The sale of arms in the United States is being propelled by a tailwind, defying the rhetoric of political leaders who call for greater regulation; to the point that Smith & Wesson, the country’s leading manufacturer, has just revised upwards the results forecast for the quarter coinciding with the Christmas shopping season because their revenue has grown far more than anticipated.
The Springfield based company (Massachusetts) anticipates it will have up to $180 million sales in the quarter ending Jan. 31, compared with $150 million presented in a forecast two months ago. It is even better than what industry analysts were anticipating; as a result, their shares rose by more than 12 percent when Wall Street opened.
As company managers point out, sales are staggering because more firearms are being bought than retailers are able to stock. Latest FBI data shows that last year firearms licensing applications were revised to 23.1 million people who were going to buy a gun, with a figure of 3.3 million in December. In both cases, this is a record.
The sale of firearms for civilian use has soared in the United States since Barack Obama entered the White House, and with the increase in revenue, so too have manufacturer’s shares. In the case of Smith & Wesson, investors have seen their bonds increase tenfold in the last seven years. A similar development occurred with Sturm Ruger, the other major manufacturer listed on Wall Street.
The fear of increased control of possession of firearms, the succession of shootings, and the growing threat of terrorism by extremist groups is causing the American public to stockpile. The U.S. is already the country with the highest concentration of privately-owned weapons in the world, making it one of the most profitable industries by far. Over the same period, the S&P 500 index rose by 130 percent.
Industry analysts indicate that the political rhetoric is in reality giving free publicity to the manufacturers by fueling the idea that it will become more difficult to acquire weapons in the future. This phenomenon was seen after the killings in the Sandy Hook school in Connecticut three years ago. But history has shown just how complicated it is for Washington to adopt legislation restricting sales.
El negocio de la venta de armas en Estados Unidos avanza con el viento de cola, desafiando la retórica de los líderes políticos que reclaman una mayor regulación. Hasta el punto de que Smith & Wesson, el principal fabricante del país, acaba de revisar al alza la previsión de resultados para el trimestre que coincide con la temporada de compras navideñas porque sus ingresos crecieron mucho más de lo esperado.
La compañía de Springfield (Massachusetts) anticipa que tendrá ventas de hasta 180 millones de dólares en el trimestre que acaba el próximo 31 de enero, frente a los 150 millones que dio de guía en la presentación de los resultados hace dos meses. Es incluso mejor que lo que esperaban los analistas de la industria y eso que sus acciones se apreciaran más de un 12% en la apertura de Wall Street.
Como señalan los gestores de la compañía, están arrasando hasta el punto de que se están comprando más armas de las que los vendedores pueden tener en sus tiendas. Los últimos datos por el FBI revelan que el año pasado se revisó la solicitud de licencia de 23,1 millones de personas que iban a comprar un arma, de las que 3,3 millones se corresponden a diciembre. En ambos casos supone un récord.
Las ventas de armas de uso civil se han disparado en Estados Unidos desde que Barack Obama llegó a la Casa Blanca. Y con el incremento de los ingresos, también las acciones de los fabricantes. En el caso de Smith & Wesson, los inversores vieron como sus títulos se multiplicaron por diez en los últimos siete años. Una evolución similar la tuvo Sturm Ruger, el otro gran fabricante que cotiza en Wall Street.
El temor a que se refuercen los controles a la posesión, la sucesión de tiroteos y la creciente amenaza del terrorismo de grupos extremistas está provocando que los estadounidenses hagan acopio. EE UU es ya el país con la mayor concentración de armas privadas de todo el mundo, lo que le convierte de lejos en una de las industrias más rentables. El índice S&P 500, en el mismo periodo, lo hizo un 130%.
Los analistas de la industria señalan que la retórica política está, en realidad, dando publicidad gratuita a los fabricantes, al alimentar la idea de que será más difícil poder adquirirlas en el futuro. Este fenómeno se observó tras la matanza en el colegio de Sandy Hook en Connecticut, hace tres años. Pero la historia muestra lo complicado que es para Washington adoptar una legislación que limite las ventas.
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