Alongside economic objectives, there’s a method of political action.
Jane Mayer is one of the the most prestigious investigative journalists in the United States. Twice nominated for the Pulitzer Prize and winner of some of the most reputable journalism awards of that country, in January of this year, Mayer published a new book of transcendental importance. The product of five years of investigation, the book is entitled “Dark Money.”
Dark Money
The work reveals the subjugation of the Republican Party to money. She explains how the brothers, Charles and David Koch, who respectively hold the sixth and seventh biggest fortunes in the world, created a sort of "political bank" dedicated to funding and controlling the right party.
Who makes up said political bank? According to the words of the author: "Ignoring the mere millionaires, many whom have held fortunes estimated at hundreds of millions of dollars, the combined wealth of the 18 billionaires that are known to be involved exceeds $214 million” — that is to say, "businessmen like the Kochs, whose vast personal fortunes place them not just in the 1 percent of the richest in the nation, but in the much more select group of the top 0.1 percent or even higher.”*
According to Mayer, these plutocrats, as well as some senators, congressmen, and owners of the press media who occasionally accompany them in their private meetings, come together in absolute secrecy. According to her words, "the participants in these private meetings are warned that they must destroy all written evidence … It is pointed out that they cannot say anything about the meetings. Elaborate security measures are taken to keep the names of the attendees from public knowledge.”*
What is the objective being pursued through the gigantic sums of money that these people devote to party funding? According to Mayer, "they propose a ‘limited government,’ a drastic reduction in taxes, minimal social services for the needy, and minimal supervision of economic activities, particularly when it comes to the environment. According to them, their motivation is guided by principles; however, it is perfectly molded to their personal financial interests.”*
However, these plutocrats not only pursue the political process that adapts to their economic interests, but in order to achieve it, they resort to a political mobilization with particular features. In other words, with economic objectives as a method of political action. Martin Wolf, chief economics commentator at the Financial Times, describes the essence of the model: “'wild obstructionism,’ its demonization of political institutions, its flirtation with bigotry … Why has this happened? The answer is that this is how a wealthy donor class, dedicated to the aims of slashing taxes and shrinking the state, obtained the foot soldiers and voters it required. This, then, is ‘pluto-populism’: the marriage of plutocracy with right-wing populism."
The Trump Challenge
The appearance of Donald Trump in the middle of this matrimony destabilized it completely. Being that he is a billionaire, he could go without money from the Koch cohort. Moreover, being an expert in so-called "reality shows,” he could take the ultra-right populism to the maximum level of intensity. His action is nothing more than a hostile takeover attempt of the Koch company — that is, the Republican Party. Talking directly to the shareholders, it would be worth telling voters he is bypassing the board of the company he wishes to take over. And more unforgivable — from the perspective of the company board — is that he advocates to change the corporate policy. In the words of Alex Altman, "In each case, Trump has defied the dogma of the party. He has spoken of protectionism and of the biggest social programs, of a border wall and a tax on the rich. He has defended the merits of family planning and eminent domain.”*
The company board has not launched the battle cry "Never Trump" in vain. Whatever it takes, it is necessary to stop the hostile takeover of the company. To articulate this battle, they turned to Mitt Romney, the former CEO of the company, who dictated the public guideline to follow. The objective is to deny [Trump] the sufficient amount of delegates and to force a Republican Convention overseen by this same board. He will not emerge triumphant from there.
More than Trump’s unpleasant rants, his challenge to this plutocratic cohort is refreshing. Hopefully, it will be difficult for him. God willing, at the same time, he will never enter the White House.
*Editor's note: These quotes, accurately translated, could not be verified.
Jane Mayer es una de las profesionales del periodismo investigativo de mayor prestigio en Estados Unidos. Dos veces nominada al Premio Pulitzer y ganadora de algunos de los más reputados galardones periodísticos de ese país, Mayer publicó en enero de este año un nuevo libro de trascendental importancia. El mismo, producto de cinco años de investigación, lleva por título Dark money ("Dinero oscuro").
Dinero oscuro
Dicha obra devela la sujeción del Partido Republicano al dinero. En ella se explica como los hermanos Carles y David Koch, quienes respectivamente detentan las sexta y séptima fortunas más grandes del mundo, crearon una suerte de "banco político" dedicado al financiamiento y control de dicho partido.
¿Quiénes integran dicho banco político? Según palabras de la autora: "Ignorando a los meros millonarios, muchos de los cuales tienen fortunas estimadas en cientos de millones de dólares, la fortuna combinada de los dieciocho billonarios conocidos que participan allí superaba en 2015 a los 214 mil millones de dólares". Es decir, "empresarios como los Koch cuyas vastas fortunas personales los colocan no sólo dentro del 1 por ciento más rico de la nación, sino dentro del grupo mucho más selecto del 0,1 por ciento tope o incluso más arriba".
De acuerdo a Mayer estos plutócratas, así como algunos de los senadores, congresistas y dueños de medios de prensa que ocasionalmente los acompañan en sus cónclaves, se juntan en medio de la más absoluta opacidad. Según sus palabras: "los participantes a estos cónclaves son advertidos que deben destruir toda evidencia escrita... Se les señala que no pueden decir nada acerca de las reuniones... Elaboradas medidas de seguridad son tomadas para mantener los nombres de los asistentes fuera del conocimiento público".
¿Cuál es el objetivo perseguido a través de las gigantescas sumas de dinero que estos personajes dedican al financiamiento partidista? De acuerdo a Mayer: "ellos propician un 'gobierno limitado', una reducción drástica de impuestos, mínimos servicios sociales para los necesitados y una menor supervisión para las actividades económicas, particularmente en materia de medio ambiente. Según señalan su motivación es guiada por principios, sin embargo ésta se amolda perfectamente a sus intereses financieros personales".
Ahora bien, estos plutócratas no sólo persiguen que el proceso político se amolde a sus intereses económicos, sino que para lograrlo recurren a una movilización política de rasgos particulares. En otras palabras, junto a los objetivos patrimoniales hay un método de acción política. Martin Wolf, jefe de comentaristas económicos del Financial Times describe así la esencia del modelo: "...el 'obstruccionismo salvaje', la demonización política de las instituciones, el coqueteo con la intolerancia y el racismo... ¿Por qué ha ocurrido esto? La respuesta es que esta es la manera en la que una poderosa casta de donantes, abocada a cortar impuestos y a achicar al Estado, logra ganarse a los soldados de a pie y a los votantes que necesita. Se trata, por tanto, de un 'pluto-populismo': un matrimonio de la plutocracia con el populismo de derecha". ("Donald Trump embodies how great republics meet their end", Financial Times, march 1, 2016).
El desafío Trump
La aparición de Donald Trump en medio de este matrimonio lo desestabilizó por completo. Siendo él un billonario pudo prescindir del dinero de la camada Koch. Más aún, siendo un experto de los llamados "reality shows" pudo llevar el populismo de ultraderecha a sus máximos decibeles de intensidad. Su acción no es otra cosa que un intento de adquisición hostil de la compañía Koch, es decir, del Partido Republicano. Dirigiéndose directamente a los accionistas, valga decir a los votantes, está obviando a la junta directiva de la empresa de la cual desea apoderarse. Y lo más imperdonable, desde la perspectiva de esta junta directiva, es que propugna cambiar la política corporativa. En palabras de Alex Altman: "en cada caso Trump ha desafiado el dogma del partido. Ha hablado de proteccionismo y de mayores programas sociales, de un muro fronterizo y de un impuesto a la riqueza. Ha defendido los méritos de la planificación familiar y del dominio público". ("Tribal warrior", Time, march 14, 2016).
No en balde la junta directiva ha lanzado el grito de guerra "nunca Trump". A como dé lugar es necesario detener su toma hostil de la compañía. Para articular esta batalla recurrieron a Mitt Rommey, expresidente ejecutivo de la empresa, quien dictó la pauta pública a seguir. El objetivo no es otro que el de negarle los delegados suficientes, obligándolo a someterse a una convención republicana tutelada por esa misma junta directiva. De allí nunca saldría triunfante.
Por más desagradables que resulten los exabruptos de Trump, su desafío a esta camada plutocrática resulta refrescante. Ojalá le dé duro. Pero Dios quiera, a la vez, que nunca llegue a la Casa Blanca.
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