A Useless and Anachronistic Measure

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Editorial: Una medida inútil y anacrónica

El embargo contra Cuba debería terminar.

Hoy, la Asamblea General de la Organización de Naciones Unidas (ONU) discutirá el bloqueo económico y comercial que desde hace medio siglo Estados Unidos le impuso a Cuba. Las autoridades caribeñas presentarán un informe que calcula en unos 104.000 millones de dólares las pérdidas causadas por Washington.

En 1962, en medio de la ‘guerra fría’, el presidente estadounidense, John F. Kennedy, decretó una ley de embargo que impide a las empresas de ese país negociar con la isla. La Casa Blanca buscaba ejercer presión sobre el régimen castrista y forzar una transición política hacia la democracia.

Casi 50 años después, esta medida ha sido un completo fracaso. No solo los Castro continúan en el poder en Cuba, sino que el cerco comercial ha alimentado el apoyo interno a la dictadura comunista y es culpado de la precaria situación económica que sufren los isleños. De hecho, La Habana califica el bloqueo como “el obstáculo principal para el desarrollo”.

El rechazo del embargo de Washington contra Cuba es generalizado. Este año será la vigésima ocasión consecutiva en que la ONU trata el tema y seguramente condenará a Estados Unidos. En el 2010, 187 países de los 193 miembros votaron en contra del bloqueo, con tres abstenciones y dos votos a favor de la situación actual: la Casa Blanca e Israel. Más allá de ratificar la molestia global contra ese aislamiento innecesario, estas decisiones de Naciones Unidas no traen mayores consecuencias.

Barack Obama envió algunas señales de cambio de su política hacia La Habana, como el levantamiento de las restricciones de vuelos y remesas. El heredero de Fidel Castro, su hermano Raúl, ha desarrollado una serie de iniciativas de liberalización económica, como permisos para los pequeños negocios, usos de celulares y compraventa de automóviles. Sin embargo, ni Estados Unidos parece estar dispuesto a suavizar las condiciones hacia la isla, ni Castro a abrir las puertas a mayor democracia. Al contrario, los ataques contra grupos opositores, como las Damas de Blanco, y contra blogueros independientes se han recrudecido. Por corresponder a un entorno internacional anacrónico y por haber fallado rotundamente en empujar a los cubanos a la democracia, el embargo contra Cuba debería terminar.

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