There is another path: like-minded countries compromising in order to seek alternatives.
The current international scenario has become even more complex and unpredictable. We are witnessing the dissemination of power. The precedence of innovation and digital capital has caused the emergence of new winners and losers in the global economy. Those left behind by this redistribution of power — industrial workers, elders, the less educated, and those living in rural areas — were the ones who voted for Donald Trump and Brexit.
The age of American dominance is over, and Washington has much less power than in past decades, despite President Trump's campaign slogan about America First. The European Union is going through a difficult period of redefinition, China is the rising world power, tensions between Russia and the West are rising, and there is an impasse in multilateral diplomacy. Meanwhile, a substantial lack of international political leadership can be observed.
The United States' punitive strike, together with Great Britain and France, against the alleged use of chemical weapons against innocent civilians by Bashar Assad's Syrian regime, generated an understanding which obscured the debate about the lawfulness and efficiency of the three allies' attack. For Trump, it was "Mission Accomplished."
But a solution to the brutal Syrian conflict does not lie in the bombing of chemical weapons facilities or in keeping American troops on the ground, which Trump would like to withdraw. There is no military exit for the Syrian conflict; leadership and persistence are required in order to arrive at a political-diplomatic agreement by reviving the ailing Geneva negotiations under the United Nations.
The absence of international leadership can also be observed in the increase of trade protectionism and in the threats of a trade war through tariffs, mutually imposed by the United States and China.
But there is another path: like-minded countries coming to an agreement in order to seek alternatives.
That is what the remaining 11 countries of the Trans-Pacific Partnership did when Trump chose to withdraw his country from the partnership in early 2017. They did the seemingly impossible: carry on without the United States to express their support for an open global trading system, governed by rules and collectively advantageous. After a year of negotiation, those 11 countries signed the Comprehensive and Progressive Agreement for Trans-Pacific Partnership, or TPP-11, on March 8 in Santiago, Chile.
In this context, Trump ordered a reassessment of the reinstatement of the United States into the TPP in mid-April, only to once again publicly attack it days later as a “bad deal for the United States.” The TPP-11 countries were right in moving forward by themselves, leading the Asia-Pacific integration.
Liderazgo mundial ausente
Existe otro camino: que los países con criterios afines pacten para procurar alternativas
El actual escenario internacional se ha tornado cada vez más complejo e impredecible. Somos testigos de la difusión del poder. La primacía de la innovación y del capital digital ha hecho surgir nuevos ganadores y perdedores en la economía global. Los dejados atrás por esta redistribución del poder —los trabajadores industriales, las personas de mayor edad, los menos educados y los que viven en zonas rurales— votaron por Donald Trump y por el Brexit.
La era de dominación estadounidense terminó, y Washington posee mucho menos poder que en décadas pasadas, pese al lema electoral del presidente Trump del America First. La Unión Europea pasa por un difícil período de redefinición, China es la potencia global ascendente, aumentan las tensiones entre Rusia y Occidente, y hay un cuadro de estancamiento en la diplomacia multilateral. Entretanto, se observa un notable déficit de liderazgo político internacional.
El golpe de castigo de Estados Unidos, acompañado de Gran Bretaña y Francia, contra el supuesto uso por parte del régimen sirio de Bachar el Asad de armas químicas contra civiles inocentes, generó una comprensión que opacó un debate sobre la legalidad y eficacia del ataque de los tres aliados. Para Trump se trató de una “misión cumplida”.
Pero una solución al brutal conflicto de Siria no pasa por un bombardeo a instalaciones de armas químicas, ni por el mantenimiento en el terreno de las tropas norteamericanas, que Trump desearía retirar. No hay una salida militar para el conflicto sirio; se requiere liderazgo y persistencia para arribar a un acuerdo político-diplomático reviviendo las alicaídas negociaciones de Ginebra a cargo de Naciones Unidas.
La ausencia de liderazgo internacional la hemos observado también en el incremento del proteccionismo comercial y en las amenazas de una guerra comercial a partir de los aranceles que se impondrían mutuamente Estados Unidos y China.
Pero existe otro camino: que los países con criterios afines (like-minded, en su expresión en inglés) se pongan de acuerdo para procurar alternativas.
Es lo que hicieron los 11 países restantes del Acuerdo de Asociación Transpacífico (TPP) cuando Trump decidió retirar a su país del Tratado a inicios de 2017. Los demás hicieron lo que parecía imposible: seguir adelante sin Estados Unidos para expresar su apoyo a un comercio mundial abierto, regido por normas y colectivamente beneficioso. Después de un año de negociación, esos 11 países firmaron el Acuerdo Integral y Progresista de Asociación TransPacífico, o TPP-11, el pasado 8 de marzo en Santiago de Chile.
En este escenario, Trump ordenó a mediados de abril reevaluar el reingreso de Estados Unidos en el TPP, para volver a atacarlo públicamente pocos días más tarde como “un mal acuerdo para Estados Unidos”. Los países del TPP-11 hicieron bien en seguir adelante solos, liderando la integración Asia-Pacífico.
This post appeared on the front page as a direct link to the original article with the above link
.