Hillary’s Big Dilemma

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Hilary y su gran dilema

El universal (Venezuela)

Por Alfredo Toro Hardy

8 de junio de 2016

Hillary Clinton dispone de una base de votantes amplia. En la misma caerían las dos mayores minorías del país, los hispanos y los afroamericanos, así como un porcentaje claramente mayoritario de las mujeres. Su popularidad entre los adultos mayores es también grande. Sin embargo para garantizar su triunfo de cara al más impredecible de los contrincantes, le sería necesario ampliar tanto como posible su base de respaldo. Para ello debe definir su espectro en medio de una elección altamente polarizada, orientándose hacia la centro derecha o la centro izquierda.

Caudal electoral

El dilema que confronta es grande. Virar hacia su izquierda le permitiría atraer a un porcentaje significativo de los electores movilizados por Sanders. Allí sobresale el alto número de profesionales recién graduados que se ve aprisionado entre las fuertes deudas adquiridas para pagar sus estudios y la falta de oportunidades laborales. De acuerdo a un trabajo del “Center for American Progress” firmado por Sarah Ayres Steinberg, el impacto de esto último seguirá a esta llamada generación milenaria (por haber crecido en el nuevo milenio) por décadas. Los bajos salarios, los trabajos menores que no guardan relación con sus estudios, el desempleo y la falta de experiencia profesional derivada de lo anterior, corren el riesgo de transformarlos en una suerte de generación perdida (“The high cost of youth unemployment”, April 5, 2013). A ello se agrega el impacto de sus fuertes deudas. De acuerdo a Julian Berman el monto combinado de las mismas supera al 1.2 millón de millones de dólares y aumenta en 2.726 dólares con cada segundo que pasa (“America’s student debt grows $2,726 every second”, Market Watch, January 30, 2016). Lo característico de este sector, como corresponde a su angustiante crisis, es su alto nivel de pasión política. Si Hillary lograse atraerlos mediante una oferta política y un candidato a la vicepresidencia que los entusiasmase, sumaría a su causa un vibrante caudal electoral. Por el contrario si los dejase desmovilizarse, en medio de la frustración, podría hacerlos huir hacia la indiferencia política. No obstante, también a la derecha habrían excelente oportunidades de pesca electoral. Estas provendrían de aquellos sectores del Partido Republicano frustrados por el triunfo de Trump. Dicho partido, habría que recordarlo, cuenta con tres sectores básicos. El de las masas obreras desencantadas, el de los conservadores radicales y el del grupo pro-negocios. Orientándose hacia su derecha Hillary podría capitalizar el descontento de los terceros frente a las propuestas anti libre comercio de Trump. Dicho sector no sólo está compuesto por la gran empresa, sino también por la pequeña y la mediana empresa con alta incidencia en los servicios. Allí confluiría un altísimo número de empresarios. Más aún, ello le permitiría atraer a numerosas mujeres republicanas. Con un mensaje y un candidato a Vicepresidente sensibles a aquellos, bien podría atraerlos al redil Demócrata.

Una consideración costo-beneficio superficial proyectaría la impresión de que la opción centro-derecha le resulta más atractiva. Sobre todo porque es posible que muchos de los jóvenes profesionales terminasen votando de cualquier forma por el mal menor representado por Clinton. Sin embargo hay dos puntos a considerar. El primero es que nada puede garantizar que los jóvenes milenarios no se desentiendan del proceso electoral. El segundo es que hay una importante veta obrera en rebeldía, susceptible de ser atraída al Partido Demócrata por vía de la izquierda. Esto ha quedado claramente evidenciado por la alta votación de Sanders en los estados manufactureros del Medio Oeste. Ello bien podría erosionar la mayor base de apoyo de Trump. En otras palabras, la centro-izquierda ofrece a Clinton mayores posibilidades.

Dos factores

Hay, sin embargo, dos factores que no pueden obviarse: la identidad del partido y la idiosincrasia de la candidata. Con respecto a lo primero es evidente que el Partido Demócrata se identifica más con el sector trabajador que con el empresarial. De hecho a partir de Franklin Roosevelt y por largas décadas la clase obrera fue coto cautivo de los demócratas. Fue desde Reagan y del debilitamiento de los sindicatos que la misma comenzó a migrar hacia los republicanos. Atraer a una parte de ese viejo rebaño podría sentar las bases para su progresiva reconquista. Por lo demás el ala liberal representada por los jóvenes se inscribe dentro de una de las facetas de identidad tradicional del partido.

Sin embargo, también están de por medio las preferencias de la candidata. Es indudable en este sentido que Clinton resulta mucho más sensible al mundo de los negocios que al de los trabajadores. De hecho su campaña contra Obama fue librada desde la centro-derecha y hacia la misma hubiese evolucionado de manera natural también esta campaña de no haber sido por el reto planteado por Sanders.

Pronto tendremos la respuesta.

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