In my Dec. 12 article, I addressed some of the reasons why despite winning more than 2.7 million popular votes, Hillary Clinton lost the presidency of the United States by 74 electoral votes. As you may recall, it is the sum of the electoral votes assigned to each state and not the popular vote that determines the result of the election. You also may recall that it is enough to win a state by one vote and take all of the electoral votes of that state. Therefore, it does not matter that Clinton won the election in California by 3.4 million votes; she could have won by 1 vote to have taken its 55 electoral votes.
Well, in the previous article I explained that American minorities, above all the ethnic, racial and cultural ones, as well as the college-educated ones who tend to vote Democratic, were increasingly converging on a limited number of densely populated states that aspire for greater tolerance and liberty. That is to say, the majority of of Democratic voters are concentrated in a small number of states. Even if this helps to win those few states by large margins, it would put them at a disadvantage in the rest of the country. And since each state counts in the American Electoral College, winning a few states by a large margin is a very bad strategy.
This thesis of concentration of the minorities in a limited number of densely populated states is valid for a significant number of groups in the United States, but in the case of Latinos, it deserves a more nuanced analysis.
Although the argument of the increasing concentration of minorities in small urban areas is valid in the case of the Latino population in states like New York and California, it doesn't apply to all the other states like Arizona or New Mexico, where other minorities don't converge. For example, the population of Arizona is 59 percent white, non-Hispanics of German, English, or Irish origin, and 31 percent Latino, while Native Americans make up 4.5 percent of the population. Arizona is not a particularly populous state — only 6.7 million people live there. It also doesn't enjoy great tolerance and freedom; on the contrary, the Latino population of that state is one of the most besieged in all of the country. A recent law approved by the state legislature authorizes the police to ask the identity of any Latino who looks "suspicious." Naturally, those Latinos who cannot produce identification can be deported to their country of origin.
So why do they live there? Arizona was part of Mexican territory until 1848 when it was annexed by the United States. Since then, it borders on the Mexican states of Chihuahua and Sonora and is one of the most important migrant crossing points. The same is true of New Mexico and Texas. All were once part of Mexico, and now border that country. So the argument that minorities tend to be congregating in larger, more diverse population centers is only applicable to the case of Mexican Latinos.
The distribution of the Mexican Latino population in those border states, far from being excessive or unnecessary, has been indispensable for Democratic victories. Hillary Clinton won New Mexico by a small 65,000 vote margin, largely thanks to the Hispanic vote. The same happened in Nevada, a state that does not border Mexico but runs between California and Arizona, and so afforded Hillary the minimum number of 27,000 votes. In these states, the Hispanic vote was decisive. The Hispanic vote also was very important in Arizona, although this state remained in the hands of Trump by 91,000 votes.
So, unlike other ethnic, racial or cultural minorities that may be increasingly concentrated in a few densely populated states in search of more tolerance and liberty, the Mexican Latino population continues concentrating itself in those states closer to its native land, and the majority of them and their far-away votes have been central for Democratic victories.
En mi artículo del pasado 12 de diciembre de 2016 abordé algunas de las razones por las cuales Hillary Clinton, a pesar de haber ganado el voto popular por más de 2,7 millones de votos populares había perdido la elección a la presidencia de Estados Unidos por 74 votos electorales. Como recordarán es la sumatoria de los votos electorales asignados a cada Estado y no el voto popular el que determina el resultado de la elección. También recordarán que basta con ganar un Estado por un voto para llevarse todos los votos electorales asignados a ese Estado. De allí que no importa que Hillary Clinton haya ganado las elecciones en California por 3.400.000 votos, le hubiese bastado con ganar por un voto para llevarse sus 55 votos electorales.
Pues bien, en el artículo anterior se explicaba que las minorías estadounidenses, sobre todo aquellas étnicas, raciales y culturales, así como aquellas personas con estudios universitarios, que tienden a votar Demócrata, estaban convergiendo de manera creciente en un número limitado de estados con gran densidad poblacional donde aspiran a gozar de mayor tolerancia y mayores libertades. Es decir, la mayoría de los votantes demócratas se estarían concentrando en un número menor de estados. Aunque esto les ayude a ganar esos pocos estados por grandes márgenes, los pondría en desventaja en el resto del país. Y dado que cada Estado cuenta en el Colegio Electoral estadounidense, ganar pocos estados por un gran margen es una muy mala estrategia.
Esta tesis de la concentración de las minorías en un número limitado de estados densamente poblados es válida para un número importante de grupos en Estados Unidos, pero el caso de los latinos merece un análisis más matizado.
Aunque el argumento de la creciente concentración de las minorías en unos pocos centros urbanos es válido en el caso de la población latina en estados como Nueva York y California, no aplica del todo a otros estados como Arizona o Nuevo México donde no confluyen otras minorías. Por ejemplo, la población de Arizona está constituida por un 59% de blancos no-hispanos de origen alemán, inglés e irlandés y 31% de latinos, en tanto que los nativos americanos dan cuenta del 4,5% de la población. Arizona no es un Estado particularmente poblado, apenas 6,7 millones de personas hacen vida allí. Tampoco se goza de gran tolerancia y libertad, por el contrario, la población latina de ese Estado es una de las más asediadas de todo el país. Una ley reciente aprobada por la legislatura estadal autoriza a los policías a pedirle la identidad a cualquier latino que les resulte “sospechoso”. Naturalmente al no poder producir una identidad, esos latinos podrían verse deportados a su país de origen.
¿Entonces por qué viven ahí? Arizona fue parte del territorio mexicano hasta 1848 cuando fue anexado por Estados Unidos. Desde entonces colinda con los estados mexicanos de Chihuahua y Sonora y es uno de los puntos de cruce migratorios más importantes. Lo mismo ocurre con Arizona, Nuevo México y Texas, todos fueron un día parte de México y hoy día colindan con dicho país. Así que el argumento según el cual las minorías estarían tendiendo a congregarse en centros de gran población, más diversos y más tolerantes, tan solo aplica parcialmente al caso de los latinos-mexicanos.
La distribución de la población latino-mexicana en esos estados fronterizos, lejos de resultar excedentaria o innecesaria ha resultado indispensable para las victorias demócratas. Hillary Clinton ganó Nuevo México por la pequeña ventaja de 65 mil votos, en gran medida gracias al voto hispano. Lo mismo ocurrió en Nevada, un Estado que aunque no colinda con México se encuentra entre California y Arizona que si lo hacen, donde Hillary ganó por la mínima cantidad de 27 mil votos. En estos estados, el voto hispano fue decisivo. El voto hispano también fue muy importante en Arizona, aunque este Estado quedó en manos de Trump por 91 mil votos.
Así que a diferencia de otras minorías étnicas, raciales o culturales que pudieran estarse concentrando de manera creciente en unos pocos estados densamente poblados en busca de más tolerancia y libertad, la población latino-mexicana sigue concentrándose en aquellos estados más cercanos a su tierra natal y en la mayoría de ellos sus votos lejos de sobrar han sido fundamentales para las victorias demócratas.
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