Trump: ciencia y salud
El universal (México)
Por Arnoldo Kraus
12 de marzo de 2017
Los progresos en ciencia y en salud caminan lento. Incontables mentes brillantes tardan décadas en descubrir fármacos, en diseñar aparatos de biotecnología y en encontrar nuevos exámenes de laboratorio ad hocen beneficio de la humanidad. Lo mismo sucede con la ética médica: camina lento, muy lento; siempre existirán opiniones antagónicas en temas ingentes como aborto, fertilización in vitro, eutanasia. Al igual que en otros rubros, por no decir todos, Trump tiene su visión particular sobre la salud del mundo, la salud de los estadounidenses y la vigencia de la Bioética (por razones de espacio no escribo sobre su ofensiva contra el Obamacare).
Sabedor de verdades diferentes de las de numerosos científicos, ecologistas, universitarios y eticistas, Trump, ya sea de un plumazo o por inspiración divina, ha empezado a desmantelar las iniciativas y logros conquistadas en los años pasados. La rapidez de sus decisiones y la cuestionable y/o nefasta influencia de sus compinches supera las acciones de otros políticos que pretendían enderezar el mundo y traer el bien a su pueblo. Creo, postulo, que personajes tan siniestros como Hitler, Mussolini o Stalin consultaban más que Donald con sus subordinados antes de decidir.
Así como hace poco, dentro del inusitado vértigo de sus decisiones, el magnate y presidente decidió tildar de enemigos a medios de comunicación probos como CNN NewYork Times y Po/itico, días después acusó sin pruebas a Obama de haber intervenido sus comunicaciones privadas en la campaña: “Qué bajo cayó el presidente Obama al grabar mis teléfonos durante el sagrado proceso electoral. Esto es Nixon/Watergate”. Nada le es ajeno a Trump. Nada.
A pesar de que 2016 fue el año más caliente en la historia, debido entre otros factores al derretimiento del hielo en el Ártico, Trump, negacionista cuasi genético, asegura que el cambio climático es un mito creado por los chinos con tal de frenar la competitividad estadounidense en diversos rubros. Las políticas del gobierno de Trump amenazan a la Tierra; el respeto al medio ambiente no les incumbe, en contra de la política de su predecesor, Donald rehabilitó los proyectos de construcción de dos polémicos oleoductos —el Keystone XL y Dakota Access— los cuales habían sido frenados debido a posibles daños ambientales. La concepción de los medioambientalistas científicos estadounidenses y de otros países poco o nada importa para Trump y su séquito. El manido y nauseabundo eslogan, “America First”, explica todo.
A las sandeces previas ha sumado su voz a quienes aseguran que las vacunas producen autismo (en eso difiere con los ultras islamistas quienes sostienen que las vacunas creadas en Occidente producen esterilidad); asimismo, es probable que en el futuro recorte el apoyo económico a los Institutos Nacionales de Salud a favor de su perorata acerca de la creación de empleos (también pretende disminuir el apoyo a instituciones dedicadas al arte).
Al lado de las acciones señaladas, dentro de la increíble tormenta desatada por sus acciones, la página gubernamental, hhtp.//bioethics.gov, alimentada durante los gobiernos previos por eticistas y constructores de políticas de salud, fue eliminada.
Deshabilitar esa fuente es congruente con la era Trump. La página ofrecía información sobre temas de Ética médica como los antes señalados y con tópicos cuya relevancia competen cada vez más a la sociedad: clonación, biología molecular, maternidad subrogada, suicidio asistido, etcétera. Bioethics.gov compartía información científica, moderna, laica, indispensable para la edificación de una sociedad moderna.
En su discurso inaugural, al lado del moto “America First” las alusiones a la Biblia y a Dios demarcaron su política, “…estaremos protegidos por Dios”, aseguró Trump. Estas referencias explican por qué fue deshabilitada Bioethics.gov.
Afortunadamente hay y habrá cada vez más rechazo a las actitudes pseudocientíficas de Trump, validadas y encumbradas desde su Biblia tuitera. En Holanda, por ejemplo, una iniciativa reciente ha emprendido una campaña para contrarrestar los efectos de las políticas trumpianas sobre derechos reproductivos. Liliane Ploumen, ministra holandesa de Comercio Exterior y Desarrollo creó un fondo para apoyar a las miles de entidades afectadas por las políticas antiaborto de Trump. En un par de semanas la campaña recaudó 40 millones de euros.
Supongo y deseo que los estadounidenses bien pensantes, universitarios o no, encuentren caminos para atajar la ciencia trumpiana de los tuits. Su falta de respeto hacia la ciencia, producto de su ignorancia, es demasiado grosera y burda. Supongo y deseo que él mismo se muerda la cola.
Notas insomnes. Las sinrazones de Trump y camaradas tienen límites. Los límites son ellos mismos y las razones pertenecen a la ciencia y a la Ética.
Médico
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