La traición de Manchin pone en jaque a Joe Biden
El 25% de las personas de más de 65 años del estado de Virginia Occidental necesitan dientes postizos. Pero el senador demócrata Joe Manchin, que representa a ese estado en Washington, se opone a que el sistema de salud público-privado Medicare incluya la atención dental entre sus prestaciones.
Primerio, Manchin exigió que esa medida fuera retirada del plan Build Back Better (BBB o, en español, Volver a Construir Mejor), el proyecto de ley de atención médica, servicios sociales, y lucha contra el cambio climático que Joe Biden quería que fuera su legado político. Y, el domingo, Manchin anunció que da igual lo que la Casa Blanca quite o ponga en el BBB. “No puedo apoyarlo”, dijo Manchin a la cadena de televisión pro-Trump Fox News. La mayoría demócrata en el Senado es tan ajustada que bastaba con que un solo senador de ese partido rehusara respaldar el BBB para que éste dejara de tener posibilidades de sobrevivir una votación.
Durante once meses, Biden había sorteado esa mayoría mínima para lanzar su plan de estímulo contra el Covid-19, lograr la aprobación de su gigantesco plan de infraestructuras, y conseguir la ratificación de decenas de jueces de izquierdas, para así compensar la política de Trump en sus cuatro años colocando jueces de derechas (en EEUU, lo de la separación de poderes tiene un sentido muy sui generis).
Los demócratas lo estaban consiguiendo todo. Hasta ahora. Su peor enemigo no ha sido ningún republicano, sino uno de los suyos: Joe Manchin. Y el “cómplice” de Manchin es, también, demócrata: la senadora Kyrsten Sinema, de Arizona, que hizo bandera en su día de su progresismo y de su libertad sexual – es bisexual – pero que, desde que está en el Senado, no ha dejado de moverse hacia la derecha.
Al final, nadie sabe la razón del “no” de Manchin. Incluso las personas cercanas al senador reconocen que se trata de una cuestión de ego. De Manchin sintiendo que la Casa Blanca no le respetaba lo suficiente. Acaso los focos de ser el centro del poder en Washington provoquen cierta ceguera temporal cuando se representa a Virginia Occidental, un estado que es motivo de chistes crueles en todo EEUU por la pobreza y escasa educación de sus habitantes, y que nunca ha sido capaz de ejercer ningún poder en la capital del país.
Por eso, el “no” de Manchin tal vez mañana sea “sí”. En el supuesto de que los líderes del partido le aprieten las tuercas y le amenacen con dejarle en la irrelevancia, podría dar marcha atrás. Es un ballet político que, más que ideología, se baila sobre una música de poder por el poder. Ayer, de hecho, el propio senador empezó a dar marcha atrás, aunque tímidamente, y a sugerir que, acaso, pudiera dar su respaldo al BBB, siempre que éste tuviera en consideración, una vez más, sus demandas,
Que Manchin, que representa al segundo estado más pobre de Estados Unidos, pueda torpedear sin ningún problema entre sus electores una propuesta de su propio partido orientada a ayudar, precisamente, a la población de menos ingresos revela que los caminos del poder son inescrutables. La gente vota por cuestiones identitarias. La raza, la orientación sexual, el género, y hasta el acento -clase obrera, del sur, del oeste, de los Apalaches, universitario, del Noreste- es lo que decide la preferencia del votante. Virginia Occidental es pobre, minera. Así que los votantes de Manchin se oponen al Estado del Bienestar del que la mayoría de ellos viven.
Puede argüirse que había razones más prácticas en la oposición del senador, porque Virginia Occidental vive del carbón, y parte del BBB iba a la transición energética. Pero esa idea tiene como contrapeso que el propio senador ya se había encargado de liquidar las provisiones del proyecto de ley que afectaran a esa minería en su estado. En todo caso, el carbón, en EEUU, está desapareciendo, pero no por “econazis”, como llaman los críticos a los ecologistas, sino porque el gas natural es más barato. Con el carbón, además, Manchin podría tener un conflicto de interés, ya que tanto él como su familia son millonarios gracias a sus inversiones en ese sector.
La decisión de Manchin de romper la baraja, después de seis meses de negociaciones directas con el propio Joe Biden, que hasta lo había invitado a su casa en Delaware en octubre, ha abierto una brecha brutal en el Partido Demócrata. Biden, que ha intentado por todos los medios mantener unida a esa formación, intentó convencer al senador de que no diera el tiro de gracia al plan el domingo. Manchin se negó a ponerse al teléfono. La Casa Blanca ha reaccionado con furia, acusando al senador de “romper sus compromisos”. El líder demócrata en el Senado, Chuck Schumer, que ha visto cómo su autoridad recibía un golpe acaso irremisible por la insurrección del senador de Virginia Occidental, ha decidido que el BBB se votará, igualmente, en enero. Si su idea es avergonzar en público a Manchin, no parece que a éste le preocupe mucho.
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