September 11 in T-Shirts and Posters

<--

El 11 de septiembre en camisetas y estampados

Además de prometer que educarán a sus visitantes con información sobre lo sucedido el 11 de septiembre, el museo de Nueva York incluyó entre sus ofertas culturales una tienda de regalos en la que el visitante puede adquirir torres gemelas miniatura, figurines de bomberos y pocillos.

Por: Nicolás Rodriguez

El recuerdo de una experiencia traumática hecho souvenir. Como para pegar en la nevera.

A los familiares de las víctimas no les gustó que se le sacara provecho económico al dolor de sus muertos. Los detractores piden que las directivas reconsideren y estas, muy tranquilas, argumentan que de algo tienen que vivir. Aunque provocativa, la discusión no es nueva. La memoria ya no es ese lugar sagrado desde el que nos llega una vivencia personal. La memoria se comparte pero también se mercadea. Con todo y lo macabro, hay llaveros con la foto de un tierno Pinochet.

Lo que sí era nuevo es el control policivo que le fue instalado al memorial desde que habilitaron la entrada a las dos nuevas torres y sus impactantes piscinas. Todo interesado en ingresar debía pasar por las máquinas, sus filas y las órdenes que le siguieron a los ataques terroristas en los aeropuertos después del 11 de septiembre. El turístico lugar decía “en obra” pero lo que tenían para enseñar ya estaba ahí, a las afueras del museo. El miedo infundado, la paranoia y el sudor en las manos ante el policía gringo ya eran parte de lo que debía ir en el museo.

Pues la experiencia del 11 de septiembre no se agota en un perro bombero. Si de traficar con memorias se trata habría que solicitar la estampillita con el preso en Guantánamo, el Bin Laden de desarmar (en su respectiva ratonera), los drones de plastilina, el balde para tortura en color pastel, algunos mapamundis comestibles de Irak, un Bush sin pistola y hasta el simple pasaporte de cualquier ciudadano que parezca musulmán.

About this publication