If relations between Washington and Beijing have soured during the last years of Donald Trump's term, all indications are that they will not be sweetened after the transition in the White House.
From the days of Trump's presidential campaign to his eventual rise to power in 2017, to the campaign that just ended, his view of China was, without a doubt, characteristic of his personal and extravagant style. Yet two noteworthy elements colored the background of that relationship: the lone conviction on Trump's part that Chinese business disadvantaged American workers, and the belief that China’s criminal inclination toward technology theft must be fiercely exposed and countered.
The introduction of a new international team will determine what other dishes will be added to the bilateral menu, with equal relevance. The new approach will include an effort to join with other countries in reaching the goals of the world's leading power.
Trade is the most transparent and most easily measured battlefield in bilateral relations. Thus, we will have to wait until January 2021 when the change of leadership in the United States takes place to determine whether or not President Xi Jinping is genuinely committed to improving the relationship between the two titans. It will be necessary to carefully assess interactions to determine whether or not commitments signed last January — phase one of the trade agreement — have been respected by China.
There is nothing to suggest that when that moment arrives, it will be possible to think of a phase two. The 2020 goal for the purchase volume of American products by China included in that agreement has barely reached 60%. At the end of September, China had narrowly managed to honor some $59 trillion of the targeted $110 trillion.
So what can we expect? Conversations between the two global leaders — which should take place in January because of the obligation to review the trade agreement — will be expanded to include a sizable number of topics representing areas of disagreement or agreement between them. Issues related to the environment, epidemiological challenges, intellectual property rights and technology will surely be considered. Many analysts believe that particular importance will be given to respect for human rights by Joe Biden's team, suggesting that it will be a highlight in the meetings that take place with the administrative change in Washington.
In any case, while it is possible to think that verbal abuse from the U.S. will be a thing of the past, the course of relations between Beijing and Washington will be marked by the determination of the Asians — and the steps they are taking — to rise to first place as an influential power within the global economy. China will be better off than others in advancing toward that goal once the pandemic subsides, because other factors already show signs of early recovery.
Another factor that works in China's favor is that it will not have the exhausting internal polarization that Biden's team will have to face.
Si las relaciones entre Washington y Pekín han sido agrias durante los últimos años del mandato de Donald Trump, todo parece indicar que ellas no serán edulcoradas después del cambio en la Casa Blanca.
Desde los días de la campaña de Donald Trump para su acceso al poder en 2017 hasta la campaña que acaba de concluir , su visión de China estuvo marcada por su personal y extravagante estilo, no cabe duda, pero dos elementos de calibre colorearon el trasfondo de la relación: la convicción en solitario, de parte de Trump, de que las prácticas industriales chinas ponían en desventaja a los trabajadores norteamericanos y la creencia de que la criminal inclinación china en favor del robo de tecnología debe ser evidenciada y combatida con fiereza.
El advenimiento de un nuevo equipo en lo internacional determinará la inclusión en el menú de lo bilateral, y con la misma relevancia, de otros elementos. Además, la nueva estrategia comprenderá un esfuerzo por sumar el acompañamiento de otros países en la consecución de las metas ampliadas de la primera potencia mundial.
Como el campo de batalla más transparente y fácil de medir dentro las relaciones bilaterales es el comercial, habrá que esperar a enero del 2021, cuando se produzca el cambio de jefatura en los Estados Unidos, para poder determinar si existió, del lado del líder Xi, un compromiso real de mejorar las relaciones entre los dos titanes. Será necesario ponerle el termómetro a los intercambios para determinar si los compromisos firmados en enero pasado – la Fase 1 del Acuerdo Comercial- han sido respetados por China.
Nada hace pensar que cuando ese momento llegue se podrá pensar en una Fase 2 ya que el volumen de compras chinas de productos americanos incluidos en el acuerdo, lo que configura la meta del 2020, habrá sido alcanzado en poco más de 60%. Para fines de septiembre, de un objetivo de 110 billones de dólares de importaciones de China, ésta apenas ha conseguido honrar unos 59 billones.
Así que lo que puede anticiparse es que las conversaciones entre los dos grandes líderes de la dinámica planetaria que deberán tener lugar en enero como consecuencia de la obligación de revisar el Acuerdo Comercial, serán ampliadas a otra buena cantidad de tópicos que configuran áreas de desencuentro o de reencuentro entre ellos. Allí seguramente se replantearán asuntos vinculados con los temas ambientales, los retos epidemiológicos, los derechos de propiedad intelectual y la tecnología. Muchos analistas consideran que dentro del equipo Biden se otorga particular relevancia al respeto a los Derechos Humanos, lo que hace pensar que estos formarán parte del plato fuerte de los encuentros que tengan lugar concomitantemente al cambio de administración en Washington.
En todo caso, si bien es posible pensar que los abusos verbales norteamericanos serán cosa del pasado, el rumbo de las relaciones entre Pekín y Washington va a estar marcado por la determinación de los asiáticos – y los pasos que estos están emprendiendo- para hacerse del primer sitial en influencia dentro de la economía global. Para avanzar en ese terreno los chinos estarán mejor parados que otros cuando haya sido superada la pandemia en el campo de lo sanitario ya que sus variables ya muestran signos de recuperación temprana.
Además de no tener que lidiar, en lo interno, con la desgastante polarización que le tocará enfrentar al equipo de Joe Biden.
This post appeared on the front page as a direct link to the original article with the above link
.