerce should make us happy — the nominal value of our exports to the United States increased by 40 percent, from $5.812 million in 2008 to $8.122 million in 2013. However, the net results are not so rosy — especially if we consider that our imports increased significantly more (by 63 percent), from $6.183 million in 2008 to $10.056 million in 2013.
The consequences of such asymmetry for our balance of trade should be a cause of concern, as will be explained by reviewing below the tedious but inevitable numbers. During its first year (2009), the FTA generated a trade deficit with the United States of $696 million. From that point onward, the deficit increased sharply, reaching average annual level of $2.02 million for the four-year period 2010 to 2013. Our trade deficit has helped the U.S. to reduce — even if just in a tiny way — its trade deficit with the rest of the world and increase its industrial production, especially in the automobile sector.
The outlook for our foreign trade with the U.S. was vastly different between 2002 and 2008, before the rushed signing of the FTA. During those seven years, the Andean Trade Promotion and Drug Eradication Act (ATPDEA) had been in force (except for the last year, 2008); Peru benefited from surpluses averaging $1.6 million per year between 2002 and 2007.
Unlike the mercantilist school of thought, we are not arguing that all trade deficits are bad. But it is troubling that if we open our eyes and compare our trade deficit to other national economies around the world. Let’s remember that for the past 11 years (2002-2012), we enjoyed surpluses — averaging the substantial sum of $5.15 million per year.
That trend has now shifted radically in the wrong direction. Our trade deficit last year was $308 million — still tiny, but very revealing. We are off to a bad start for the first two-month period of this year, with a cumulative deficit of $620 million. More serious, however, is the status of the balance of services whose growing deficits are taking our external balance of payments accounts to the cliff’s edge. The account has a deficit of $10.169 million in 2013, equal to 4.9 percent of the gross domestic product.
Over the long term, the impact could be very troubling for needed equilibrium in the balance of payments, which, thanks to capital infusions, allowed us to finish last year with a surplus of $2.907 million — at the same time, it showed a spectacular decline of 80 percent compared to 2012, the year Peru reached a record high of $14.827 million. The recent accelerated decline will continue even though it does not seem to provoke any major worries among our economic leaders, probably because of their overly optimistic expectations for an influx of direct foreign investment. We all know, however, as we’ve seen from the boring numbers that constitute our balance of payments, that external forces cook up Peru’s significant economic crises.
Un lustro del TLC con EE.UU.
¿Qué beneficios ha traído al Perú el TLC con Estados Unidos?
Acaba de cumplirse el quinto aniversario desde que se inició efectivamente –en febrero del 2009– nuestro TLC con Estados Unidos, por lo que vale la pena evaluar los beneficios que ha contraído para el Perú en materia de comercio exterior. Las cifras del Departamento de Comercio estadounidense nos deberían alegrar, porque el valor nominal de nuestras exportaciones de bienes a Estados Unidos aumentó en 40%, de US$5.812 millones en el 2008 a US$8.122 millones en el 2013. Sin embargo, los resultados netos ya no son tan halagüeños si observamos que nuestras importaciones aumentaron bastante más (en 63%), de US$6.183 millones en el 2008 a US$10.056 millones en el 2013.
Las consecuencias de esa asimetría para nuestra balanza comercial deberían ser motivo de preocupación, como se desprende de las tediosas pero inevitables cifras que apuntaremos a continuación. Ya el primer año del TLC generó un déficit comercial de US$696 millones (2009) con Estados Unidos, el que siguió subiendo abruptamente, dando lugar a un promedio anual negativo de US$2.020 millones en el cuatrienio 2010-2013. Con lo que les hemos ayudado a reducir –aunque solo sea en una pizca– sus déficits comerciales con el resto del mundo y a aumentar su producción industrial, especialmente la de automóviles.
Muy distinto lucía el panorama de nuestro comercio exterior de bienes con Estados Unidos del 2002 al 2008, antes de la apurada firma del TLC. Durante ese septenio regía la Ley de Preferencias Arancelarias y Erradicación de la Droga (Atpdea), a lo largo del cual –con excepción del último año– gozábamos de sustanciales superávits, que ascendían a un promedio anual de US$1.600 millones del 2002 al 2007.
Nótese que no estamos afirmando que todo déficit comercial sea dañino, como lo querría la Escuela Mercantilista de antaño. Pero sí resulta preocupante cuando ampliamos la mira y contemplamos nuestra balanza comercial con todas las economías del mundo. Nos permitirá recordar que, durante todos los 11 años anteriores (2002-2012), gozamos de superávits, los que –en términos promedio anuales– llegaron a sustanciales US$5.150 millones promedio anuales.
Esa tendencia ha cambiado drásticamente para mal, considerando el déficit comercial del año pasado de US$308 millones, aún diminuto pero revelador. Y el primer bimestre de este año ya lo hemos empezado mal, con un déficit acumulado de US$620 millones. Más grave, sin embargo, es la situación de la balanza de servicios, cuyos déficits crecientes están llevando al despeñadero nuestra balanza exterior en cuenta corriente. Ella muestra un déficit de US$10.169 millones en el 2013, equivalente a un 4,9% del PBI.
A la larga, su impacto puede ser preocupante para el necesario equilibro del conjunto de la balanza de pagos, la que –gracias al ingreso de capitales– permitió acabar el año pasado con un superávit de US$2.907 millones, pero que significó una caída estrepitosa del 80% frente al resultado del año 2012, en que se alcanzó un récord histórico nacional de US$14.827 millones. El deterioro acelerado reciente continuará, pero no parece preocupar mayormente a nuestras autoridades económicas, probablemente por su exageradamente optimista expectativa en el ingreso masivo de inversión extranjera directa. Todos sabemos, sin embargo, que siempre ha sido desde el frente externo –tal como se expresa en los aburridos números de nuestra balanza de pagos– que se han gatillado las interesantes crisis económicas en el Perú.
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Trump’s threat to impose tariffs of up to 25% on Mexican products is one of the silliest and most counterproductive U.S. ideas to stop illegal immigration.